El próximo 27 de octubre la Confederación de Empresarios de Castilla-La Mancha (CECAM) hará entrega de sus premios anuales, que este año cumplen su XVII edición. En esta ocasión, para reconocer a seis pequeños empresarios de la región por “su lucha contra la pandemia de la covid-19 y su trabajo a favor de la salud, el bienestar y la seguridad de la sociedad y por la supervivencia de las empresas”.
Un reconocimiento merecido a un colectivo al que a la Administración parece no importar en exceso, a pesar de sus continuos desvelos y preocupaciones por sacar adelante la empresa y a sus trabajadores. Pequeños empresarios y autónomos que se matan a trabajar, pasan de pie enfermedades y accidentes laborales, y cumplen con las obligaciones que se les impone, aunque casi siempre en permanente estado de sospecha por parte de la Administración.
Pone el foco cada vez más Hacienda en su actividad inspectora a pequeños empresarios y autónomos que, tras la pandemia, atraviesan por serias dificultades para el desarrollo de una actividad imprescindible para el mantenimiento de la economía y el empleo en este país. Una situación que se ha agravado durante el primer semestre del año con un nivel mucho más bajo de operaciones de crédito de los últimos años. Un 38 por ciento menor que en 2020, según denuncia CEPYME. Restricciones monetarias que afectan principalmente a pymes y autónomos, los más perjudicados por el deterioro de sus balances y el mayor impacto de la incertidumbre en sus planes de negocio. Un menor flujo de crédito que frena la recuperación del colectivo, restándoles capacidad de inversión y mermando las opciones de reestructuración de deuda en situaciones de falta de solvencia.
Mientras, los responsables ministeriales parecen relegar un mayor control a las grandes empresas, sociedades, despachos, y grandes fortunas de nuestro país en sociedades opacas que es donde, como podemos comprobar cada día, se focaliza el grueso del fraude fiscal en España. En su lugar, la Administración prefiere centrar su esfuerzo de supervisión en autónomos y pequeños empresarios sometidos a una continua presunción de culpabilidad. Una situación consecuencia de la campaña de desprestigio a la que están sometidos habitualmente, y que premios como los que concede anualmente la CECAM sirven para realzar y poner en valor a este colectivo.