Image: El bosque sagrado

Image: El bosque sagrado

Poesía

El bosque sagrado

T. S. Eliot

28 octubre, 2004 02:00

Eliot por Wyndham Lewis (1949)

Edición de J. L. Palomares. Trad. Ignacio Rey. Langre. San Lorenzo del Escorial, 2004. 456 págs., 17’31 e.

Eliot, como Cernuda, es un crítico tramposo: lo que dice no afecta tanto a lo que trata como a lo que él quiere hacer. Su crítica es interesada, por más que nos resulte interesante. Pero lo que escribe ha de ser puesto en cuarentena, porque no es fruto del estudio, sino de la necesidad y la intención.

Podríamos decir que Eliot es un excelente crítico intencionado, que encuentra sólo lo que previamente quiere hallar. Sus lecturas siempre son polarizadas y no hay la más mínima huella de objetividad o de inocencia en él.

The sacred wood, subtitulado Essays on Poetry and criticism, se publicó en noviembre de 1920 y muestra dos influencias tan claras como directas: la de su maestro Irving Babbit -que en su libro Master of modern french criticism había definido la tradición como "el constante acoplamiento de la experiencia del pasado a las cambiantes necesidades del presente"- y la de Rémy de Gourmet sobre la disociación entre inteligencia y sensibilidad. Pero The sacred wood no es importante por eso -aunque el mérito mayor del libro estriba en la formulación del "correlato objetivo" y en la teoría que subyace a "Tradition and the individual talent"- sino por el tono de una prosa que Peter Acroyd ha descrito como "ironía oblicua".

Esa ironía convierte a Eliot en el mejor crítico de su generación, aunque no en lo que él hubiera deseado ser: "el crítico perfecto". Su análisis de Symons y de Swinburne nos informa muchísimo sobre él, porque Eliot intenta llenar con la literatura el nihilista vacío de una época. Al no lograrlo con las letras, intentará hacerlo con la religión. Literatura y religión en Eliot son complementarias, co- mo en su ensayo sobre Dante él mismo afirmará. Eliot es, pues, un neoclásico que cree que el crítico literario "no debería tener otras emociones" que "las provocadas directamente por la obra de arte" y centra su atención en lo que llama "el crítico poético", que es aquel que "critica la poesía para crear".

Reprocha a Wyndham su ignorancia de la retórica clásica y del papel que ésta desempeña en el discurso de los isabelinos y aprovecha la objeción para disparar artillería pesada sobre los románticos.

Dos son las herramientas del crítico según Eliot: el análisis y la comparación. Y a ellos suma el siguiente requisito: tener "un interés crea- tivo, un foco de interés por el futuro inmediato". Para él, "el crítico importante es la persona que vive sumida en los problemas actuales del arte, y que desea traer las fuerzas del pasado para aportar la solución a estos problemas". Como Ortega, piensa que "entender algo es entender desde un punto de vista". Ve a Benda como "el trapero ideal de la basura de nuestro tiempo" y censura a Arnold y a More.

Eliot demuestra poseer un sentido histórico eficiente. Para él, "ningún poeta, ningún artista de ninguna clase, tiene plenamente sentido por sí mismo. Su importancia, su valor, es el valor que posee en relación con los poetas y artistas muertos". El arte evoluciona, pero no mejora ni progresa, y el proceso del artista es un "autosacrificio, una continua extinción de la personalidad". Huir de la emoción y huir de la personalidad son dos obsesiones eliotianas, porque Eliot parte de la idea de que "la emoción del arte es impersonal". El problema del yo poético llevó a Eliot a ocuparse tanto del yo lírico como del yo dramático, y a proyectarlo sobre el teatro isabelino, a demoler la lengua de las traducciones de Eurípides hechas por el profesor Murray y a enfrentarse al Shakespeare más defectuoso. The sacred wood debe ser visto como un libro autobiográfico, en el que Eliot desarrolla parte de su fantasmagoría literaria y mental.

Molesto con quienes le tachaban de "frío" y "erudito", rescató la figura de Ben Johnson; angustiado por una época con cultura, pero sin fibra moral, intentó recuperar a Massinger; necesitado de reunir teología y filosofía, se volvió hacia Dante, después de minimizar a Blake. The sacred wood es la biografía literaria del Eliot de las dos primeras décadas del siglo XX: un Eliot todavía inseguro que lucha por afianzarse y que sólo logra impresionar.