La sombra y la apariencia
A. Sánchez Robayna
3 diciembre, 2010 01:00Como se ve, la empresa tiene su algo de heroica, de imposible, y al respecto el excelente poema "Patmos" la ilustra bien y vale por toda una declaración teórica. El viajero es un peregrino que en un paisaje de mar, piedras y pobre vegetación avanza en la búsqueda de un dios y allí sabrá que "nada / te será revelado", nada salvo el allí mismo, esas aguas, esas piedras, estar ahí. Podría parecer entonces que la aventura es inútil, pero no es así, pues queda la oscura llamada a la que el sujeto respondió, una verdadera vivencia, y naturalmente el poema que da cuenta de todo ello.
Hay, pues, en esta concepción poética una estructura central: si todo, la naturaleza en muchos casos, pero también el arte y, en fin, la vida misma, está ahí en el lugar de un ser que se retrae, si la realidad está por otra realidad, todo es doble. "Lo visible se cubre de dobles, de espejeos". En consonancia con ello, el yo se desdobla y se hace un tú a quien se habla, como sucede ya en el poema inicial, donde las duplicidades se multiplican, y también en varios otros más. Otro modo de la realización de tal estructura es el lenguaje, las palabras, que nombran las cosas sin poder ser ellas mismas; y otro, el que habiendo una certeza de que hay una armonía del mundo, el discurso poético habrá de decirla en su ritmo, en su eufonía y así es como sucede en estos poemas, siempre rítmicos aun los que son en prosa.
Autor de una obra poética espléndida, reunida en En el cuerpo del mundo, Sánchez Robayna es también un reconocido estudioso de la literatura y a él se deben además cuidadísimas traducciones, textos sobre o junto al arte y dos volúmenes de diarios, lo que hace de él una de las figuras sobresalientes de la cultura contemporánea. En esta búsqueda del centro, del origen, en esta escucha del murmullo del mundo, de lo que está a punto de ser dicho y al final se calla, este poeta dice la belleza.