Poesía

Tres deseos

Amalia Bautista

29 junio, 2006 02:00

Amalia Bautista. Foto: M. Franco

Renacimiento. Sevilla, 2006. 206 páginas, 10 euros

Con poco más de un centenar de poemas Amalia Bautista ha consolidado una de las voces más personales y más valiosas de los últimos veinte años. Ajena a las fatuidades teóricas y a los modos oscuros -"Prefiero la poesía inteligible porque aún no he conseguido emocionarme con lo abstruso ni con lo vacío", declaraba recientemente-, la poeta ha ido creando una historia del corazón y una reflexión sobre el vivir cuya aparente sencillez es su clave propia para iluminar los rincones oscuros de la conciencia y la índole contradictoria de los sentimientos. Así lo formula una de sus escasas concesiones a la metapoesía: "Construyo mundos más o menos claros,/ más o menos perfectos, más o menos/ geométricos. Construyo siempre mundos/ dignos de las peores pesadillas" ("Hilos de seda").

Ya en Cárcel de amor (1988), sobre los ecos de Luis Alberto de Cuenca y los guiños irónicos al mundo épico de Martínez Mesanza, se afianza la expresión de un sujeto femenino anticonvencional que a partir de una variedad de referencias históricas, cinematográficas y literarias sienta con ingenio y frescura las bases de un análisis sentimental y una expresión del amor como arrebato y autoengaño que profundiza con mayores claroscuros en Cuéntamelo otra vez (1999). En la mezcla de lo cotidiano y la alusión literaria -mitos, fábulas y cuentos infantiles- el discurso de las emociones, más conflictivo a partir de este libro, da entrada a un mundo de pesadillas y duermevelas que instalan decisivamente la amenaza del desamor y la mirada insistente al infierno de la soledad, aunque en pugna con la apuesta por la lucidez.

Estoy ausente (2004), el más denso de sus libros, ahonda decisivamente en el desvelamiento de la intemperie existencial: "Siempre habrá niebla. Y seguirá existiendo/ la violenta ternura de tus manos". Así lo cuenta la araña protagonista de "Hilos de seda", el núcleo central del libro, y así se organiza el conflicto de la conciencia como el argumento de un estar ausente que no es sino el camino de ese "alcanzar razón" que buscan las palabras de Garcilaso al frente del conjunto: el temblor, el desamparo y los sarcasmos de "Negra bilis", primera parte, dejan paso en la última, "Luz del mediodía", a la queja viva que hace ahora de la vigilia pesadilla y que abre a las inciertas ilusiones el territorio de los sueños y de las fantasías ("El bosque"). Una veintena de poemas inéditos en libro añaden nuevos matices a esta dialéctica: desde la amarga reflexión de "Rencor", de la serie Pecados (2005), hasta la resistencia por la que apuestan "Brindis" o "El puente", uno de los más hermosos de la autora.