Image: La mirada inocente

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Poesía

La mirada inocente

Joaquín Benito de Lucas

16 octubre, 2003 02:00

Joaquín Benito de Lucas. Foto: M.R.

Premio Ciudad de Córdoba. Hiperión. Madrid, 2003. 84 pp, 7 e.

"Estoy queriendo hacer de la poesía/la historia de mis años". Estos versos de Las tentaciones (1964), el primer libro de Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, 1934) definen exactamente la poética a la que el autor ha sido fiel a lo largo de cuarenta años y trece libros.

Siempre desde una voz cercana y clara, por debajo de la diversidad tonal y técnica de cada entrega sucesiva, la forma de esa fidelidad ha obedecido al lema juanramoniano muchas veces citado por el poeta y que ahora sirve de pórtico a La mirada inocente: "Ni más nuevo al ir ni más lejos;/más hondo;/depuración constante de lo mismo".

Con La mirada inocente acrisola Benito de Lucas esa "experiencia de la memoria" en la que logra su palabra más genuina: la infancia irredenta de la guerra civil y la posguerra sirve de ámbito narrativo para estos poemas en los que desde la percepción de un niño se reconstruyen asombro e indefensión, alegría defraudada, tiempo de miseria colectiva que la perspectiva intimista del adulto dota de un particular sentido moral.

Talavera y el río Tajo vuelven a ser escenario mítico para estos retornos en los que alientan personajes que conocemos desde Materia de olvido (1967, premio Adonais), como los presos políticos de aquella ominosa "redención" de penas por el trabajo retratados en "Los condenados", de Memorial del viento (1986), que ahora turban en la memoria el elemental sentimiento infantil de la naturaleza ("notaba/por todo el cuerpo niño el brote nuevo/de las hierbas del campo"), en "El cerro de santa Apolonia", uno de los mejores poemas de La mirada inocente.

A partir de la reconstrucción plausible de una pobre infancia de aquel tiempo domina el libro un sentimiento de piedad que fundamenta y dimensiona el homenaje emocionado a quienes ya protagonizaban álbum de familia (1999), el libro anterior del poeta. Así, a las sombras de una realidad hostil marcada por la escasez, la enfermedad, las denuncias, el miedo y en especial (porque es un niño quien recuerda ahora) la crueldad cotidiana de grandes y chicos ("El retraso", "La fiesta nacional", "Como un grito", "Lo que sé"), contrapone Benito de Lucas el demorado retrato familiar (abuelos, padres, hermanos) que, por encima del recuerdo de las dificultades, más allá del amor y la ternura, va aportando los trazos emocionados de una ética de la solidaridad y del esfuerzo, particularmente en los poemas en torno a la figura del padre, héroe y vencido, que forma, con un río Tajo trascendido a símbolo central, el doble eje sobre el que gravita eficazmente esa "historia de mis años" de que hablaba Benito de Lucas en sus comienzos, escrita con verdad, con tristeza y con segura dignidad, más honda y más depurada que nunca: "En mi escudo de armas/debería figurar un río, un pez, un puente/y un camino de tierra bacheado/con el dolor de los que antes tuvieron/mis mismos apellidos".