Image: Puntos cardinales. Poesía 1991-2006

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Poesía

Puntos cardinales. Poesía 1991-2006

Jenaro Talens

19 octubre, 2006 02:00

Jenaro Talens. Foto: Érika Perales

Cátedra. Madrid, 2006. 256 páginas, 15 Euros.

Como tercer volumen de su obra poética reunida, Puntos cardinales recoge los libros publicados desde 1991 más las colecciones inéditas Rosa sin porqué y A cielo abierto y el poema "No hay más tinta que el cuerpo", que cierra el conjunto, y algunos otros textos publicados antes en ediciones muy restringidas. Sirva todo ello para decir que este libro es tanto una recopilación cuanto, en buena parte, una novedad. Así, ocasión para la relectura y también para la lectura del trabajo de uno de los poetas contemporáneos de auténtico relieve.

Y digo esto porque la escritura de Talens (Tarifa, 1946, prestigioso estudioso de la literatura, además de poeta) se inscribe en la mejor de las tradiciones modernas, aquélla que, con sus raíces en el romanticismo, hace suyas las novedades del simbolismo y de las vanguardias. El resultado es un discurso poético que, sin perder de vista que es tal cosa, sin renunciar a la expresión de las emociones, inscribe en él los interrogantes más cruciales de la problemática propia de este tiempo.

Es, para empezar, la cuestión de la identidad, quién se es (y quizá, mejor, qué se es), que esta escritura pone en escena una y otra vez a través de un sujeto poético que en múltiples ocasiones es representado como viajero, caminante, etc. y que, si dice "Estoy aquí, sentado", resulta que lo está en un lugar, "este motel", lo que dice que está ahí, sí, pero de paso. En ese mismo tema, hay que considerar la memoria y lo que ella pone en cuestión: "¿A quién le pertenece mi pasado?" es el primer verso de "Lo fugitivo dura", un gran poema, todo hecho de interrogaciones, sobre este asunto. Y no menos la no unicidad del yo y al respecto exigen ser mencionados, al menos, el excelente "Fantasma con monóculo" o "Monólogo de Frankenstein" y su declaración, que no vale sólo para tal personaje, en que afirma estar "Hecho con los pedazos de otros hombres".

Además de que se nombra en la itinerancia la condición de la existencia -y el recuerdo de la muerte retorna a cada poco-, un sujeto así es símbolo de que la identidad es un hacerse, y deshacerse, y símbolo también de cómo vivir es recorrer el camino del conocimiento. Y, siendo así, esa travesía nos puede conducir, por cuanto la vida lleva a la muerte, a una última etapa en la que conocer es, en correspondencia con lo anterior, saber que no se sabe.

En todo ese entramado, y puesto que se trata de escritura, adquiere su importancia el cuestionamiento del lenguaje -otra de las constantes de la poesía de Talens y de la tradición antes mencionada-. ¿Cómo decir el mundo con el lenguaje?, ¿cómo decir si el instrumento es invocado aquí con un "Tú, palabra, aire escrito", en lo que es ya una descripción de lo vacío o la nada? No es posible hoy una poesía que no se haya puesto en cuestión a sí misma y esta obra es toda ella, entre otras cosas, imagen de esa pregunta. Y ¿cómo no ver en esto una relación de homología con todo lo ya comentado y, por tanto, una sólida unidad de fondo?

Hoy, que parece que la práctica del poema en prosa, y el interés por él, goza de buena salud, hay que anotar que Talens, autor de muchos textos en prosa, es uno de sus maestros. Una vez más, se da en ellos, al plantearse una relación conflictiva entre su forma de prosa y el que el
discurso se metrifique, total o parcialmente, una incertidumbre o aun una indecidibilidad que es característica de este discurso. Los bellos haikus de "Tras-os-Montes" merecen también ser mencionados.

No son pocas las cosas que no pueden tratarse en una reseña, pero basten las aludidas para concluir que la poesía de Talens, uno de los puntos cardinales de la lírica española, es esa luz que no se apaga, sino que sigue en pie. Salve.

Fantasma con monóculo

La patria es el lugar donde no estoy,

el arrabal de mi melancolía;

en ella inscribo gestos, la grafía

de los muchos que fui, de quien no soy.

Viajé (perdí lugares) hasta hoy,

de noche en noche, sin buscar el día.

Tú, negro sol de la sabiduría

que iluminas la senda, dime ¿voy

o vengo? Pasajero de una nave,

no tuve luz, ni rumbo, sí ternura:

creí que un cielo en el infierno cabe.

Me inventé una ciudad. Yo fui Lisboa,

y di nombre a una máscara: Pessoa.

Amé. Pensad en mí sin amargura.