Image: Universo sonámbulo (elegías)

Image: Universo sonámbulo (elegías)

Poesía

Universo sonámbulo (elegías)

Ángel García López

28 septiembre, 2006 02:00

Ángel García López. Foto: Archivo

Premio Villa de Rota. Renacimiento. Sevilla, 2006. 68 páginas, 7 euros

Como un "universo sonámbulo" veía André Breton el mundo pictórico de Gustave Moreau. Muy distinto es el sentido del Universo sonámbulo que ángel García López (Rota, 1937) ha trazado en estas elegías. Y es que, a diferencia del onirismo esteticista de Moreau, el sueño que dialoga con los nombres que aquí se congregan, siendo también el de la historia y la cultura, es ante todo el de una realidad que se plasma como intensidad de percepción, como aspiración ideal y como ambición nunca satisfecha de escritura. Esto es algo que García López ha ido construyendo a lo largo de veintitantos libros como un mundo poético personal y coherente, de registros y tonos muy variados pero siempre fiel a su culturalismo, a su estirpe barroca asumida, a su lujo verbal y a su dominio métrico.

De todo ello hay en los poemas de este libro. Cada uno invoca entre paréntesis a un autor preferido, en la línea de los numerosos homenajes, retratos y variaciones de otros libros. A partir de la sintonía básica, en algunos casos resuenan algún verso, algún rasgo formal o algún motivo del poeta homenajeado, como en los poemas dedicados a Bécquer, Neruda o Claudio Rodríguez. En otros se presta voz a los personajes, se les elogia o se establece un especial diálogo con sus figuras y sus mundos respectivos (de Cadalso a Pasolini). El dedicado a Góngora, que sirve de pórtico, es también una defensa de la poética culturalista del propio García López.

Asoman destellos de humor erótico en poemas como el albertiano "Miss X viaja en autobús, calle Serrano" y se resalta el paladeo verbal y rítmico en los dedicados a Neruda o a Pizarnik, una especie de tango de sonoridades modernistas, tan ajeno, por otra parte, a la escritura de la poeta argentina. Sin embargo, el tono dominante es el elegíaco, que da lugar a espléndidos versos de raigambre barroca: "un ayer, ya convertido en nadie,/ tachado con ceniza en la memoria", y tantos otros.

No cabe duda del dominio léxico y métrico del poeta, del acierto de sus sonetos y de las distintas composiciones de metro y rima que se suceden, por más que en poemas como los dedicados a Larra o a Pavese fuerce al extremo la sintaxis o que en los versículos de los dedicados a Rosales y a Martín Descalzo el ritmo mantenido del heptasílabo resulte algo monótono. Muy por encima de estos detalles sobresalen los espléndidos logros, aquéllos en los que la reflexión existencial subraya la elegía y los dedicados a Cernuda, Villalón, Espriu o este personal "Atardecer en Fuentepiña" dedicado a JRJ: "Angosto y amplio/ el matriarcado de esta luz, el tenso/ suplicar de los pájaros, las torres/ del agua, el largo vuelo/ del rostro esquivo de la tarde, el gozne/ con que cierran los labios/ su portal al silencio".