Image: Poeta en Diwan

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Poesía

Poeta en Diwan

Antonio Martínez Sarrión

2 diciembre, 2004 01:00

Antonio Martínez Sarrión. Foto: Mercedes Rodríguez

Tusquets. Barcelona, 2004. 168 páginas, 12 euros

Algo de cuaderno de ejercicios tiene el último libro de Martínez Sarrión, un libro que desde el título se pone bajo la advocación de Goethe y del psicoanálisis. Goethe en su Diwan occidental-oriental juega a disfrazarse con el turbante de Hafiz sin dejar de ser él mismo.

También Martínez Sarrión cita, parafrasea, traduce o "plagia" (entre comillas) a otros poetas en las dos partes de su obra, "Diwan de occidente" y "Diwan de oriente". A veces alude explícitamente al original, como en "Fosfeno", que lleva el subtítulo de "Lectura de Le point noir, de Nerval", y que es una atinada traducción de ese poema.

Otras veces, confiando quizá en la buena memoria del lector, oculta cualquier pista que pueda llevar al original. Es el caso del poema "Foumillante cité, cité pleine de rêves". Dice así: "Fugaz te descubrí/en una acera con charcos tintados/por el buen sol marceño./Portabas/fragantes manojos de rosas/y eran tuyos su gracia y su frescor./No supe al pronto/muy bien lo que ofrecías:/ ¿a ti, a las flores,/a las dos a un mismo tiempo,/mediando una rebaja?". Dilata Martínez Sarrión un dístico de la Antología palatina (V, 81) que Fernández-Galiano traduce de la siguiente manera: "Tú, que ofreces las rosas y tienes su gracia, ¿a quién vendes?/¿A ti misma, las rosas, o tal vez todo ello?". Víctor Botas, en Segunda mano, al contrario que Martínez Sarrión, acentuó la brevedad del epigrama: "Sentada cada día en esta plaza pública,/ ¿vendes tus rosas, niña, o venderás tu amor?".

Poeta en diwan es, ciertamente, un libro escrito en tono menor y lleno de préstamos. El poema "Con- fidencia" alude a esas limitaciones: "Soy consciente del tono cuaresmal/ de estos versos: ya no hay lujo,/ni vuelo de metáforas, ni riesgo./Es muy amortiguada poesía de vejez:/ lo más seguro/es que valgan bien poco". El lector, acostumbrado a la afición a lo sublime y al énfasis presuntamente metafísico de otros poe-tas, agradece esta falta de pretensiones. Y no tarda en recibir su recompensa. "1946: escuela pública" es un espléndido aguafuerte sobre un tiempo sombrío . Contrasta con la áspera evocación de la posguerra (cuando "todo era abotargado, el aire no corría,/instalándose en aulas y pasillos/ co-mo una rata hedionda y desventrada") el delicado epitafio "Para una vida truncada".

En la variedad de tonos está el mayor encanto de Poeta en diwan: tierno o áspero, epigramático o lírico, cotidiano o culturalista, el autor nos sorprende de una página a otra y nos importa poco que al lado de piezas de impecable factura coloque otras que son sólo un borrador (también en ellas podemos encontrar la mano del artista). Otros poemas memorables: "Pobres estrellas apagadas", contrapunto de "1946: escuela pública", elegíaca evocación de años de miseria sentimental (y de la otra); "A los libros de mi biblioteca"; "El mismo esplendor", con su evocación, tras "el fragor de las ciudades" de los prados del norte donde, en medio del silencio que se corta, "el nasal disparate de los grajos/iguala en placidez al canto de la alondra,/ al anunciarse el día,/o al del jilguero, cuando el sol se va". El Martínez Sarrión de la madurez se ríe de las pretensiones literarias de su juventud novísima ("Juventud y confusiones" titula, parodiando el título de sus memorias, uno de los poemas). La nota final lo explicita sin ninguna duda: "En asuntos de poesía, una de las cosas buenas que acarrea el cumplir muchos años de vida y bastantes de aprendizaje del oficio [...], acaso sea el gusto creciente por la claridad y la sencillez de dicción, que se une al culto decreciente de una neurosis clásicamente juvenil: la de ser original o distinto a toda costa". Haikus heterodoxos, soleares, sátiras con empaque latino, poemas contra la guerra de Iraq, personales variaciones del "carpe diem", de Omar Jayyam (qué espléndido "Velo de maya") o del Eclesiastés, de todo hay en este libro imperfecto al que, sin embargo, siempre volveremos.