Page, el mejor líder del PP de Castilla-La Mancha
El PP de Castilla-La Mancha tiene que decidir de una vez por todas qué quiere ser de mayor. No lo digo por Paco Núñez, sino como genérico imperativo. Como filosofía de vivir y sentido de la existencia. No puede permanecer siempre bordeando los acantilados de la melancolía, con el veneno interno metido en vena e inoculándose incertidumbres y rencillas. Tal vez sea verdad que el poder desgasta, aunque según a quién, pero lo que desgasta de forma incontestable es estar en la oposición, y en ese espacio que es como el purgatorio en bucle lleva casi toda la vida el PP de Castilla-La Mancha, sin encontrar la forma de romper las sucesivas hegemonías socialistas.
Triste paradoja para los populares: una región “conservadora”, digámoslo así, vota PSOE en las autonómicas de forma casi invariable sin que históricamente el Partido Popular sepa cómo afrontar esta batalla y encontrar un camino sólido hacia el poder. Es duro tener enfrente líderes que, como Emiliano García-Page, son de una sagacidad a prueba de bomba y, con largos años de experiencia, saben mimetizarse con la sociedad castellano-manchega de manera tan explosiva e incontestable que no hay modo de ganarlos. He perdido la cuenta de las mayorías absolutas que suman José Bono, José María Barreda y Page, y creo que es un hecho irrefutable que el PP, en este sentido, siempre ha ido por detrás. Y mucho.
Por eso ahora, ante el regreso de la bicha interna que siempre vuelve sobre sí misma, ya sea en forma de rumores, bulos malintencionados o líderes permanentemente cuestionados, esa bola mantecosa que rueda en círculo una y otra vez, he tenido ese “déjà vu” que es como una pesadilla interna de la que nunca despierta el PP castellano-manchego: vuelta la burra al trigo y ponerse siempre en cuestión a uno mismo. Obviamente, no es un problema de Paco Núñez, que es un líder con posibles, sino un fallo grave de estructura y eso no parece tener buena solución. Comprendo la desesperanza que puedan tener en el entorno del propio Núñez. Otros vendrán que bueno me harán, abril de 2024 y así pasen los siglos. La cuestión es quererse a sí mismo, no vivir acomplejado y sentirse necesario, sin tener que pedir perdón por existir ni recibir permiso de la izquierda para proyectar ideas propias y gobernar con eficacia. Pero va a ser que no.
Suelo decir en broma, o tal vez lo he soñado, que Page es el mejor líder que tiene el PP de Castilla-La Mancha y desde luego es una boutade extravagante, pero si uno echa un vistazo al voto histórico de los castellano-manchegos, si uno mira un poco alrededor, tal vez la ocurrencia pueda tener un poco de sentido. Una pizquita de sal. Pero si a eso le añadimos que la mejor y más mediática oposición a Pedro Sánchez se la está haciendo Page, se me ocurre pensar que el contradiós ya no lo sea tanto. No espero, por supuesto, que nadie me haga caso, pero la verdad es que todas las encuestas, públicas y privadas, que hemos conocido en estos meses siguen tozudamente dando una mayoría absoluta al líder socialista de Castilla-La Mancha, sin opción alguna para los populares.
Supongo que eso no le preocupa especialmente a nadie entre los castellano-manchegos, que están a lo suyo como pueden según vengan el viento y el vivir de cada día, pero si el Partido Popular, Paco Núñez y Alberto Núñez Feijóo esperan algún milenio tocar palacio en Fuensalida imagino que tendrán que darle una pensada. De momento, paren las máquinas y venga otra ronda.