Image: Nocturno mediodía

Image: Nocturno mediodía

Poesía

Nocturno mediodía

Sophia de Mello Breyner Andresen

7 abril, 2005 02:00

Sophia de Mello. Foto: Kike Parra

Edición de ángel Campos Pámpano. Galaxia Gutenberg. 445 págs, 21 e.

Pocos poetas tan fieles a sí mismos como la portuguesa Sophia de Mello. Poeta del mar, de las cosas elementales, de la herencia griega, de sus mitos siempre recién nacidos.

En una de las poéticas que cierran este volumen escribió: "Mi recuerdo más antiguo es una habitación frente al mar y una manzana enorme y roja encima de una mesa. Del brillo del mar y del rojo de la manzana se erguía una felicidad innegable, desnuda y entera. No era fantástico, no era nada imaginario: era la propia presencia de lo real lo que yo descubría". Sophia de Mello busca en su poesía la objetividad de la mirada, "el esplendor de la presencia de las cosas" que volvería a encontrar en Homero. Pero esta poeta que parecía vivir en un edén al margen de la historia no fue insensible a las turbulencias de su tiempo. Activa resistente al fascismo de Salazar, la revolución la llevó a la política activa. Puso entonces su poesía al servicio de una buena causa, sin que apenas se resintiera la limpidez y la transparencia de su palabra. Los riesgos del simplismo panfletario no dejaron, sin embargo, de pasarle factura, como demuestra incluso alguno de los poemas recogidos en Nocturno mediodía: "En estos últimos tiempos es cierto que la izquierda ha cometido errores/Ha caído en excesos confusiones ha practicado injusticias/ ¿Pero qué diremos de la larga tenebrosa y hábil/degradación de las cosas que la derecha practica?".

Con los poemas políticos de El nombre de las cosas (1977), Sophia de Mello cumplía un deber cívico, violentando un tanto su propia poética. No habría necesitado hacerlo: toda su poesía era una negación de las mentiras de la dictadura, un limpio antídoto contra su enervante baba ideológica. Consciente de las limitaciones de su poética, que tiende al poeta breve, intenso, a la fulguración que no puede reiterarse demasiado sin incurrir en la monotonía, Sophia de Mello intenta a veces el poema histórico ("Meditación del duque de Gandía sobre la muerte de Isabel de Portugal") o la escritura "a la manera de", como ocurre en el poema titulado precisamente "Soneto a la manera de Camões" o en el "Homenaje a Ricardo Reis", donde recrea de admirable manera las odas latinizantes de ese heterónimo pessoano, tan próximo y tan distante a su neopaganismo.

También en algún poema parece dialogar con su estricto coetáneo, Jorge de Sena, nacido igualmente en 1919. "El Minotauro", incluido en Dual (1972), parece una réplica de "En Creta, con el Minotauro", uno de los más famosos textos de Jorge de Sena, perteneciente a Peregrinatio ad loca infecta (1969). La admiración entre ambos poetas se debía en buena parte a que eran figuras contrapuestas: dispuesto a dejarse llevar por todas las solicitaciones, Sena; siempre fiel a sí misma, Sophia ("porque pertenezco a la estirpe de aquellos que recorren el laberinto/sin perder jamás el hilo de lino de la palabra"). A la manera de Jorge de Sena está escrito, sin decirlo expresamente, "Camões y la pensión": "Habrás de ir a palacio a que te paguen/La pensión en la fecha señalada/Este país te mata lentamente/ País al que llamaste y no responde/ País al que tú nombras y no nace". No dudó Sophia de Mello en aproximarse a los poetas que admiraba (¿cómo no pensar, al leer los dísticos de "Algarve", en Eugénio de Andrade?) porque sabía que por mucho que se acercara no podía haber confusión posible.

ángel Campos Pampos -ejemplar traductor- ha dispuesto de manera unitaria, sin separación en libros, esta antología, que abarca desde Poesía (1944) hasta La caracola de Cos y otros poemas (1997), con el añadido de dos poemas posteriores. La sorprendente unidad de una obra que abarca más de medio siglo queda así puesta de relieve. En su excelente prólogo, Eduardo Lourenço se refiere a los primeros poemas de Sophia como "un milagro de la especie más rara, el que nace de una vida todavía en su aurora, con un mundo que se ofrece y que ella habita como si fuese un paraíso". Aunque intente abrirse a otros caminos, sus mejores poemas seguirán hablando del paraíso que descubrió en su infancia, del mar que da título al primer texto seleccionado en esta antología y a tantos otros ("De todos los rincones del mundo/amo con un amor más fuerte y más profundo/ aquella playa extasiada y desnuda,/ donde me uní al mar, al viento y a la luna"), del tiempo y el espacio más limpios y verdaderos -según leemos en el poema final-, "donde por sí mismo el poema se escribía".