Poesía

Amor en vilo

Pere Gimferrer

6 abril, 2006 02:00

Pere Gimferrer. Foto: Santi Cogolludo

Seix Barral. Barcelona, 2006. 224 páginas, 19’50 euros

"Tiene el amor su lenguaje", declara Gimferrer en la nota que cierra Amor en vilo. Zanja así el poeta la cuestión de su retorno al castellano en los dos libros paralelos que acaba de publicar:"Lo explica sobradamente el cambio de interlocución (y de interlocutora) que es a la vez materia y condición necesaria de la existencia de ambos libros, y de toda mi propia existencia personal".

No cabe duda del carácter perturbador del cambio que declara el poeta: en Interludio azul y en Amor en vilo es la reanudación de una relación amorosa interrumpida en 1969 la que genera una escritura densa y extremada. El primero narra en prosa una laberíntica seducción nutrida de interminables conversaciones telefónicas, de citas, de referencias culturalistas que nos transportan al vivir estético del personaje de aquellos años y de hoy mismo. La materialización del reencuentro la desarrolla Amor en vilo por medio de una frondosa escritura poética que va conformando la crónica arrolladora de la pasión recién recuperada.

Sorprende el título de este nuevo poemario, que ya fue usado por Pedro Salinas en 1933 para agrupar poemas que pasarían a La voz a ti debida y, luego, por Rafael Alberti para un extenso libro amoroso aún no publicado íntegro. Apropiándoselo, el poeta catalán homenajea a ambos y no cabe duda de que lo que designa el título se ajusta perfectamente al sentido de su libro. Con nada menos que 151 poemas fechados, tantos como los publicados por el autor en catalán desde 1970, Amor en vilo se configura como dietario o cancionero amoroso que abarca desde el 12 de abril de 2004 hasta el 15 de enero de 2006. Algo más de año y medio de dedicación, by love possessed, a una escritura frenética cuya exuberancia ha dado lugar a un intenso ejercicio formal e imaginativo de resultados unos buenos y otros más discutibles. Si el poeta hubiese pretendido entregar un libro quintaesenciado, habría bastado una treintena de poemas para cuajar la nueva luz que Gimferrer ha logrado, no siempre en los textos de mayor alarde técnico y que, para mí, son, entre otros, "Leyenda", "Mito", "Sotto voce", "Casablanca, 5:30 p. m. (III)", "Jeu de cartes", "Un uomo di marciapiede", "Quebrar albores", "Vendimia", "Afrodita", "Venus", "Transustanciación", "Nightfall", "Pitfall", "L’or de l’azur", "Nox erat", "A love supreme", "Lubricán", "Ferragosto", "Incipit", "Soleil et chair", "Wild is the wind", "Love setter", "Velut umbra", "Winter dream" o "Ad plurima".

En todos ellos está el mejor Gimferrer. Pero el poeta ha optado por dar cuenta, mediante el tumulto de poemas, de la exaltación de un "corazón insurrecto" (como acuñó Foix) gracias al tiempo recobrado. Una exaltación explosiva y a veces hiperbólica que da lugar también a salidas risibles ("esta boa que sólo por ti es cabalgada,/ toda tuya esta boa de mi falo: en la nada/ si no vive en tu boca o en tu vulva ensanchada") o a rimas devastadoras: "Quiero para mis labios esta luz de gladiolo/ quiero para mis brazos este cuerpo de luz,/ si desnuda no vienes, que me llamen Pocholo". Claro está que en muchos momentos, más allá de la maestría métrica y de la provocación de las rimas, opinable, el poeta consigue sorprendernos favorablemente: "Revólveres en campos de jazmín/ son tus dos ojos", "Aquí tú y yo, piel contra piel, antorchas/ que nunca se consumen, como dura/ la nota cuando deja de ser nota,/ el color si dejamos de mirarlo,/ la palabra ya escrita o pronunciada,/ el estío sin tiempo del amor", etc.

Del esplendor al juego disparatado, Gimferrer eleva en este libro un intenso homenaje a la literatura y las artes, desde el dolce stil nuovo al modernismo y las vanguardias históricas, en rica amalgama, visitando de nuevo infinidad de referentes "Cerrar podrá mis ojos, pero -no mi sentir/ la careta antigás de la noche postrera"-. Pero lo que construye, sobre todo, es su muy propia celebración de la precaria victoria de la pasión sobre el tiempo, es decir, de la poesía, gracias a una amada que se nombra y se transforma sin cesar pero que se reviste, siempre y ante todo, de esa cualidad lumínica esencial en toda la poesía amorosa de Gimferrer y que genera el dinamismo esencial del conjunto: "Viviremos de amor enajenados/ y arderá en mi pasión tu poderío".