Image: Muertes y entradas

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Poesía

Muertes y entradas

Dylan Thomas

20 marzo, 2003 01:00

Dylan Thomas

Trad. Niall Binns y Vanesa Pérez-Sauquillo. Huerga y Fierro. Madrid, 2003. 192 páginas, 12’5 euros

Dylan Thomas (1914-1953) tuvo la desgracia de que la leyenda de su vida dejara en sombra su valiosa obra. La persona quedó anulada por el personaje, y éste acabó por imponerse al poeta también.

En los últimos años la poesía de Thomas ha empezado a salir del injusto limbo en el que estuvo tras su muerte, y el lector que se acerque a ella descubrirá una voz tan singular como potente. La estructura de sus poemas -escritos no para ser leídos sino escuchados- y su tono y situación traducen una forma shakesperiana de usar el lenguaje, exuberancia verbal, y un hábil manejo de la precisión y de la alegoría, entre los caracteres positivos, y, entre los negativos, una exagerada tendencia a la sonoridad. Thomas quería que "las palabras y las ideas, y las imágenes semirecordadas y a semiolvidar", se desparramasen por el texto, y, en su afán de ser fiel a ese principio, llegó a hacer hasta 300 versiones distintas de uno de sus más famosos poemas: "Fern Hill".

La antología hecha por Binns y Pérez-Sauquillo traza un perfil muy exacto de los meandros de esta escritura, cuyo autor fue considerado por Ph. Toynbee "el mayor poeta vivo en lengua inglesa". Muertes y entradas es, en este sentido, una excelente introducción, tanto por las pistas que da como por las claves que aporta. Otra cosa es la traducción que, en el caso de alguien con un discurso y una referencialidad como los de Thomas, constituye una empresa erizada de dificultades. Indico esto para marcar los riesgos que una operación así comporta y, con ello, también su mérito, su acierto y su valor. La dificultad de la poesía de Thomas reside en la resistencia que opone a la comprensión y que deriva de su complejo sistema de alusiones, del dinamismo de sus imágenes y del uso de lo que Bousoño llama la "alegoría disémica": un rasgo -y no es el único- que esta escritura comparte con la de Claudio Rodríguez. La idea de la rotación de las imágenes y de su capacidad de generación es otro punto en el que Rodríguez coincide con él.

La traducción que Esteban Pujals hizo, en Adonais, en 1955, influyó en poetas de la generación del 50, como Valente, que partirá de "Poem in October" y de "Poem on his Birthday", para componer otro, de título similar e inspirado en ellos, que figura en La memoria y los signos. El caso más sistemático es el de Claudio Rodríguez, cuya Alianza y condena debe mucho al tipo de estructura poemática de textos como "Ceremony after a Fire Raid", a cuya disposición y articulación remite. Y lo mismo podría decirse de su utilización de la palabra. Hasta una expresión de Thomas en el primer verso de "Fern Hill" es rehecha por el zamorano en uno de sus poemas: "Y como..." Pero no sólo él: Aleixandre se inspira en la segunda parte de "In my craft or sullen Art" para encontrar el tono, y casi el lenguaje, de "Para quién escribo". Carnero podría haber tomado el inicio de "Lament" -"When I was..."- para el poema suyo que comienza "Cuando yo era joven"...

Thomas ha sido un poeta muy imitado y, por ello, también muy productivo, que ha dado de sí más delo que a veces se le reconoce. La publicación de esta bien seleccionada antología tal vez contribuya a devolverle a su justo lugar. Fue un poeta personalísimo y -como ha explicado ángel Rupérez- un "inventor, más que de gentes, de hablas y de mágicas recreaciones o invocaciones de los enseres" y objetos de la cotidianeidad. No cabe, pues, sino celebrar la aparición de una antología como ésta, que viene a cubrir una deficiencia y a proyectar luz sobre una obra que figura entre las más significativas de la modernidad.