A veces parece que España, al menos desde el punto de vista político, se encuentra en un tiempo muerto. Sin embargo, quienes trabajamos en el sector de la construcción somos plenamente conscientes de que el tiempo sigue avanzando implacablemente. Si pretendemos cumplir con los ambiciosos objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas en materia de Desarrollo Sostenible, es imperativo dar un nuevo impulso a las iniciativas que promuevan la mejora de la eficiencia energética en nuestro parque edificado.
Es curioso observar que la llegada de los fondos a los propietarios y comunidades de vecinos ha tenido el efecto contrario al deseado, incentivando a los ciudadanos a retrasar el inicio de las obras en espera de financiación pública. Esto ha retrasado la reactivación de un sector que desempeña un papel crucial en el progreso económico y social del país.
No obstante, es importante analizar los matices: durante 2022 las ventas de lanas minerales crecieron un 23% en comparación con el año anterior, y este incremento no se debió únicamente a la inflación. También se registró un aumento en un 14% del volumen de los materiales de aislamiento vendidos.
A pesar de estos datos positivos, el mensaje unánime de todos los actores del sector es que debemos acelerar la mejora de la calidad y el confort en nuestras viviendas y oficinas, así como mejorar las prestaciones térmicas en nuestras instalaciones industriales. Esto es necesario para reducir nuestra huella de carbono, y también para mitigar nuestra dependencia de energías cada vez más costosas.
No tiene sentido que en un país con un clima como el de España debamos gastar tanto en calefacción en invierno como en aire acondicionado en verano simplemente porque nuestras edificaciones no se comportan adecuadamente.
Existe un consenso generalizado entre los partidos, independientemente de su color político, sobre la importancia de mejorar el aislamiento de nuestros edificios para cumplir con los objetivos de reducción del consumo energético y para aliviar la economía de las familias. El uso de lanas minerales en el aislamiento puede reducir el consumo energético en las viviendas en al menos un 50%, proporcionando un equilibrio óptimo entre el aislamiento térmico, acústico y la protección contra incendios.
La Unión Europea ha asignado a España un total de 1.151 millones de euros en fondos Next Generation destinados a impulsar la rehabilitación en nuestro país. Estos fondos seguirán llegando a los consumidores a través de los diversos programas que implementen las comunidades autónomas.
Incluso sin considerar las ayudas públicas o ante posibles retrasos en su concesión, el ahorro que suponen estas mejoras justifica llevar a cabo las reformas sin demora. El precio de la luz en España se ha triplicado desde 2020, y estos aumentos reducen significativamente el periodo de amortización de la incorporación de aislamiento térmico en nuestras viviendas.
Sin embargo, para asegurar que las inversiones realizadas en la actualidad conduzcan a una mejora real y duradera en la calidad de nuestros edificios, es esencial abordar una reforma del Código Técnico de Edificación. Esto garantizará que las obras de rehabilitación orientadas a la eficiencia energética no comprometan el aislamiento acústico o la seguridad contra incendios.
En definitiva, este es un desafío fundamental para la próxima legislatura, y es más urgente que nunca concienciar tanto a los políticos sobre la necesidad de llevar a cabo estas reformas como a los ciudadanos sobre los beneficios económicos y de confort que conlleva mejorar la calidad de los edificios en los que vivimos.
*** Miguel Ángel Gallardo es presidente de Afelma.