Image: Ola de frío

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Poesía

Ola de frío

Karmelo Iribarren

21 junio, 2007 02:00

Karmelo Iribarren. Foto: Sara Santos

Renacimiento. Sevilla, 2007 104 páginas, 11’50 euros

En 2005 publicó Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) su poesía completa hasta la fecha con el título Seguro que esta historia te suena. Acertado título éste que plantea el contenido de sus páginas como la narración cómplice de una historia que se formula como la crónica abierta de un personaje crítico y sentimental, desengañado pero vital, que va registrando en sus versos, con lenguaje cotidiano y mirada cada vez más compleja, su implicación en la vida de su tiempo. Una implicación, claro está, que se entiende también como un modo de autoconocimiento y como el espacio escrito en el que confrontar, sin pretensiones metafísicas, sin intelectualismos explícitos, la memoria y los sueños, el presente colectivo y el mundo íntimo de afectos, constancias dolorosas y contradicciones.

Precisamente por la vocación de unidad que se desprende de la lectura de Seguro que esta historia te suena, la continuidad de mundo, tono y expresión en los 85 nuevos poemas de Ola de frío resulta tan plausible como necesaria. Iribarren no es un poeta que trate de sorprender al lector con alardes novedosos ni sus modos expresivos se apartan de las constantes establecidas desde el principio. Más bien al contrario, la evolución de su lenguaje poético tiende cada vez más a la desnudez de su registro hablado y coloquial, de espaldas al despliegue ostentoso de otros y a contrapelo de quienes buscan la oscuridad borrando referentes para admirar a lectores incautos. Iribarren sabe que más oscuro no es equivalente a más profundo, y lo demuestra con esta poética de la claridad concisa y justa.

Su personaje no se sitúa en medio de la multitud, como el flâneur de Baudelaire. Al contrario, observa desde una marginalidad que le permite aislar a sus figuras -los mendigos, los viejos, las prostitutas, los habitantes del corazón de la noche- como emblemas profundamente significativos de su conciencia crítica y también de una forma de solidaridad que abarca la condición humana. El recorrido por las calles donostiarras que configuran el mapa de su análisis contrasta los distintos espacios, desde el barrio viejo hasta las avenidas con los escaparates en que el protagonista se ve reflejado -"tanta hostia y tanto colorín"- y que en su diversidad permiten la evocación del pasado, la proyección de una manera particular y ácida de ver la realidad y también la alusión suficiente a la circunstancia política desasosegante -"Mi país", "Bala implícita"-.

Irónico a ratos, corrosivo a menudo, el protagonista de Iribarren se manifiesta como un elegíaco de casta, como un resistente que ama la vida, que recibe la seducción de un escenario, de un recuerdo, de ciertas epifanías instantáneas en forma de miradas de mujeres y que, siempre, con la ayuda cómplice de "mi amiga la memoria,/ que ha borrado bastante de lo peor", sabe esquivar la tentación malsana de la autocompasión y refugiarse de la intemperie del tiempo bajo el cobijo de los afectos: "Que vengan/ esas grandes preguntas, que ya tengo mis respuestas:/ el viento/ y la lluvia/ ahí fuera,// y aquí/ al lado/ tu respiración".