Image: Sol de niebla. Antología poética

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Poesía

Sol de niebla. Antología poética

Francisco Díaz de Castro

18 septiembre, 2003 02:00

Francisco Díaz de Castro. Foto: J.A. Briñas

Pról. de A. Jiménez Millán. Ayto. Lucena. 181 págs, 12 euros

Valenciano de 1947, Francisco Díaz de Castro -crítico y catedrático de Literatura- es un poeta doblemente tardío. Cronológicamente pertenece a la generación del 70, pero con estos poetas -en principio- nada le une.

Su poética, su actitud ante la poesía, está muy cerca de la llamada Generación del 80 (y del sector de los poetas que yo prefiero llamar del realismo meditativo, vulgo experiencia) pero incluso acercándole a esa generación, sigue siendo poeta de salida retardada. Si Benítez Reyes -por citar a uno de los iniciales- publica su primer libro en 1982 y Carlos Marzal -uno de los últimos, entre los de nombre- en 1987, para llegar al primer libro de Díaz de Castro (que por supuesto ya había publicado textos académicos) tenemos que esperar hasta 1993, con el libro Inclemencias del tiempo. El caso de Díaz de Castro (diríamos, voluntariamente saltado de generación) no es único: Ahí están Eloy Sánchez Rosillo, Juan Luis Panero -menos nítidamente- Francisco Bejarano o Abelardo Linares, entre otros. Siendo esta su segunda antología (la primera, Utilidad del humo, se publicó en 1997) Sol de Niebla -título, al parecer, de su próximo libro- es una recopilación abundante y bien hecha, que sirve para darse una idea muy cabal de la labor de Díaz de Castro hasta ahora mismo.

En sus cuatro primeros libros (el último de estos, Navegaciones de 1996) Díaz de Castro es un poeta clásicamente adscrito al realismo meditativo, estilo Generación del 80. Con una escritura depurada y buena y una poética que, en el mejor sentido, tendríamos que llamar generacional, Francisco Díaz de Castro es un buen poeta en un conjunto no pequeño de buenos poetas, cercanos a la reflexión sobre la vida. Quizás en Díaz de Castro se percibe entonces, sí, un tono elegíaco, menos literario de lo habitual y que claramente parece surgido de la propia y directa biografía, que lo vuelve más subrayado. En medio de la elegía y del tono resignado, cotidiano y plácido, también llaman la atención ciertos poemas donde se alude no a la amistad (tema tan caro a la generación) sino a los malos amigos y al odio, nunca bueno, que generan las amistades. Para mí -y hasta hoy- el mejor Díaz de Castro (y el de más depurada y ahondadora escritura y tono más personal) está en su último libro La canción del presente -1999- bien representado en esta muestra. Y no sólo es que algo se abandone la elegía, a favor de un moderado carpe diem, sino que, sobre la voz generacional, aparece ya la de un poeta singular y naturalmente maduro. Un poeta con el que hay que contar.

Los poemas que se anticipan, inéditos, del próximo libro, Sol de niebla (buen título), no son aún suficientes para emitir un juicio, pero mi sensación es que siguen la senda personal y clásica emprendida con La canción del presente. Es posible que hasta hoy no se haya tenido demasiado en cuenta a Díaz de Castro como poeta (su tardanza y peculiaridad generacionales algo lo explican) pero sus últimos libros, y el inmediato que está viniendo, sin duda variarán la percepción. Aunque la vida siga siendo un sol de niebla, la Poesía (con mayúscula) se sentará visiblemente -hacerlo lo ha hecho ya- en las rodillas de este íntimo y reflexivo poeta.