Así son las 'lágrimas de sirena’, microplásticos que acaban en nuestro estómago y corriente sanguínea
En los últimos años, las playas se están copando cada vez más de nuevos agentes nocivos, las lágrimas de sirena, unos microplásticos que están perjudicando gravemente al medio marino, su biodiversidad y a nuestra propia salud.
9 diciembre, 2021 03:08Lágrimas de sirena es una expresión profundamente poética que de entrada nos evoca directamente a uno de los sonetos más famosos de William Shakespeare, titulado What Potions Have I Drunk Of Siren Tears. Ahora, lejos de expresar el enamoramiento del que escribía el británico, se utiliza para designar a uno de los males a los que se enfrenta nuestro planeta: los microplásticos.
Las lágrimas de sirena –conocidas en el mundo anglosajón como nurdles– son perlas o gránulos de plástico del tamaño de una lenteja (entre 2 y 3 mm). Estos microplásticos son materias primas que se emplean en las industrias plásticas y que se funden para fabricar muchos de los plásticos que usamos, desde botellas hasta componentes de automóviles.
Uno de los aspectos más problemáticos de estos microplásticos es que concentran varios Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), sustancias químicas tóxicas tanto para las personas como para el medio ambiente, bioacumulables, resistentes a la degradación y susceptibles de transportarse a largas distancias.
Las lágrimas de sirena son materias primas que se emplean en las industrias del plástico
En diversos estudios sobre las lágrimas de sirena se han encontrado niveles concentrados de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), bifenilos policlorados (PCB) y de dicloro difenilo tricloroetano (DDT).
Estas perlas de plástico pueden actuar como esponjas de COP y otras sustancias tóxicas cuando, tras accidentes o vertidos marinos, acaban en los océanos. Después ser ingeridas por peces y otros organismos del medio marino, confundiéndolos con huevas de otros peces, que son similares en tamaño, forma y color. Estos microplásticos llegarían a través del pescado a nuestras mesas.
Del mar a nuestro estómago
A priori, se podría percibir que las consecuencias de los vertidos y de otros accidentes en los mares recaen solamente sobre los ecosistemas acuáticos y amenazan la supervivencia de las especies marinas.
También constatamos que tienen efectos en otros sectores como el turismo con las playas cada vez más sucias. Sin embargo, nos olvidamos de las repercusiones que pueden tener y de hecho tienen en nuestra salud.
Como explica Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción, estas microperlas son polímeros que, si permanecen enterrados, actúan casi como objetos inertes, y no suponen un peligro grave.
Pero si están expuestos a agentes externos, como la radiación ultravioleta o el ozono, “las cadenas de estos polímeros se fragmentan y se producen los microplásticos o nanoplásticos”. Estas sustancias, continúa explicando, “son plásticos de muy pequeño tamaño que son ingeridos por la fauna y también por nosotros y aparecen en nuestro estómago, en nuestra corriente sanguínea”.
Julio Barea, responsable de campañas de Consumo y Biodiversidad de Greenpeace España, asegura que este tipo de contaminantes se pueden encontrar "en el plancton, que es la base de la cadena trófica, pero también en los animales más grandes".
Añade también que "ya se ha determinado que prácticamente todos y cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior restos de plástico o de aditivos de los plásticos. Desde los niños en la orina, en las heces, o en la sangre".
"Es una pandemia silenciosa a la que no estamos prestando demasiada atención. Y lógicamente va a afectar seriamente ya no solo a los ecosistemas del planeta, sino también a nuestra salud", puntualiza Barea.
Si están expuestos a agentes externos, “las cadenas de estos polímeros se fragmentan y se producen los microplásticos o nanoplásticos”, explica Arribas
Algunos tipos de microplásticos pueden acumularse en nuestro tracto gastrointestinal, donde interfieren de manera directa en la tolerancia y la respuesta inmunológica, o contribuyen a la transmisión de patógenos y toxinas. Según un reciente estudio publicado en la revista American Chemical Society (ACS), los niños están más expuestos que los adultos a este tipo de sustancias.
