Image: Poesías completas

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Poesía

Poesías completas

León Felipe

13 enero, 2005 01:00

León Felipe

Ed. José Paulino. Visor. Madrid, 2004. 1.360 páginas, 40 euros

Asusta un poco en un primer momento este aparatoso volumen de poesía completa. ¿Escribió tanto León Felipe?, pensamos. Pocos poetas resisten la recopilación de toda su obra: las reiteraciones y las limitaciones se ponen así en evidencia.

León Felipe es ciertamente poeta de antología y fue conocido por antologías, desde la más divulgada Antología rota, de 1947, hasta la última El poeta canta en el viento, de 1998, que no aparece citada en la bibliografía, a pesar de que el recopilador es el mismo que preparó Poesías completas, aunque entonces firmara con su nombre completo: José Paulino Ayuso. León Felipe es un poeta reiterativo e insistente, que gusta de un cierto descuido verbal, que todo lo fía a la pasión y a la potencia de la voz. No podemos acercarnos a él como nos acercamos a un Juan Ramón o a un Cernuda (poetas que no acabaron de entenderlo, como tantos otros). Ni siquiera se parece demasiado a un Neruda o a un Alberti, a pesar de su dedicación a la poesía comprometida. Ambos son más artistas, a su lado parecen primorosos orfebres.

León Felipe no quiere ser un poeta, si por poeta entendemos un artífice del verso que se sienta en su escritorio y escribe y reescribe cada palabra, corrige y tacha, busca dar forma exacta a sus intuiciones. León Felipe se ve a sí mismo como un profeta bíblico que grita su verdad por los caminos y clama en las plazas ante la indiferencia de todos, como un don Quijote apaleado, como el payaso de las bofetadas: un español del éxodo y del llanto. Fue antes el autor de Versos y oraciones de caminante, juanramoniano y puro, para algunos lectores el mejor León Felipe. En esos poemillas iniciales ya había incluido, sin saberlo, la crítica del poeta en que se convertiría años después: "Más bajo, poetas, más bajo.../no lloréis tan alto,/ no gritéis tanto.../más bajo, más bajo, hablad más bajo./Si para quejaros/ acercáis la bocina a vuestros labios,/ parecerá vuestro llanto,/como el de las plañideras, mercenario". No hizo caso a ese premonitorio consejo y por eso buena parte de su poesía nos parece que hoy sólo tiene un valor histórico. Ocurre así con las "alocuciones poéticas" (es el subtítulo de La insignia, de 1937) escritas durante la guerra civil y la inmediata posguerra, que tienen tanto de poema como de eficaz panfleto o discurso mitinero. Pero sería injusto calificar -o descalificar- de ese modo a toda la obra de León Felipe escrita a partir del 36. Con Ganarás la luz (1943) el poeta político deja paso al poeta existencial, no menos excesivo, pero lleno de fuerza y emoción si uno acepta dejarse llevar por su ritmo, seguir las reglas de su juego.

En 1958, tras la publicación de El Ciervo, León Felipe, que tiene ya más de setenta años, parece dar por concluida su obra. Pero todavía tendrá un sorprendente epílogo con ¡Oh este viejo y roto violín!, de 1965, y Rocinante, aparecido ya póstumo en 1969. Son dos volúmenes excesivos y desiguales, como todos los suyos, llenos de ingenuidad y verdad: "Hace mucho frío aquí en la tierra./ Estaba durmiendo bajo un puente./Es invierno./Un invierno muy duro.../Entonces fue cuando me dije:/¿Por qué no te vas al cielo,/a hablar con tus amigos los ángeles?/Y me metí por la gatera que conocéis/ de la puerta trasera del cielo".

En estas Poesías completas -que no ahorran repeticiones: León Felipe gustaba de pasar poemas de un libro a otro- se incluye también una abundante sección de "Poesías sueltas" (además de un apéndice con los primeros versos y los poemas suprimidos), otra de "Traducciones y paráfrasis" (de un poeta tan distante a él como Eliot y de otro al que siempre consideró uno de sus modelos, Walt Whitman) y otra de "Textos poemáticos", donde encontramos lo mismo una carta familiar que el discurso de un homenaje. Y ciertamente, en León Felipe, si los poemas parecen a veces discursos, las conferencias y los discursos parecen siempre poemas. Un grueso tomo de Poesías completas no es la mejor manera de acercarse a un poe-ta (salvo que sea Borges o Cernuda), pero resulta imprescindible para los admiradores entusiastas -esos que no quieren perderse nada- y los estudiosos. Aquí está León Felipe entero y verdadero, con todas sus limitaciones (que no son muchas y muy obvias), pero también con toda su grandeza (que no es poca).