Poesía

Fundido en negro

Jesús Jiménez Domínguez

29 noviembre, 2007 01:00

DVD Ediciones. Barcelona, 2007. 91 páginas, 9 euros

Porque las apariencias engañan, el poeta es hombre de acción. Un explorador, un cazador de tesoros. Fundido en negro es la crónica de una búsqueda. Un aventurero llamado Jesús Jiménez Domínguez decide abandonar la civilización y sus comodidades para adentrarse en el territorio incógnito de una poesía diferente. Y sus hallazgos son interesantes: una vida nocturna de días acelerados -"Hasta la náusea del sol danzamos este himno/ y a cada giro la noche nos convierte en perlas" ("Todas las fiestas de mañana")-, gestos cotidianos con significado existencial -"Soy ese intervalo de misterio entre el azogue y yo,/ entre mi mano que afeita al espejo y la mano del espejo/ que acuesta recortes de papel sobre mi cara cortada" ("Silencio: espejo trabajando"), una revisión de la idea de bibliofilia -"El insecto que excava galerías en el corazón/ de los libros, que come la carne de los árboles,/ come palabras, las come hasta tenerlas todas" ("Tesoros de Damiel y Cassiel")-. Imágenes de un impacto en absoluto agresivo describen mundos perdidos, realidades reencontradas: "el vino es un ciervo encendido/ que a hurtadillas se acerca a berbernos" ("El ermitaño de los lotos verdes recibe a Meng Haoran"). Es un lenguaje que se remonta a un oriente de sabiduría metafórica -"tengo todas las uvas, pero no tengo el racimo" ("La cepa que asciende hacia la luz")-, aunque la voz que escuchamos suene vertiginosamente parecida a la de Aleixandre: "La contradicción [es] un país secreto del que siempre se regresa/ con un beso en la espalda y una puñalada en los labios" ("El lamento de Qu Yuan").

En su recorrido, Jiménez escribe versos en forma de reloj de arena -"Los pliegues del tiempo ("Del diario secreto de Neil Armstrong")"-, introduce en géneros clásicos el código de la telefonía móvil -"Menú/ Mensajes/ Nuevo SMS/ Opciones/ Enviar ("Epigrama para un interlocutor que se olvidó de vivir")-, inmortaliza a Leopoldo María Panero con copyright de Lennon/ McCartney ("Leopoldo en el subcielo con diamantes"). También visita a Shelley y a Gainsbourg, a Pizarnik y a Jeff Buckley. Y entonces aparece Mazinger Z: "10 010 10 1010/ 01001 01 01 1001/ 1001110 11010010/ (Transcripción:/ Tu ojo lo dice: Adiós es un país/ siempre lluvioso.)". Un haiku numérico más breve que su título: "Koji Kabuto se despide de Sayaka Yomi antes de partir en el planeador". Aquí concluye la expedición. No se puede llegar más lejos.

Como todos los buenos poetas, Jesús Jiménez no necesita de terceros que lo definan: "hablo un idioma de cuchillo herido por la fruta más dulce" ("Cuentan que nací cubierto de una escarcha cerrada"). Todo queda entre el hombre y su obra. Podría pedírsele más moderación en sus grandilocuentes letanías ("Fundido en negro", "Los salmos secretos de Bela Lugosi", "Ave Lucifer"), más originalidad en sus arrebatos postmodernos -"Todos los días el diablo de un golpe/ de Estado en mi cabeza" ("Van Aken Bosch revisited")-, menos información sobre sus fuentes inmediatas: el misterio es condición de la aventura, a los lectores nos entusiasma no saber, intuir, descubrir por nosotros mismos. Premio de Poesía Hermanos Argensola 2007, Fundido en negro es experimentación con conocimiento de causa, innovación firmemente anclada en una tradición cultural que no se detiene en lo puramente literario. Aristóteles tuvo su momento. He aquí la poética de Mazinger Z.