Las soluciones
Aunque es cierto que las industrias del plástico tienen una responsabilidad mayor respecto a la contaminación provocada por estos materiales, reduciendo nuestro consumo de plásticos, especialmente aquellos de un solo uso, podemos impulsar una trasformación hacia la utilización de materiales más sostenibles y menos perjudiciales para el planeta.
“Normalmente, esos materiales no son accesibles para los consumidores. No podemos hacer mucho respecto a eso. Lo que hay que hacer es intentar consumir el mínimo plástico", asegura Arribas. Y recomienda "utilizar otros materiales más inocuos”.
Las industrias están empezando a adoptar materiales más sostenibles para empaquetar sus productos. Los distribuidores están haciendo lo mismo. “Cualquier observador lo ve. En cualquier supermercado, productos que antes estaban en bolsas de plástico, ahora no lo están o lo están en menor medida", apunta Arribas.
Barea, por su parte, alerta de que alrededor del 40% del plástico, al menos en España y Europa, se emplea para hacer envases de usar y tirar. Para evitar que las lágrimas de sirenas lleguen a las profundidades de los océanos recomienda "apostar por sistemas reutilizables, rellenables". Porque, concluye, solo esto "hará bien a nuestro entorno, a nuestro planeta y a nuestra salud".
"Va a afectar seriamente ya no solo a los ecosistemas del planeta, sino también a nuestra salud", asegura Barea
El último vertido grave de 'lágrimas de sirena'
En los últimos años, el problema de los derrames accidentales de este tipo de sustancias a mares y océanos se ha agravado. El accidente grave más reciente tuvo lugar a finales del pasado mes de mayo en las costas de Colombo (Sri Lanka). El 20 de mayo sus residentes avistaron una nube de humo en la lejanía. El X-Press Pearl se había incendiado.
La batalla contra el fuego se prolongó hasta el 1 de junio, pero no se pudo evitar su hundimiento. El carguero, que transportaba 1.486 contenedores, de los cuales 1.214 contenían materias primas, sustancias químicas peligrosas y productos manufacturados, terminó por hundirse por completo el 17 de junio. Según el informe de la Misión de Asesoramiento Ambiental de la ONU en Sri Lanka, la cifra de pellets de plástico vertidos en el accidente rondaría las 1.680 toneladas y la de otros plásticos y contaminantes estaría próxima a 9.700 toneladas.
A los pocos días, se empezaron a ver pequeñas piezas de plástico –de 0,5 milímetros a 6 centímetros– en las playas de la zona. El barco contenía 87 contenedores de pellets de polietileno y polipropileno.
Aunque de momento este problema principalmente ha afectado a Sri Lanka, que lo ha calificado como "la peor catástrofe de su historia marítima", es previsible que en unos meses estas piezas de microplásticos lleguen a las playas de Indonesia, Maldivas, India o incluso Somalia. Las corrientes marinas podrían transportar estas sustancias a todos los mares del planeta.
La Autoridad de Protección Medioambiental Marina (MEPA) de Sri Lanka y varios grupos defensores del medio ambiente exigieron a la Organización Marítima Internacional (OMI) la clasificación de las lágrimas de sirena como sustancias peligrosas, considerando el impacto causado por el accidente del X-Press Pearl.
Por su parte, la organización no gubernamental medioambiental Agencia de Investigación Ambiental (EIA, por sus siglas en inglés), días antes de la reunión del Comité de Protección del Medio Marino de la Organización Marítima Internacional (OMI), inició una campaña en Change.org.
Esta petición recabó más de 70.000 firmas. Y, gracias a ella, la OMI ha decidido tener en cuenta la posible inclusión de este tipo de sustancias en el Código Marítimo Internacional de Mercancías Peligrosas (IMDG) de cara a la próxima reunión del comité de Prevención y Respuesta a la Contaminación (PPR) de la próxima primavera.
El reconocimiento de los pellets como peligrosos significaría que serían manipulados en el mar con el mismo cuidado que otras sustancias peligrosas. De esta manera, las instrucciones para su manipulación y clasificación se reforzarían y se establecerían protocolos adecuados para evitar o mitigar el impacto de catástrofes ambientales como la de Sri Lanka.