
Los efectos del cambio climático en la flora. Istock
Pérdida de agua y limitación de la fotosíntesis: así se acelera el cambio climático por las "fugas" de las plantas
Un estudio de la Universidad Británica de Columbia asegura que el aumento de temperaturas podría convertir a las plantas en "fuentes de carbono".
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Aunque su capacidad de absorción de carbono puede variar, según un estudio de la Fundación Aquae, un árbol captura aproximadamente entre 10 kg y 30 kg de CO₂ al año. Por eso, la flora es, de acuerdo con esta entidad, un "sumidero natural de dióxido de carbono". De hecho, estiman que "un solo árbol tiene la capacidad de absorber, de media, la cantidad de CO₂ que emiten 100 coches en un día".
Razón por la que indican que, para compensar el consumo de un vehículo que circula por la ciudad, deberíamos plantar un árbol al año por persona. Aunque, en caso de hacer recorridos superiores a los 100 kilómetros, esta cifra subiría. Serían tres árboles si viajamos en avión, dos si lo hacemos en coche o uno en caso de ser en autobús. Todo esto, dicen, por cada 100 km, o sea, que a mayor distancia, mayor plantación se debería hacer.
Sin embargo, pese a ser elementos imprescindibles para la vida humana, parece que no se les está dando el lugar que merecen. Y es que las plantas desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima de la Tierra, pero las investigaciones más recientes sugieren que el aumento de temperaturas podría alterar este equilibrio.
Esto se traduce, según explica Sean Michaletz, profesor adjunto de la Universidad Británica de Columbia (UBC, por sus siglas en inglés) y recién nombrado becario de investigación Sloan del departamento de botánica, además de autor de esta misma investigación, en que "las plantas están perdiendo más agua de lo que se creía anteriormente".
Motivo por el que ha decidido centrar su investigación en esto mismo: la respuesta de la flora al calor. Hasta el momento, los datos muestran que la pérdida de agua podría cambiar la forma en que los modelos climáticos predicen el calentamiento futuro.
Plantas con "fugas"
Toda nuestra biosfera, señala Michaletz, depende de las plantas. Y lo explica: "Durante la fotosíntesis, absorben dióxido de carbono a través de diminutos poros en sus hojas y, utilizando la luz, exhalan vapor de agua y oxígeno en un intercambio".
De este modo, dice, "dado que el CO₂ es el principal impulsor del calentamiento global, comprender cómo la temperatura afecta a este proceso es crucial para predecir el cambio climático".
Los datos que se conocían hasta ahora indicaban que las plantas perdían la mayor parte del agua a través de sus poros, que se cierran con el calor extremo para conservarla. Sin embargo, el último estudio de Michaletz ha revelado que "a medida que aumentan las temperaturas, pierden más agua por medio de la cutícula —la capa cerosa de las hojas que no puede cerrarse—".
En resumidas cuentas: cuánto más fina es la cutícula, mayor es la pérdida de agua. Lo que se traduce en que, en condiciones de calor extremo, siguen perdiendo agua, pero no pueden absorber dióxido de carbono. Esto, apunta Michaletz, "limita la fotosíntesis y reduce su papel como sumideros de carbono".

El cambio climático impide que las plantas capturen CO₂. REUTERS
Incluso, añade, "en temperaturas extremas las plantas podrían convertirse en fuentes de carbono, acelerando el cambio climático". En concreto, según sus cálculos, "una hoja mediana expuesta a 50 °C podría perder aproximadamente un tercio de cucharadita de agua al día a través de la cutícula".
Y esto, de aplicarse a bosques enteros, asegura el experto, "podría alterar los ciclos globales del agua y el carbono, un impacto que nuestros modelos actuales de cambio climático podrían subestimar".
Cuándo es demasiado
De acuerdo con otro estudio de 200 especies de plantas en Vancouver, Michaletz y su equipo descubrieron que la fotosíntesis comienza a descomponerse entre los 40 y los 51 °C. Hablamos de temperaturas alcanzables, ya que, durante la cúpula de calor de 2021, los termómetros llegaron los 49,6 °C, llevando a las plantas al límite.
Ese máximo, tal y como apunta dicha investigación, podría situarse en torno a los 60 °C. Más allá de esa cifra, dice Michaletz, "las proteínas se descomponen, lo que provoca daño celular y muerte". En ese caso, sería un número muy reducido de especies las que se podrían desarrollar, porque, añade, "solo unas pocas especies desérticas y tropicales han sobrevivido a temperaturas tan extremas".
Por este motivo, explica el profesor de la UBC, los investigadores están trabajando para determinar el punto de inflexión en el que la vegetación terrestre libera más dióxido de carbono del que absorbe. Llegado ese punto, advierte, las plantas pasarían "de ser un sumidero a ser una fuente de carbono". Y esto, asegura, ya "podría ocurrir alrededor de los 30 °C".
Ante esta realidad, concluye Michaletz: "Si bien algunas plantas toleran temperaturas más altas mejor que otras, el punto de quiebre preciso —y cuán pronto podrían alcanzarlo— sigue siendo incierto. Si embargo, según mediciones recientes, podríamos estar más cerca de lo que creemos".