Con Fe de erratas (1990), recopilación de su obra poética, José María Parreño parecía dar por terminada su dedicación a la poesía. La había iniciado a comienzos de los 80, con Instrucciones para blindar un corazón, con el que obtuvo un accésit del Adonais el año en que el premio fue a parar a un título de grande y efímera resonancia, De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagal, de Blanca Andréu.Tras otra década de aparente dedicación exclusiva a la narrativa, vuelve ahora a la poesía con un libro irregular y no exento de encanto. Y digo aparente porque, según nos indica la nota final, el Parreño prosista nunca pudo dejar de lado al poeta: "Una versión de los poemas que integran este libro, se publicó en Piedra de Alma (1994), Las Guerras Civiles (1995), Telegrama (1995) y Viajes de un antipático (1999). Expurgados, muchos de ellos reescritos, ordenados según su naturaleza y no al servicio de las distintas narraciones en que se colocaron, quedan ahora fijados definitivamente".

La poesía de Parreño oscila entre la brillantez imaginativa (a ratos algo naif), el tono sapiencial y un cierto gusto por el jugueteo ingenioso. Las "imágenes de la primavera" que encontramos al comienzo de Llanto bailable (un acierto el oxímoron del título) resultan muy representativas de uno de los tonos (y no el menos atractivo) de Parreño: "Esta mañana el humo/ se alzaba de la hoguera/limpio y gris/ como el sonido sale de una flauta./ [...]Los perros le lamían la mano al sol/y un invierno pequeño/se escondía/en los lomos azules de las cosas". Irregular, como toda su obra poética, es este último libro de Parreño. Marginalia divagatoria muchos de los versos, de pronto nos sorprende con su imaginativa verdad, con certezas hechas de humo y de nada, con una hermosa apelación a aprender sabiduría del paisaje "que en cada ocasión se las arregla/para hacernos anhelar/lo que inexorablemente/le sucede".