Image: Poesía reunida

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Poesía

Poesía reunida

Djuna Barnes

6 mayo, 2004 02:00

Djuna Barnes

Traducción de O. Stutman y R. Lentini. Ígitur. Barcelona, 2004. 206 pág., 14 euros

Es meritorio el esfuerzo hecho por Osías Stutman al reunir, por vez primera, una antología de la poesía inédita de una mujer (rara, peculiar, solitaria) que fue conocida sobre todo como narradora.

Muchos de los poemas que leemos en esta Poesía reunida -sobre todo en su segunda parte- son iné-ditos aún en inglés y prácticamente todos en castellano. Djuna Barnes escribió poesía casi durante toda su vida y publicó en revistas y dentro de algunos de sus libros en prosa (El libro de las mujeres repulsivas, con influjos del epigrama o la sátira) pero miss Barnes nunca llegó en su larga vida -murió con 90 años, en 1982- a publicar un libro de poemas. ¿Por qué? ¿Acaso tuvo una íntima inseguridad? En sus solitarios años neoyorquinos -después de 1940- sabemos que Barnes escribía y rehacía y retocaba, por lo que no tenemos certeza de estar siempre ante originales conclusos. Mujer dura, poco amiga de zalamerías y falsos elogios, tuvo pocos amigos y respetó a escasísimos colegas vivos. Pero entre los respetados -el que más- estuvo T.S.Eliot, que prologó elo- giosamente la bellísima y sombría novela El bosque de la noche (1936).

Pero si Eliot admiraba la prosa de Barnes no puede decirse lo mismo de su poesía. Asistió al estreno universitario del drama en verso de Djuna, The Antiphon, en los años 50, y parece que el famoso angloamericano no pudo aguantar hasta el final. ¿Tendría todo esto algo que ver con la ausencia de libro? Antes de 1940, la poesía de Barnes puede adscribirse al movimiento de la modernidad anglosajona que empezó con el imaginismo.

Preponderando, pues la imagen y la elipsis, se trata en general de una poesía bastante más clara que la que -en la presente antología- empieza en 1938. A partir de esa fecha y hasta su muerte, la poesía de Barnes se hace más oscura, más abrupta, más metafísica -John Donne era su poeta favorito- y con la sensación en ciertos poemas de algo no concluido. Verdad que posee densidad lingöística y momentos (o versos) muy brillantes, en la búsqueda de lo hondo y de lo trágico, pero el resultado no parece alado ni mágico, esas condiciones que Platón atribuyó a la poesía.

Estamos ante una muy cuidada edición (bilingöe, con minuciosas notas) y ante un difícil ejercicio de traducción, pero no sé a cuantos lectores convencerá la poesía de Djuna Barnes. No haría yo como el huidizo gato eliotiano, pero aseguro que su prosa (El bosque de la noche, sus cuentos) me gusta ciertamente más que sus poemas. Aunque es seguro que la voluntad de la poeta influyó claramente (para bien) en los logros de la prosista.