Image: En resumidas cuentas

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Poesía

En resumidas cuentas

José Emilio Pacheco

31 marzo, 2005 02:00

José Emilio Pacheco. Foto: Archivo

Ed. Hernán Sánchez. Visor. Madrid, 2005. 189 págs, 8 euros

Apenas nueve páginas dedica Hernán Sánchez, el autor de esta antología, a presentar al público español al mexicano José Emilio Pacheco (1939), no sólo poeta, sino novelista renovador en Morirás lejos (1987) o Las batallas del desierto (1981).

Pacheco ha cultivado también el relato breve en La sangre de la medusa y otros textos marginales (1990); ha sido crítico literario y director de diversas revistas y suplementos, docente en universidades estadounidenses, autor de guiones cinematográficos, traductor cuidadoso (Wilde, Eliot) y respetado intelectual. Sus libros de poemas se reunieron en forma de obras completas en Tarde o temprano (1980) y posteriormente, con idéntico título, en 2000, coincidiendo con su nuevo libro Siglo pasado. Desenlace. El entusiasmo de Hernán Sánchez abre su breve texto, donde intenta comprimir los diversos y aún sucesivos objetivos poéticos que han conformado los doce libros publicados por Pacheco y que debe entenderse como el intento de situar su obra en el olimpo mexicano: "José Emilio Pacheco es ya, junto a Sor Juana Inés de la Cruz, Ramón López Velarde, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Octavio Paz y Jaime Sabines, un poeta imprescindible de una tradición tan rica como la mexicana". Si ampliamos la perspectiva podríamos situar al autor en el ámbito de las estéticas que conviven en la segunda mitad del siglo XX, manchadas por los restos del existencialismo, el personalismo, el desengaño ante las propuestas revolucionarias, aunque nunca exentos de un cierto idealismo crítico comunitario. Su tema fundamental es el paso del tiempo, desde diversas perspectivas.

La poesía de José Emilio Pacheco es la más europea de las que sucedieron a Paz, la que queda más próxima, por ejemplo, a los poetas españoles de la generación de los 50. No nos hallamos ante un poeta que altere substancialmente las formas expresivas, antes al contrario, elige el prosaísmo, el coloquialismo, el lenguaje publicitario, la sentencia, el poema breve al estilo del haiku o, en contadas ocasiones, extenso, amplio y articulado. Pero acierta más cuando comprime sus textos. Pese a que su poesía mantiene unas constantes substanciales no esquiva la experiencia personal, el autoanálisis, si conviene, la ironía distanciadora. Hay un toque de humor en la tragedia humana, elevada también a categoría cósmica. El hombre no deja de estar en conexión con la Naturaleza y la vida. El poeta se ha convertido en una pieza más del engranaje que va de la literatura de los primitivos hasta los contemporáneos sin importar lengua o cultura. "Todos somos/poetas de transición", escribe. Sus primeros libros publicados fueron Los elementos de la noche y El reposo del fuego, ambos de 1966; aunque el primero reunía poemas desde 1958 a 1962 y el segundo de 1963 y 1964. Pero su voz más personal se logrará desde su tercer libro: No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969). El poeta ha pasado por la traumática experiencia de la matanza de Tlatelolco, que no habrá dejado indiferentes ni a Carlos Fuentes ni a Octavio Paz. Escribe: "(La perra infecta, la sarnosa poesía,/risible variedad de la neurosis,/precio que algunos pagan/por no saber vivir./La dulce, eterna, luminosa poesía.)// Quizá no es tiempo ahora./Nuestra época/nos dejó hablando solos".

La soledad o la desconfianza sobre el material verbal sobre el que trabaja el poeta seguirá con Irás y no volverás y se prolongará hasta su producción última, donde la reflexión sobre el envejecimiento o la muerte aparecen con mayor profusión. En ocasiones, Pacheco toma en préstamo versos de Vallejo, Cernuda, Bécquer o Rilke. Otras, parafrasea los de otros. Pero en sus últimos textos, De siglo pasado, podemos advertir, junto a la ironía, un avance: "Lo posmoderno ya se ha vuelto posantiguo./Todo pasó. Eres muy siglo XX, me dice la muchacha del 2004", mientras cierra el poema con una estampa de 1904.

Hernán Sánchez ha valorado la "actitud ética y originalidad literaria" así como el "fulgor del lenguaje" o en palabras de Octavio Paz: "Cada poema de José Emilio Pacheco es un homenaje al No; para José Emilio el tiempo es el agente de la destrucción universal y la historia es un paisaje en ruinas". También lo es México D.F. y le transforma en poeta urbano, sin olvidar su crítica política. Hubiéramos preferido una más amplia selección de poemas; pero cuantos desconocen la obra de este poeta mexicano, anclado en su tiempo, descreído y audaz, pueden iniciarse en su lectura. ¿Cómo no recomendar los poemas de un artista tan entrañable como singular, capaz de adaptarse y trasmitir las veleidades de un discurso temporal, que es el de tantos?