Poesía

Otras voces

17 enero, 2008 01:00

éste es un libro muy divertido. Calcomanías . Poesía reunida 1923-1932 (Renacimiento, 2007) es irrespetuoso con el lenguaje, insolente con el establishment y brutal con un cierto Oliverio Girondo, que -curiosa coincidencia- es también su autor. A la vanguardia sólo le sirve una poesía que permita detonar una revolución, escribir poemas en forma de rana o decir tonterías. Relámpagos de ironía del absurdo como "a unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración" (p. 171) caen hoy de labios de Woody Allen. Los hombres pasan; el genio permanece.

"No sé cómo puedes soportar tanta belleza", se pregunta Hugo Gutiérrez Vega ante una Helena de Seferis comprensiblemente sospechosa de narcisismo. Cuanto más se aleja del costumbrismo, más brilla esta Antología con dudas (Madrid: Visor, 2007): como ciudadano del mundo, el de Jalisco recorre la aldea global en busca de mitologías a estrenar -Malcolm Lowry en clave cristológica- e imaginarios a erigir -en "Georgetown Blues (Poema cinematográfico)", el retrato de una nueva urbs aeterna-. Con dudas, sí, pero ¿qué antología no padece altibajos de autoestima?

Con Itzíar Mínguez Arnáiz compartimos lugar y año de nacimiento. De su Luz en ruinas (Madrid: Visor, 2007) discrepamos en el autosabotaje de versos que aspiran a poesía y se quedan en narración. Mínguez relata una historia en segunda persona, psicoanaliza a su protagonista y trenza palabras extraordinarias cuando recuerda que no es novelista: "Despertarás cuando la luz / Se alce sobre tus ruinas". Podría haber sido un excelente ejemplar de prosa poética, pero se conforma con ser poesía prosaica. Ser poeta es -como todo- una actitud: cuando Mínguez crea en sí misma, estará entre las grandes.