Poesía

Sebastián en sueños y otros poemas

Georg Trakl

7 septiembre, 2006 02:00

"Retrato de Georg trakl" (1917) por Oskar Kokoschka

Edición bilingöe de Jenaro Talens. Galaxia Gutenberg/ Círculo de lectores, 2006. 315 páginas, 17’50 euros

En una carta de 1910 escribe Trakl: "La consigna para gente de nuestra condición es: ¡Adelante, hacia ti mismo!". Eran palabras que intensificaban otras de su juventud, la firme creencia en la complejidad de su ser: "¡El camino me parece cada vez más difícil! ¡Mejor así". Otras palabras de Hugo von Hofmannsthal revelan el sentido último que podía tener una poesía como la suya: "Tenemos que despedirnos de un mundo antes que se deshaga. Muchos lo saben ya, y un sentimiento indescriptible hace poetas de ellos". Son citas que evidencian las raíces de Tralk, el sentido obsesivo de su voz lírica y desgarrada. Además, él sobresale en unos tiempos en los que la poesía en lengua alemana posee nombres de altura: Rilke, George, Benn o Celan.

Desde los sueños-poemas de Cáliz de oro, Georg Trakl (Salzburgo, 1887-Grodek, 1914) mostraba una fuerza expresiva y una originalidad que eran reflejo de su desbordante mundo interior, de la abismal coherencia que en él se dio entre vida y obra. Hablamos de un mundo fulgurante y perturbador que sus versos evidencian pronto: "En el oscuro espejo de mi alma/hay visiones de mares nunca vistos…" Y enseguida aparece un símbolo, un color -el azul- que junto al negro serán claves para reflejar la atmósfera inquietante, convulsa, de ese mundo suyo que parece inflamarse o estallar, y sometido a un irracionalismo mucho más coherente que el de Rimbaud, con el que se le ha comparado.

El profesor y poeta Jenaro Talens nos ofrece en esta cuidadosa edición una parte muy esencial de la poesía de Trakl, sustentada en el segundo de sus libros, Sebastián en sueños, y en una selección del resto de su poesía, la que va de Cáliz de oro a los poemas publicados en revistas y a los póstumos. Trakl sólo vivió 27 años y su mensaje fue sacudido por el tiempo que le tocó vivir. Su extremada sensibilidad padeció no pocos asaltos, del que no fue el menor la I Guerra Mundial. En ese tiempo de guerra, una depresión sólo podía conducir al suicidio o a la muerte. En su desesperación final, el poeta logró fundir ambos. Quizá por ello, la muerte se nos muestra invasora a lo largo de su poesía.

La belleza de la naturaleza de montaña, una plenitud encendida por el sentimiento de piedad y de aceptación, marcan sus poemas. Bosques y estaciones, amaneceres y ocasos, son los espacios o momentos en los que nos abre su mundo lleno de hallazgos y en los que alivia su dolor. Todo parece ser terrible en su poesía, pero sabe asumir el mal con una dulzura muy suya: "Tan inefable es todo, Dios, que uno cae conmovido de rodillas". Ese mundo -a la vez tan fuerte y tan tierno-, nos entrega, como en grietas o heridas luminosas, una vida a la vez esperanzada y tenebrosa, anunciadora del fin de un tiempo. ¿O de todos los tiempos?

Tiene razón Talens al decirnos en su estudio previo que la poesía de Trakl se adapta mal al canon expresionista, incluso del alemán, del que él nos ofreció Tres poetas expresionistas alemanes (Hiperión, 1998). En Trakl hay un ritmo onírico (y, sobre todo, un mensaje de fondo), que lo distinguen del expresionismo al uso. Poemas que se repiten como ondas en el agua o como un juego de espejos en imágenes que nunca cansan. En esta valiosa selección se nos ofrecen versiones que el poeta hizo con sabiduría de un único tema, a veces hasta cinco veces. (Recordemos las variaciones de algunos de sus poemas más bellos, como "Elis", o el dedicado a Novalis).

Disponíamos de una edición de las Obras completas de Trakl debida a J. L. Reina Palazón (Trotta, 1994), pero ésta que comentamos de Talens posee, entre sus virtudes, la de que el lector puede abordar dicha obra de manera rápida y garantizada. ésta es otra de las posibilidades que nos ofrece la obra del "Hülderlin del siglo XX": admite muy bien la síntesis sin que se nos prive de sus hallazgos absolutos. Seleccionador y traductor salvan así brillantemente esa especie de microcosmo fértil que es cada poema del poeta austríaco.