Una librería menos en Talavera. Es verdad que la tragedia que desde hace años viven muchos libreros es común a la de todos los pequeños comerciantes, pero también hay que admitir que siempre es más doloroso ver desaparecer un de estos establecimientos que son algo más que un mero comercio de libros y han tenido un papel social tan relevante en la vida de uno.

Es duro ver desaparecer una droguería, una sombrerería, una mercería una abacería o un colmado de los de toda la vida, pero siempre uno siente un poco más la desaparición de una librería. En Talavera cierra LOAVE, una de esas librerías tradicionales tras setenta y dos años de funcionamiento y uno no tiene otra que escribir estas líneas, y no solo por el amigo Andrés Loarte, que ha estado al pie del cañón los últimos años. Las librerías cierran y solo resisten las que han tenido la inspiración, el talento, la suerte y la voluntad de resistir a tantas novedades que se han venido encima.

Por lo que sabe uno la gran competencia para las librerías, como para tantos pequeños negocios, ha sido la revolución de internet. El libro electrónico, la otra gran competencia al producto tradicional vendido por los libreros, no supone, al parecer, por lo que dicen las estadísticas, un menoscabo del negocio tan grande. El lector mayoritariamente sigue prefiriendo el libro de papel, y no hace falta buscar entre bibliófilos y bibliómanos para encontrar a lectores que consideran el libro un objeto que roza, o supera en muchos casos, el fetiche y que no lo cambiarán por ninguna pantalla. Por ese lado no hay que temer por ahora, aunque la realidad es algo más que una amenaza futura.

Ahora, cuando uno viaja a una ciudad que no conoce, no es raro encontrarse con viejos establecimientos de toda la vida a los que uno mira con el mismo aprecio que los monumentos que las guías recomiendan. La arqueología comercial se abre paso en los museos etnográficos locales con la misma fuerza con la que el oficio de tendero de barrio pasa a mejor vida.

Hace unos años la base de los museos locales que nacían eran los instrumentos ligados a la agricultura y la ganadería tradicional desaparecidas; ahora, el recuerdo de los comercios tradicionales ocupa un espacio cada vez más grande en ellos. Me temo que habrá que ir haciendo sitio en esos museos para enseñar a las nuevas generaciones lo que era una librería como LOAVE, la librería de la calle Trinidad de Talavera.