Willow, el polémico megaproyecto con el que EEUU valora extraer más petróleo del Ártico
La valoración del plan por la Administración Biden se combina con otras medidas aprobadas para 'cortar el grifo' a la industria del gas y el crudo.
14 marzo, 2023 01:51“Es más urgente que nunca que dupliquemos nuestros compromisos climáticos. La guerra de Rusia solo aumenta la urgencia de la necesidad de hacer que el mundo deje de depender de los combustibles fósiles”. Son palabras del presidente de Estados Unidos Joe Biden en la última conferencia del clima celebrada en Egipto. Un discurso que hoy está sembrando polémica.
La actual Administración estadounidense está valorando si aprobar un proyecto para extraer petróleo en el Ártico durante los próximos 30 años. Curiosamente, responde al nombre de Willow, el mismo por el que se conoce a la gata que adoptó Biden tras un mítin en Pensilvania durante las elecciones de 2020. Entonces -como ahora-, el candidato prometió poner fin a los combustibles fósiles y la puesta en marcha de la actual Inflation Reduction Act (IRA), la ley más ambiciosa sobre cambio climático de la historia de su país.
El nuevo proyecto, que ha pasado por las manos de cinco administraciones presidenciales, ha sido propuesto por ConocoPhillips, la tercera mayor petrolera del país con sede en el estado de Texas y con importantes proyectos en zonas del Ártico como Alaska, donde llevan operando más de 50 años. Es en esta región del Polo Norte donde la compañía podría llevar a cabo sus trabajos de extracción.
Como recoge un documento público de la empresa, el proyecto –anunciado en enero de 2017– pretende llevarse a cabo al noreste de la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska (NPRA). Es el área del país estadounidense con más terreno público, con unos 9,5 millones de hectáreas. Allá por los años 20, el presidente Warren Harding, la estableció como una fuente de crudo para la Armada de los Estados Unidos.
Años más tarde, en los 70, el Congreso de Estados Unidos acordó otorgar al Departamento del Interior arrendar la explotación y el desarrollo de proyectos en esta zona, pero siempre y cuando se garantizara la máxima protección ecológica de la reserva. Allí se encuentran importantes hábitats a preservar como el lago Teshekpuk, un humedal único en el mundo.
El proyecto, que está siendo valorado por la Administración Biden, contempla ahora una versión reducida de la propuesta finalmente por ConocoPhillips en 2017. De cinco puntos de perforación, decenas de kilómetros de carreteras, siete puentes y tuberías, el plan incluiye ahora menos de lo que esperaba la compañía.
Según aseguró el Departamento de Interior de Estados Unidos este lunes, la propuesta inicial se ha reducido hasta un 40%. En resumen, se han negado dos de las plataformas de perforación solicitadas, lo que reduciría el uso de agua dulce del proyecto y se evitaría la construcción de unos 18 kilómetros de carreteras, 32 kilómetros de tuberías y unas 54 hectáreas de grava.
Como ha asegurado la empresa, el proyecto generará unos 180.000 barriles de petróleo por día en su punto máximo, lo que “fortalecerá la seguridad energética de Estados Unidos y estimulará el crecimiento económico”. Además, argumentan que generará 2.000 puestos de trabajo durante su construcción, otros 300 empleos permanentes y unos beneficios de entre ocho y 17.000 millones de dólares para el gobierno federal, el estado de Alaska, el municipio North Slope y las comunidades aledañas a la reserva.
ConocoPhillips joined communities on the North Slope and across Alaska to ensure the Willow project is environmentally and socially responsible. Willow will create opportunities for Alaska Native communities and employment for skilled union labor: https://t.co/wBeCPXOqmI pic.twitter.com/TrbdrSuSxa
— ConocoPhillipsAlaska (@COP_Alaska) March 1, 2023
Más protección en Alaska
La decisión, como recoge Reuters, se ha conocido un día después de que Biden anunciara nuevas protecciones medioambientales en Alaska. En este sentido, la Administración estadounidense ha prometido excluir de manera indefinida 1,2 millones de hectáreas del mar de Beaufort, en el Océano Ártico, para la extracción de petróleo y gas.
Esta prohibición viene heredada de la política del ex presidente Barack Obama y cierra definitivamente las aguas del Ártico de Estados Unidos a nuevos proyectos de combustibles fósiles. Además, el domingo comunicó más protecciones para 5,3 hectáreas dentro de la propia Reserva Nacional del Petróleo de Alaska, entendidas ahora como áreas especiales “ecológicamente sensibles” que son hogar de miles de caribúes y aves playeras. Unas medidas que ha podido tomar al amparo de la Ley de Tierras de la Plataforma Continental Exterior.
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No obstante, que la Administración Biden esté valorando el proyecto de ConocoPhillips no ha causado mucho agrado. Sobre todo tras las últimas alertas del grupo de cientos de expertos en cambio climático de Naciones Unidas. Los investigadores recordaban la urgencia de reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero para mediados de siglo, algo que solo se puede conseguir si se acaba con la quema de combustibles fósiles como el petróleo.
Según recoge el diario estadounidense The New York Times, el análisis ambiental del proyecto causó “preocupaciones sustanciales” para los funcionarios de la Administración Biden, precisamente, por las emisiones de gases, el peligro de la utilización de agua dulce o la amenaza para las especies que habitan en la zona en plena crisis de biodiversidad.
Como apunta el mismo diario, quemar todo el petróleo del proyecto Willow podría liberar casi 280 millones de toneladas de carbono a la atmósfera. Anualmente, eso se traduciría en 9,2 millones de toneladas de contaminación por CO2, lo que equivale a sumar casi dos millones de automóviles a las carreteras cada año. Esto, teniendo en cuenta que Estados Unidos es el segundo mayor contaminador del planeta después de China: emite alrededor de 5.600 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
La polémica está servida. Mientras desde el ámbito empresarial y gubernamental argumentan una salida a la crisis energética para reducir los precios asumidos en las facturas y un respeto por el medioambiente, otros sectores como el ecologista ofrecen una oposición feroz a este tipo de proyectos que consideran “bombas de carbono”.