Poesía

Sobre la delicadeza de gusto y pasión

Jose María Álvarez

27 abril, 2006 02:00

Jose María Álvarez. Foto: F.D.C.

Renacimiento. Sevilla. 2006. 119 páginas, 12 euros

Al publicar Museo de cera (2002), José María Álvarez (Cartagena, 1942) cerraba un magno ciclo poético iniciado en 1970. En 2003 aparecía Los decorados del olvido, memorias complementarias a esos treinta años de poesía.

Ahora este nuevo libro supone, de momento, abrir otro ciclo en el que el autor se mantiene fiel en lo esencial a la fusión de arte y vida que caracteriza su escritura. Una "vida poética" anticonvencional que álvarez prolonga enfatizando algunos aspectos de su obra última, en particular el tratamiento provocativo del sexo y de la sociedad contemporánea, la afirmación de Arte y una forma de resistencia afianzada en el hedonismo y en la disidencia.

Aunque en los títulos y en los versos las citas en inglés, francés, italiano, alemán o latín mantienen el diálogo multiforme con sus autores preferidos, Shakespeare el primero , como novedad álvarez nos enfrenta sin la mediación de epígrafes con ese ámbito absoluto de la Poesía, que es al tiempo "ese coño donde humedecer los labios" y la única Patria verdadera en la que tienen cabida toda la belleza del mundo, los libros amados, la excelencia de los amigos, la Historia, el Deseo sexual, la irreductible y polémica discrepancia con los supuestos comúnmente aceptados de la vida política española y de la sociedad global contemporánea: "Este tiempo miserable donde/ jugando con la notable frase de Churchill: nunca/ tanto imbécil ha sojuzgado/ tanto a tan pocos excelentes".

Desde la incorrección política con que álvarez clarifica su radical independencia, sexo y sociedad son los dos ejes temáticos del libro, particularmente en las series "Guirnalda de Afrodita" y "Poemas del exilio", donde resaltan un apasionamiento y un sarcasmo desafiantes. De manera transversal recorre el conjunto una acusada elegía: memoria, homenajes, conciencia de la pérdida ahondan la introspección mediante una escenografía de intensa sensorialidad en la que se combinan los instantes de plenitud en abandono ("Respirar profundamente y sentir que me llena/ el Mundo. Perla/ de milagrosa transparencia, Diosa/ de los cielos, me miro en ti/ como en un espejo. Conviérteme/ escalofrío de tu esplendor"), y una conciencia del acabamiento que no deserta de la celebración de la Belleza: "Sabe que un día, y no lejano acaso,/ perderá todo esto. Pero ahora/ cómo muerde en su carne/ la perfección y la belleza de este Otoño.// En el sendero de la Muerte,/ mineralizándose,/ contempla cómo asciende la Luna".

Dando sentido al título, el gusto y la pasión primordiales en la poesía de José María álvarez muestran hasta qué punto el gran teatro de su obra es fruto de una autenticidad -molesta para muchos, sin duda- que hace del poeta uno de los más destacados de su generación.