Punto límite: el ingreso de Finlandia en la OTAN reaviva el miedo a la amenaza nuclear

Punto límite: el ingreso de Finlandia en la OTAN reaviva el miedo a la amenaza nuclear Columbia Pictures / The Criterion Collection / Janus Films Cartel promocional

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Punto límite: el ingreso de Finlandia en la OTAN reaviva el miedo a la amenaza nuclear

Sidney Lumet firmó el reverso tenebroso de 'Dr. Strangelove'. ¿Qué habría pasado si en la Guerra Fría las cosas se hubiesen torcido?

13 mayo, 2022 04:19

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Hay películas que con el paso de los años vuelven a propocionar destellos de sabiduría. Nos recuerdan lo cerca que nuestra especie estuvo del desastre. Punto Límite, una de las obras más brillantes de Sidney Lumet, es también una de esas cintas magistrales que merece la pena reivindicar. El filme, de 1964, se sitúa en uno de los momentos críticos entre las relaciones de Estados Unidos con la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

¿Qué pasaría si un error informático mandase al Comando Aéreo Estratégico (SAC) de los Estados Unidos atacar Moscú? Sidney Lumet abrió el debate sobre los estrictos protocolos de actuación militares del país. ¿Qué ocurriría si, además, esa orden de ataque no tuviese vuelta atrás? ¿Y si quien la hubiese programado fuese un científico fanatizado por sus ideas políticas? El miedo era evidente: un ataque nuclear contra otra potencia nuclear es sinónimo de destrucción mutua asegurada.

En estos aciagos días en los que la guerra de Ucrania no hace sino aumentar la escalada de tensión entre la OTAN y Rusia, la adhesión de Finlandia a la organización atlántica se perfila con un polvorín; una cerilla frente a un bidón de gasolina.

Cartel de 'Punto Límite' (1964) de Sidney Lumet

Cartel de 'Punto Límite' (1964) de Sidney Lumet Columbia Pictures Cartel promocional

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha recalcado que la suma del país nórdico al Tratado "es definitivamente una amenaza". Si se integra, habrá "represalias militares". Hace meses Putin ya advirtió que si Finlandia entraba a formar parte de la OTAN, el ejército eslavo desplegaría misiles nucleares en el Báltico, lo que incrementaría la amenaza de una guerra nuclear.

Cada vez es más real la amenaza de una segunda Guerra Fría, si es que ésta no ha comenzado ya tras la invasión de Ucrania propiciada por el delirio expansionista de Putin. Recordar a través de películas como Punto Límite hasta qué extremo los errores humanos pueden llevar a una catástrofe sin precedentes se erige casi como un deber cultural. Al menos, para despertar conciencias y fomentar la búsqueda de un diálogo sosegado que trascienda las ideologías.

El dilema de Punto Límite

En los años sesenta la película de Lumet fue como el reverso tenebroso de Dr. Strangelove, conocida en España como ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú. Stanley Kubrick rodó una fría sátira sobre el holocausto nuclear en la que aparecían científicos nazis entre los fichajes estrella del gobierno estadounidense y diplomáticos rusos que se tiraban tartas a la cara y espiaban a los americanos con mini camaritas ocultas en la chaqueta. Entre risas y humor negro, el dislate nuclear acababa en tragedia, pero al menos nos quedaba la comedia y el We'll Meet Again de Vera Lynn.

Nada de eso hay en Punto Límite. Aquí el realismo visceral y calculdor de Lumet presenta al presidente de Estados Unidos, encarnado por un magistral Henry Fonda, como un ser humanizado y consciente de que el ataque nuclear americano contra territorio soviético no se puede abortar debido a los estrictos protocolos que sigue el SAC. Por eso, para evitar la hecatombe nuclear y la guerra definitiva entre las dos naciones, decide sacrificar una ciudad de su propio país, Nueva York, para que los soviéticos no contraataquen e inicien una masacre aún peor.

La película plantea un aterrador dilema ético y moral, rabiosamente perverso, que sume al espectador en una vorágine de tensión creciente y asfixiante. El final de Punto Límite es uno de los más impactantes, descorazonadores y terribles de la historia del cine. Una sucesión de imágenes cotidianas de hombres, mujeres, niños y animales empañadas por el gruñido metálico de la bomba nuclear. Millones de vidas segadas de golpe. Fundido a negro. Fail Safe. Fallo de seguridad. 

Quizás el mensaje de la película es demasiado catastrofista, y las amenazas de Rusia por la adhesión de Finlandia a la OTAN sean simplemente las de un perro herido mostrando sus dientes. Pero no está de más recordar hasta qué punto el conflicto geopolítico, si interfiere un error humano –y la historia ha demostrado que estos suelen ser bastante habituales–, puede dar lugar a situaciones caóticas y desesperadas.

Una vez más, el cine nos enseña la necesidad de promover un sistema de paz, justicia e instituciones sólidas (ODS 16) y establecer alianzas internacionales para lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ODS 17). Estos, lamentablemente, son impracticables mientras las tensiones internacionales estén sumidas en una insoportable tensión de consecuencias imprevisibles.