Image: Poesía completa, IV

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Poesía

Poesía completa, IV

Rafael Alberti

10 marzo, 2005 01:00

Rafael Alberti. Foto: Chema Conesa

Edición de José María Balcells. Seix Barral. Barcelona, 2005. 1254 páginas, 39 euros

Son pocos los poetas que logran mantener sus mejores cualidades hasta las postrimerías. Junto a otros de su generación -Aleixandre, Diego, Guillén- Rafael Alberti es uno de los ejemplos más altos de vigor creativo de todo el siglo XX.

Este cuarto y último tomo de su poesía, cuidadosamente anotado por José María Balcells, muestra hasta qué punto, tras los grandes libros del exilio americano, un Alberti ya sexagenario fue capaz de imprimir una nueva orientación a su poesía y de seguir creando libros imprescindibles.

A diferencia de la edición de 1998, realizada por Luis García Montero de acuerdo con el propio Rafael Alberti, el actual editor ha ordenado los libros que componen este tomo de acuerdo con su secuencia creativa, cuyas fechas añade, y considerando aparte algunos conjuntos editados exentos en su día -Desprecio y maravilla (1965-1970), De X a X. Correspondencia en verso con José Bergamín (1971-1972 y 1982), Golfo de sombras (1982-1985)-, con lo que se originan variaciones en relación con el diseño compositivo del autor en 1988. Ciertos desplazamientos de poemas a los libros colocados antes en este tomo afectan en cuestiones de detalle a títulos como Canciones del alto valle del Aniene, Fustigada luz o, especialmente, Los hijos del drago y otros poemas, libro del que se eliminan los poemas que pasan ahora a formar parte de Amor en vilo, todavía hoy muy incompleto. En el apartado "Poemas diversos", y al final de distintos títulos, Balcells introduce un buen número de poemas inéditos en libro y, en algunos casos, desconocidos. Como nota curiosa mencionaré que se añade incluso, algo un tanto discutible, un poema de Antonio Machado -"Tal vez la mano en sueños..."- con el que Alberti realizó en 1989 una de sus liricografías, destinada al homenaje machadiano de la revista "ínsula".

Bajo el signo de la diversidad, este tomo se abre con los Poemas escénicos, escritos en su mayoría en Argentina, pero completados, representados y ampliamente difundidos a partir de la llegada de los Alberti a Italia. La variedad de tonos y formas de estos textos, híbridos de lo lírico y lo dramático, es la que orienta buena parte de la creación albertiana posterior al regreso a Europa, iniciada por Roma, peligro para caminantes (1963-1968), uno de los libros capitales de este período de creación más circunstanciada que nunca, escrito desde una mezcla de vitalismo y nostalgia, alegre, urbano, irreverente, amistoso y con rasgos satíricos que se vuelven críticos en la poesía civil de Desprecio y maravilla (1965-70) y más tarde en la crónica personal de las Nuevas coplas de Juan Panadero (1976-1979), una nueva vuelta al cauce popular.

Los homenajes a pintores y artistas incluidos en cada conjunto prolongan con variaciones el ámbito de A la pintura, igual que Los 8 nombres de Picasso (1966-1970). En las Canciones del alto valle del Aniene (1967-1972) la casa de Anticoli Corrado sirve en Italia, como La Gallarda y La Arboleda Perdida en Buenos Aires, de retiro meditativo en plena naturaleza, en contrapunto con el mundo urbano de Roma, aunque también en estos poemas se acumulan evocaciones, homenajes y testimonios de amistad a distintos artistas y escritores, como en Fustigada luz (1969-1979), un libro muy variado pero de preciso diseño compositivo unificado por la aspiración a la luz creadora de los hombres, ese empeño de cántico del anciano poeta en un mundo en desorden. Los Versos sueltos de cada día (1978-1982) componen otro de los libros importantes de esta época, en forma de un prolongado diario lírico de meditación en claroscuro, de cotidianidad pensada, muy acorde a la poesía joven de aquellos años.

Mención aparte, en fin, merece el intenso erotismo que impregna muchos textos de esta época y, en particular, los pocos que se conocen (reunidos ahora en un solo bloque) de Amor en vilo, dedicados a Beatriz Amposta, el homenaje al sexo de la mujer en Golfo de sombras (1982-1985), y las Canciones para Altair (1983-1988), inspiradas por María Asunción Mateo, todos ellos espléndido testimonio de vitalismo y deseo en la senectud, de exaltación erótica y de realización lírica de uno de los mayores poetas de nuestro tiempo.