La sostenibilidad y la circularidad son imprescindibles hoy en día para la economía mundial, debido a los cambios climáticos y las emergencias que amenazan a todos los países y regiones. La necesidad de una evolución sostenible es un pilar en las agendas de los gobiernos. En la UE, la normativa es cada vez más estricta para reducir el impacto de todas las actividades económicas. El continente europeo fijó objetivos específicos para los próximos años, con el fin de alcanzar la neutralidad climática en 2050.

En este escenario, el principal problema a resolver es la falta de parámetros científicos y un estándar para definir la sostenibilidad. A la hora de buscar soluciones de menor impacto, los empresarios y las partes interesadas de todo el mundo se remiten a la definición de la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas, que en 1987 definió la sostenibilidad como "satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades".

Si nos adentramos en el papel que se espera que desempeñe el sector cosmético en esta materia, diríamos que el primer paso está relacionado con el envasado: es posible construir una cadena de suministro circular y el elemento más importante es reforzar la colaboración entre todos los actores de la cadena de suministro.

El uso de materiales reciclables, la reducción de peso o volumen, la mejora de las características para la reutilización y el aumento de la reciclabilidad de los envases cuando se convierten en residuos, son ejemplos de buenas prácticas a adoptar.

El segundo paso, está relacionado con los ingredientes: la nueva era, está abrazada a los ingredientes sostenibles. Esto supone un paso adelante hacia el uso de ingredientes naturales. Los ingredientes sostenibles son aquellos producidos y/o cultivados y/o adquiridos a través de una cadena de suministro orientada a reducir el consumo de recursos naturales y/o los impactos medioambientales directos e indirectos relacionados en los ecosistemas y de base biológica y biodegradables y/o orientados a mejorar el impacto social.

En tercer lugar, la cadena de suministro: medir y reducir la huella de carbono y rastrear el origen de la materia prima. Por último, pero no menos importante es la comunicación, el greenwashing no es admisible nunca más. Las marcas deben seguir trabajando en contar historias y educar a los consumidores, siendo transparentes y fiables.

En el caso de marcas como KIKO Milano se están abordando estos tres pasos,
En primer lugar, se está añadiendo PCR, plástico reciclado postconsumo, cuando es técnicamente factible a los envases primarios y utilizando papel procedente de bosques gestionados de forma responsable en los envases secundarios.

Además, cada vez se introduce más plástico reciclable en las tiendas, como en expositores. En segundo lugar, se ha aumentado sistemáticamente el porcentaje de ingredientes sostenibles en nuestros productos. En cuanto a la gestión de la cadena de suministro, se está aumentando la base de proveedores en EcoVadis, así como proponiendo cuestionarios para determinar mejor el rendimiento sostenible de la cadena de suministro.

Entre las claves en sector de la cosmética para ser realmente sostenibles, encontramos, desde trabajar en los envases y los ingredientes; a aumentar el porcentaje de ingredientes sostenibles en todos los nuevos productos. En cuanto al envase, una opción es añadir PCR (plástico reciclado postconsumo), cuando es técnicamente factible, a los envases primarios, y que el papel utilizado en el envase secundario cuente con la certificación FSC.

*** Benedetta Suardi es directora técnica de Kiko Milano.