Me entero por la prensa local, aunque con internet ese concepto de local ya no existe, que se ha muerto Ismael Sánchez de la Fuente, Isma para todos en Talavera y en el mundo del teatro. Otro de los pioneros del teatro en Talavera que nos deja. Ley de vida, aunque sea a veces asumirla. Hace tiempo que no hablaba un rato con Isma, pero me lo quiero imaginar como siempre, incombustible, ilusionado con la última función que tenía en la cabeza y escribiendo sin tregua, porque Isma escribió más que "El Tostao". Sus hijos tienen trabajo por delante y seguro que nos darán en los años próximos alguna buena sorpresa con su archivo.

Ismael pertenecía a una generación que vivió su juventud en los años sesenta del siglo pasado y que puso en marcha iniciativas como el periódico La Voz de Talavera, el Cineclub o El Candil Teatro de Cámara y Ensayo, un grupo que con altos y bajos ha llegado a nuestros días y ha formado a cientos de actores y espectadores en el amor al teatro. Ismael Sánchez de la Fuente fue fundador con Juan Antonio Castro, Amalio Monzón, José Luis de los Ríos… y tantos otros que en unos tiempos difíciles abrieron un resquicio a la libertad en la atmósfera gris y asfixiante de la época. El Candil fue una vanguardia cultural e Isma uno de sus grandes protagonistas que tuvo el gran mérito de nunca tirar la toalla.

Muchos de esos jóvenes se han ido con la sensación de que, al igual que hizo entonces Juan Antonio Castro, deberían haber dejado todo y largarse a Madrid a vivir de la escritura, del teatro y del arte, pero cada uno sabe las circunstancias que acaban por mediatizar el impulso juvenil, esa primera impresión que le llega a uno en forma de revelación vital y que tan importante es en el mundo de la creación. Juan Antonio lo dejó todo para vivir en el arte y del arte y marcó a toda esa generación, la mayoría de los cuales nunca dio ese paso definitivo y radical.

Es más fácil contemplar desde la distancia las vidas ajenas que la propia y, por eso, estoy convencido que Ismael -un hombre de teatro integral, porque era actor, director, escritor... en fin, un dramaturgo todo terreno- hubiera triunfado más allá de la satisfacción de verse reconocido en su pueblo cada vez que pisaba un escenario. Él optó por una familia numerosa, por el mantenimiento de una empresa, por la responsabilidad de no defraudar a mucha gente que dependía de él, y a la vez intentar una y otra vez, sin desmayo "estar en el arte", algo muy difícil pero que nunca le acobardó. Hay que tener huevos para ello.