Hace un año y medio, Susana Díaz amagó con presentarse al congreso del PSOE para liderar el partido tras la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba. Finalmente optó por apoyar a Pedro Sánchez, que gracias a ella se impuso sin dificultad. Tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo, la presidenta de Andalucía volvió a barajar dar un paso al frente y disputarle a Sánchez la candidatura a la presidencia del Gobierno. No lo hizo y Sánchez se midió ante Mariano Rajoy. Perdió las elecciones, el PSOE retrocedió 20 escaños y Podemos se quedó a dos puntos de convertirse en el primer partido de la izquierda.
Este lunes, en la reunión del Comité Federal, el órgano socialista con más poder tras los congresos, Díaz también se quedó en la barrera. Había llegado el domingo a Madrid tras una semana rechazando un pacto con Podemos y criticando la complacencia con la que, según ella, la Ejecutiva de Ferraz describía el resultado electoral como "aceptable". La mayoría de presidentes de comunidades autónomas socialistas se habían hecho eco de la preocupación que emitía Sevilla.
Bajo el brazo, Díaz y los principales barones traían una propuesta de resolución que ataba de pies y manos el futuro del actual líder del PSOE. Incluía la exigencia a Sánchez de que se quedase en la oposición, rechazaba un pacto con Podemos y convocaba un congreso para renovar la Ejecutiva. Esa cita toca por estatutos en febrero, pero el equipo de Sánchez había propuesto posponerla hasta despejar la duda de la investidura. Según el plan trazado por el socialismo andaluz, la única salida posible era la repetición de elecciones y prepararse decidiendo si cambiar de candidato.
Pero Susana Díaz tampoco cruzó el Rubicón.
Oxígeno para Sánchez
La declaración aprobada por el Comité Federal da permiso a Sánchez para que explore un pacto de investidura trazando como única línea roja no sentarse a negociar con partidarios de "la autodeterminación, el separatismo y las consultas". El aviso iba inequívocamente dirigido a Podemos y a un Pablo Iglesias que desde el palacio de la Moncloa, donde se reunión con Rajoy, se burlaba del PSOE argumentando que hace "teatro". Pero la renuncia al referéndum es la única exigencia del PSOE, que por lo demás propone los ejes de su programa electoral como guía para cualquier diálogo.
El texto fue aprobado este lunes por el órgano, del que son miembros alrededor de 250 dirigentes socialistas. Sólo cuatro votaron en contra tras seis horas de sanedrín socialista precedidas de otras cinco este domingo, cuando Sánchez preparó la resolución con los dirigentes territoriales.
El texto no incluye en ningún momento la referencia al congreso del partido que precipitaría la guerra por el liderazgo. Aunque la resolución es mucho más dura que la que había preparado el equipo de Sánchez, el acuerdo constituye una tregua navideña de las intrigas socialistas y pospone a más adelante el pulso por el liderazgo. De momento, Sánchez ha ganado como poco varias semanas para presionar a Podemos y tantear una mayoría que le garantice la investidura. Las heridas están lejos de cerrarse, pero para Díaz no era el día de ofrecerse a curarlas.
Los barones reculan
¿Qué ha pasado para que Díaz no haya dado el paso que traía estudiado? La presidenta andaluza eludió a puerta cerrada hacer ninguna mención a la fecha del congreso o el liderazgo de Sánchez y se centró en llamar la atención sobre el retroceso electoral y los riesgos de pactar con Podemos. Díaz evitó mancharse las manos y dejó el protagonismo a sus aliados.
Es en los dirigentes territoriales donde más titubeos se produjeron, concretamente en los de regiones en las que el PSOE gobierna gracias al voto favorable o la abstención de Podemos: Castilla-La Mancha, Extremadura y la Comunidad Valenciana.
Ximo Puig, el president de la Generalitat valenciana y teóricamente fiel aliado de Díaz, anunció primero que no acudiría a la reunión del domingo y acabó apareciendo tres horas después de que empezase. Este lunes, se marchó tras el discurso inicial de Sánchez sin apoyar las tesis de Díaz. Ante los periodistas, sólo aseguró que es "muy difícil un cambio de izquierdas en España" porque "no dan los números".
Emiliano García-Page, el presidente de Castilla-La Mancha, llegó a la reunión de este lunes asegurando que era "evidente" que el congreso socialista debía celebrarse en febrero, como marca el calendario. También dijo que el PSOE trataría de "dar viabilidad al resultado electoral". A la salida, aseguró que veía más probable que se repitiesen las elecciones que Pedro Sánchez llegase a la Moncloa y fue tibio respecto al congreso.
Guillermo Fernández Vara, el presidente de Extremadura, la única comunidad junto a Andalucía donde el PSOE ha ganado las elecciones, también se fue expresando sus "dudas" sobre el Congreso. "Esto no es un club de fans ni una peña flamenca", dijo ante varios medios, entre ellos EL ESPAÑOL, en probable referencia a Sánchez y Díaz, respectivamente.
Estos barones y Javier Fernández (Asturias), que el lunes fue el más beligerante, consideran que, pase lo que pase, la aritmética impedirá a Sánchez formar gobierno. La suma de PSOE, Podemos, la marca de Ada Colau, Compromis, las mareas gallegas e Izquierda Unida suman dos escaños menos que PP y Ciudadanos. Por ese motivo, Sánchez deberá contar o con la abstención de Albert Rivera o el apoyo explícito de partidos minoritarios como el PNV, ERC o Democracia i Llibertat (la antigua Convergència Democràtica de Catalunya).
Ferraz canta victoria (por ahora)
Este lunes, el equipo de Sánchez no ahorró en euforia. "Los barones venían como venían y se han ido como se han ido", aseguraron fuentes de la dirección socialista. "Venían desconcertados y se han ido rebosantes de satisfacción", ironizaron. "Un congreso del PSOE no es un aquí te pillo aquí te mato" para cambiar un líder por otro, añadían las mismas fuentes, que no dudaron en burlarse de los titubeos de García-Page y ridiculizar sus declaraciones públicas.
Aunque Ferraz está "satisfecha" porque su líder ha salvado el pellejo y ganado tiempo, el equipo de Sánchez reconocía que el espectáculo público del PSOE no beneficia a nadie. "Lo que ha ocurrido esta semana no es bueno. Ni para el PSOE ni para España", aseguraron.
A la vuelta del parón navideño, el PSOE retomará su actividad y Díaz tendrá que decidir, de nuevo, si realmente aspira a sustituir a Sánchez.
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