En la historia contemporánea de esta tierra, las cenas organizadas por Eurocaja Rural como broche a su asamblea general se esperan con expectación y representan todo un clásico dentro de los grandes eventos celebrados en Castilla-La Mancha por el número de asistentes. Desde su fundación, allá en la década de los sesenta del siglo pasado, la cooperativa de crédito viene agasajando regularmente a sus socios y delegados con una cena tras la presentación de sus cuentas anuales.

El pasado viernes, después de tres años suspendida por la pandemia, Eurocaja Rural ha vuelto al formato tradicional convocando a los manteles del hotel Beatriz a 1.800 comensales. Una cita tras haber celebrado la correspondiente Asamblea General de socios y dar cuenta del ejercicio económico y social correspondiente al año 2022. Un balance aprobado por unanimidad de los delegados asistentes en representación del 80 % del capital social de la entidad, y donde Eurocaja se ha reafirmado como entidad de referencia del sector. Unas cuentas "difíciles de olvidar por resultar extraordinarias, y logradas en un contexto especialmente convulso", según las definió su director general, Víctor M. Martín. Un ejercicio, en definitiva, pleno de solvencia y calidad reconocida gracias también al talento de un equipo humano de más de 1.200 profesionales presentes en sede central y en las 436 oficinas que la entidad tiene abiertas en cinco comunidades autónomas y catorce provincias españolas. Una red de sucursales con una presencia igualmente notable en localidades de la España vaciada en su condición de única entidad bancaria presente en su población.

Existía expectación en la rentrée gastronómica de este año, mucho más cuando esta se celebraba en periodo preelectoral. Un evento que ningún político quiso perder, y donde la representación de autoridades y candidatos de la región fue notable. Tras la bienvenida a la concurrencia del presidente de Eurocaja Rural, Javier López, los dos únicos políticos con derecho a arenga -el presidente de Castilla-La Mancha y la alcaldesa de Toledo como anfitriona de la ciudad- tomaron la palabra. Un discurso en ocasiones disperso entre los comensales más alejados de la tribuna de oradores que hacían notar claramente su desinterés, más deseosos de dar cuanto antes buena cuenta del convite preparado que del sermón del mandatario. El resto, los sin derecho a espiche, también aprovecharon la convocatoria en mesas y corrillos para dejar constancia de sus intenciones electorales.

Todo parecía perfecto en un día especial para tantos, hasta que a su conclusión los asistentes se dirigieron a por sus respectivos automóviles aparcados en las inmediaciones del hotel de celebración. Para sorpresa de muchos, a la lejanía pudieron divisar como en sus parabrisas estaban fijadas sendas papelas que intuyeron al pronto como publicidad de "compro oro", "vendo colchones en buen estado" o "se busca camarero". Craso error. Con membrete del Ayuntamiento de Toledo, el volante era suficientemente explícito en su contenido, incluso para los más profanos: 50 % de descuento por pronto pago, se podía leer en la oscuridad de la noche a la sanción impuesta por mal aparcamiento, alguno con retirada de grúa. De haberse sabido antes, seguro que la intervención del Ayuntamiento toledano hubiera cosechado mayor atención, aunque tan sólo hubiera sido en forma de pitos y abucheos.