Image: El náufrago metódico

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Poesía

El náufrago metódico

Luis Rosales

12 mayo, 2005 02:00

Luis Rosales

Ed. L. García Montero. Visor. 488 pp, 15 e. Antología poética. Ed. E. García-Máiquez. Rialp. 271 pp, 14 e.

"No son muchos los poetas españoles de los que cualquier persona medianamente culta tenga tantos datos", destaca García-Máiquez su prólogo. Y efectivamente no se puede decir que Luis Rosales sea un poeta desconocido. Desde su primer libro gozó de general aprecio, empañado más tarde en algunos medios por motivos políticos, pero acrecentado hasta casi la beatería en los últimos años de su vida.

Luego, poco a poco, ha ido entrando en un cierto purgatorio: continúan, cuando la ocasión se tercia, los elogios rutinarios, pero hace tiempo que ha dejado de ocupar un primer plano en la atención lectora. Dos poetas de diferentes generaciones y dos veteranas colecciones de poesía han coincidido en el deseo de poner remedio a esa relativa marginación. Tanto uno como otro prologuista piden disculpas porque la suya no sea una edición crítica. "No era éste el lugar para una labor filológica, que iluminase las distintas versiones y las preferencias del antólogo entre las múltiples variantes", escribe García Montero. Y por ello, añade, reproduce "las versiones finales" de los poemas de Luis Rosales.

Curiosa concepción de la labor filológica, y de la edición crítica, la que parece desprenderse de esas palabras. Lo que el buen editor debe hacer es precisamente lo que García Montero ha hecho: publicar los textos de acuerdo con la última versión autorizada por el autor, no dedicarse a seleccionar la versión previa o el borrador que a él le parece preferible. Sólo cuando se ignora cuál de las distintas versiones que han llegado hasta nosotros procede directamente del autor es cuando tiene sentido una edición que seleccione entre las diversas variantes la más adecuada. De un escritor contemporáneo, la mejor edición no es la más anotada (que es a lo que algunos llaman "edición crítica"), sino la más fiel al texto tal como salió de la pluma del autor. Para realizar una buena antología de la poesía de Luis Rosales no necesitaba García Montero "iluminar las distintas versiones", pero sí, por ejemplo, dentro de la serie de La carta entera distinguir los poemas que pertenecen a cada libro, cosa que se olvida de hacer.

Otra cosa es que la cronología que el autor nos ofrece de su obra no resulte siempre de fiar y haya de ser reconstruida. La primera edición de Segundo abril, de 1972, se iniciaba con una nota de Rosales en la que se leía: "Segundo abril es una historia de amor que he vivido siendo estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Fue escrito entre los años 1938 y 1940, en las ciudades de Pamplona y de Burgos, lo cual no quiere decir que no haya sido corregido posteriormente: yo corrijo hasta en pruebas". Pero luego resulta que bastantes de los poemas aparecen fechados en 1931 ó 1935.

Parte de la poesía de Luis Rosales, como no podía ser de otra manera, ha envejecido. Sin negar su valor histórico, poco dice al lector contemporáneo la redicha retórica de Abril o el tradicionalismo garcilasista de Retablo de Navidad. El Luis Rosales que hoy interesa comienza con La casa encendida, ese libro fundamental y fundacional que ambos antólogos tienen el acierte de recoger íntegro, y con Rimas, un libro nada becqueriano, a pesar del título. Algunos de los poemas de Rimas bastan para otorgarle a Luis Rosales un lugar destacado en la poesía de cualquier tiempo, entre ellos "Autobiografía". Pero la generosa selección que de esa obra hace García Montero le lleva a incluir algún texto que nos muestra la retórica de Rosales funcionando en el vacío, cosa no infrecuente en él. Es el caso de "La pregunta", rimbombante homenaje que nos hace sonreír. Los poemas de Como el corte hace sangre continúan los aciertos de Rimas. El libro Canciones nos ofrece a un Luis Rosales sólo aparentemente menor. Dedicado a Antonio Machado y a Ramón Gómez de la Serna, detrás de esos breves poe-mas están los proverbios y canciones machadianos, las gregue-rías y el cante hondo. Con La carta entera el poema se hace narrativo, divagatorio, interminable. Sus tres libros son una especie de autobiografía lírica, de novela costumbrista, de reflexión esistencial. Y están llenos de ocurrencias brillantes, como la mayor parte de su poesía (no sólo en Canciones se muestra Rosales discípulo de Gómez de la Serna).

En una significativa parte de su obra, Luis Rosales ha dejado de ser nuestro contemporáneo sin llegar a convertirse en un clásico; pero lo mejor de su poesía, y estas antologías lo demuestran, sigue heridora o divertidamente vivo.


Autobiografía
Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.