Image: Poemas de amor

Image: Poemas de amor

Poesía

Poemas de amor

James Laughlin

15 marzo, 2007 01:00

James Laughlin, en 1941

Traducción de Juan Antonio. González-Iglesias Pórtico de Jacques Darras. Linteo. Santiago de Compostela. 2007. 140 páginas, 13 euros

Llegaste como una / canción cuando yo había terminado / de cantar", dice James Laughlin. ¿Pero, cuándo acaba de cantar el verdadero poeta? él, desde luego, aunque esto afirme, no dejó de hacerlo, ni siquiera en el campo amoroso, incluso avanzada la edad, que nunca oculta, y así llega a mencionar en un poema sus 79 años. Cierto que en este sentido no hay barreras para el amor. Leos Janácek escribió sus obras musicales más apasionadas y juveniles, después de los setenta. Pero Laughlin, que parte de los clásicos grecolatinos, parece que desde un principio haya mirado el amor situándose en la madurez, como desde una lejanía que lo acrisola todo. Y es todo el espectro amoroso el que abarca con su escritura, incluido el "mandato biológico", ese lenguaje secreto: "la comunicación de la caricia, dedos / sobre la carne, labios adentro de la carne".

La caricia es un punto culminante para él, en el campo amoroso, sin duda porque indica el tacto, y el paso de la mirada al tacto vence la oscuridad. Se diría que es éste el sentido que impera, sobre todo cuando no hay luz, y duplica la sensación esperada hasta que los dos cuerpos encajan como dos cucharas -insólita metáfora- y la piel desnuda es toda elocuencia. La identificación con el ser amado se hace sencilla, como si se tratara de un elemento natural, y, ambos -amante y amado- se ven sometidos a la gravedad que vence la ilusión, el momento de entrar en el sueño pensando en la imagen inspiradora del amor, ese sueño que es todo expectativa, taber-
náculo a la espera de que lo irreal, duplicando su irrealidad, se haga real.

Pero también el cuerpo es un santuario, pues el abrazo es sagrado. Esa materialidad corporal -como un ara- "desde la / frente hasta los pies", arranca, con todo, la pregunta: y el alma, "¿dónde reside?". La gran naturalidad con la que surge esta pregunta, la misma con la que aparecen los distintos aspectos del amor, desde el recuerdo de los anhelos infantiles a la realidad de la vejez, unida al culturalismo que provoca la reescritura o escritura inspirada en poemas clásicos que van de Propercio, Kabir, y Ovidio, el Shilappadikaram o al trovador Peire Vidal, es lo que sitúa a Laughlin en su época. En este sentido la maestría de Ezra Pound, del que fue discípulo durante seis meses en Rapallo, es una clave importante.

James Laughlin nació en Pittsburg en 1914 y murió en Norfolk en 1997. Estudió en Harvard italiano y latín y a los veinte años partió hacia Europa. Valorado por Pound desde un principio, éste le transmitió su cultura y sus consejos, y, partiendo de uno de ellos, Laughlin creó la editorial New Directions, donde se publicaron obras de los grandes autores en lengua inglesa del siglo XX: Cummings, William Carlos Williams, Wallace Stevens, Dylan Thomas o Henry Miller. A él se deben también ediciones inglesas de Hesse, Lorca o Mishima. Otro de los consejos que dio Pound al joven poeta fue que dejara de escribir, y éste lo cumplio durante algunas décadas, hasta que, en la segunda mitad de su vida su vocación desbordó en libros como In Another Country (1979), Tabellae (1986), The House of Light (1986) o The Owl of Minerva (1987), que fueron ampliamente reconocidos, y donde se expresan ideas cultas con un lenguaje sencillo y coloquial.

Lo más destacado de su estilo, sin embargo, es su comedimiento. A este propósito, el estudioso Andrei Codrescu manifestó: "bajo su apariencia de padrino de la Modernidad, James Laughlin se ha ido erigiendo secretamente en el cabecilla de la Poesía del Eros Sensato, el Catulo de la América fin-de-siècle".

Finura es la palabra que define a Laughlin y define su libro, recientemente publicado, Poemas de amor. Finura en la expresión, en el contenido y en la cuidada traducción de González-Iglesias. No hay que buscar pasión ni erotismo en estos versos, sino deleitarse en la claridad que los traspasa y aprovechar la sencillez de su estilo para una lectura bilingöe.

UNA TRADUCCIóN

¿Cómo te decidiste a traducirme

de un idioma a otro idioma del inglés

de la amistad -digamos- al francés

de los amantes? medio año hacía

que nos habíamos conocido cuando

un día en el que hablábamos (de uno

de tus dibujos) te giraste súbita

contra mí y conseguiste que mis labios

acabaran debajo de los tuyos

la alternancia de idioma fue tan fácil

como si con decirlo ya supieras

hablar francés conmigo y a tu antojo.