El secretario general y candidato de Podemos, Pablo Iglesias, ha encontrado un tono más acertado que en su anterior debate con Albert Rivera, en el programa Salvados. No obstante, también ha incurrido en varios errores, algunos de ellos ya habituales.
Lo mejor
Menos cansado. Si en el programa de Jordi Évole, el líder de Podemos reconoció su “cansancio”, en el debate de este viernes en la universidad se le ha visto en plena forma. Ha tenido más reflejos y rapidez en este encuentro que en aquel cara a cara.
Más propuestas. Pablo Iglesias ha venido más preparado a este debate. Por ello, ha podido presentar más ideas de su partido y más promesas electorales. Por ejemplo, han sido más consistentes tanto su discurso de las cinco garantías constitucionales como sus propuestas en materia de educación.
Conexión con los estudiantes. En el debate ha quedado claro que Pablo Iglesias, como profesor universitario que es, mantiene una mejor conexión con los problemas y las maneras del mundo de la Universidad. De ahí que haya mostrado más sintonía que su rival con los profesores y estudiantes allí presentes.
Comunicación no verbal. A Iglesias se le ha visto muy cómodo en su atril. Las posturas de su cuerpo no delataban excesivo nerviosismo, sino al contrario. Se le ha visto más cómodo y menos rígido que en otras ocasiones. En sus gestos al público o al moderador se ha mostrado más simpático de lo habitual.
Lo peor
Lee demasiado. Iglesias ha mirado demasiado sus papeles. Incluso, ha leído íntegras varias propuestas sin levantar la vista del atril donde guardaba sus notas. Y no ha dado sensación de naturalidad, sino de que quería vender sus propuestas al auditorio.
Intervenciones muy largas. El discurso del líder de Podemos se ha hecho pesado en varios momentos. Quería matizar todo lo que decía y explicar al detalle cada propuesta. Así, el moderador ha tenido que pedirle brevedad y hasta Rivera hacía aspavientos para criticar la longitud de los argumentos.
Tono mitinero. Por momentos, parecía que Iglesias no estaba en un debate, sino en un mitin de su propio partido. El candidato de Podemos no hablaba a su oponente, sino al público. Ahí se enmarca la rapidez y lo rimbombante de algunas de sus palabras, que es otro de sus problemas habituales.
El tono crispado. Aunque Pablo Iglesias presenta ahora un discurso y un programa más moderado, en este debate se ha mostrado encendido en sus argumentos. Este es un defecto endémico del líder de Podemos que él mismo ha reconocido en entrevistas. Se le ve crispado aunque no esté gritando ni atacando al rival.
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