Albert Boadella entra en la sala y posa como buen hombre de teatro. "¡Aquí, presidente!", le gritan los fotógrafos para captar su atención. En la sala Finlandia de un hotel dos pasos del Congreso de los Diputados, el único presidente es él, ya que Mariano Rajoy no ha acudido a la sesión de control al Gobierno al estar de viaje oficial en Argentina.
Ausente es como Boadella (Barcelona, 1943) cree que han estado este Gobierno y los anteriores, socialistas o populares, en las últimas décadas ante el nacionalismo y, finalmente, el independentismo en Cataluña, que vive una crisis sin precedentes.
"He tenido siempre la impresión de que hemos estado olvidados, de que muchas veces los Gobiernos han estado contra nosotros, contra los que estábamos contra los nacionalismos", explica en la presentación de su nuevo libro, "¡Viva Tabarnia!" (Espasa, 16,90). ¿Por qué? Por intereses electorales, que son los más legítimos, pero debe de haber otros que no son tan legítimos", sugiere.
En este presidente atípico de una nación inventada como "una ficción para combatir otra ficción", según él, no hay palabras medidas ni expresiones como "aquella persona de la que usted me habla" sino una frase de impacto tras otra, con la intención de que la sociedad catalana, seducida en parte por el independentismo, y el conjunto de la española, durante demasiado tiempo desconocedora de la situación, despierten aunque sea con una bofetada.
Boadella es un hombre desencadenado, una valiente voz del sentido común para unos y sencillamente un loco o un bufón para otros. Pero no tiene miedo porque, según explica Mario Vargas Llosa, en el prólogo, "le han pintarrajeado las paredes de su casa una y mil veces con insultos, le han cortado esos árboles que él cuida y ama, lo han amenazado y no está descartado que en cualquier momento sea víctima de una agresión. La verdad es que le importa un comino", escribe el Nobel. El propio comediante, fundador de Els Joglars, se considera un "exiliado profesional" aunque siga teniendo una casa en Barcelona.
"El catalanismo es xenofobia"
Según él, el problema no es el independentismo sino el nacionalismo que contribuyó a extender Jordi Pujol durante sus 23 años como president, pero de forma más amplia el catalanismo. "El catalanismo es esencialmente xenofobia. Después está el folclore para encubrirla", pero se trata de "una mirada de superioridad frente al resto de españoles, menos higiénicos, un poco más cutres, imperialistas, dictatoriales", como si se tuviese una "sensación desagradable vivir junto a ellos: esto es el catalanismo".
"Para algunos, España es toros, sol, playa y Franco. Cuadra tan bien que es una lata desmontarlo", ha explicado a los periodistas, entre los que se encontraban también Anna Grau, Arcadi Espada y Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz de Libres e Iguales.
Boadella cree que no hay que minimizar la situación actual como un conflicto pasajero. "El 23-F es baladí al lado de lo que está pasando en Cataluña y sus consecuencias", advierte. Pese a ello, no cree que la violencia vista en las últimas semanas y meses, protagonizada por los autodenomindados Comités de Defensa de la República (CDR) vaya a más por sí sola.
"Estamos en una época en la que a alguien si le jodes un fin de semana se pone histérico", explica. "Es difícil sustentar que haya una parte de la sociedad catalana que se levante quemando más neumáticos o parando más trenes. No estamos en los años 30. La gente, una gran mayoría de gente, tiene mucho que perder, cosa que no sucedía en los años 30", explica.
El riesgo de desestabilizar la UE
Eso sí, Boadella no descarta que haya "una potencia exterior o partidista interior" que meta más "leña al fuego" y que le interese que todo "salte por los aires". Para él, lo que se juega en Cataluña es una batalla europea. "Cataluña puede ser una brecha mortífera para el conjunto de Europa" en cuanto a respeto a la ley o la conveniencia de un proyecto compartido de alianzas y vecindad. "Por eso hablo de terceros países que puedan estar interesados en avivar esta situación y desmontar parte de la UE", advierte.
Para Boadella, el nacionalismo es un "virus" y su libro pretende servir como una buena dosis de "anticuerpos", pero reconoce que el independentismo ha hecho perder muchos amigos, muchos de ellos intelectuales y personas con una buena formación.
"De la propia sociedad catalana hay una parte, la mitad más uno o menos uno, anclada en esta degradación moral. Los valores han desaparecido. Sólo está atenta al odio. Vive su fuerza y su unión en el odio a lo español. Y eso une mucho", lamenta. En su opinión, el nacionalismo es una colección de mentiras "muy bien redactadas por parte de TV3, que es como el catecismo, una cadena golpista, que está generando constantemente un ánimo golpista".
Boadella llega a comparar al independentismo y el influjo que ha tenido en capas formadas y cultas con "la Alemania de los años 30, donde había cantidad de profesores de universidad, catedráticos y artistas que se metieron en aquella cloaca", en referencia al nazismo.
"Una catarsis rápida y urgente"
"¿Qué es Tabarnia? La consecuencia del 21 de diciembre, básicamente", explica en referencia a las últimas elecciones autonómicas. "El 21-D produce un gran efecto al conjunto de los ciudadanos de Cataluña por ver la repetición otra vez de lo mismo. Es una gran amargura" y algunas personas, él incluido, se dan cuenta de que "hay que producir una catarsis rápida y urgente".
Según Boadella, cuando crece el independentismo también crece el antiindependentismo, ya que encuentra el camino expedito. Y eso ha ocurrido también con la izquierda en Cataluña, según él. "No hay nada más reaccionario y ultraderechista que el nacionalismo", explica.
"No he entendido nunca por qué a las izquierdas le hace tanta gracia el nacionalismo, cómo se ha permitido que el PSC haya traicionado a sus electores". Al hacerlo, "se convirtió en régimen precisamente porque se acabó la oposición. Por eso sale Ciudadanos, por la ineficacia PP y la traición del PSC", opina.
Boadella no es optimista. Cree que la propaganda del independentismo ha sido muy eficaz, borrando la colaboración de personalidades como Francesc Cambó y Miquel Mateu, "que hablaban catalán", con el franquismo, y presentando a Cataluña como un oasis republicano invadido por el dictador.
"¡Fueron las víctimas del franquismo, manda huevos!"
"¡Fueron las víctimas del franquismo! ¡No Almería o Extremadura! ¡Manda huevos!", exclama. "La tierra donde nació Dalí y Pla ha desaparecido, arrasado completamente por una inmensa secta que está perectamente domada y votará lo que sea para que esto continue
"La tierra donde nacieron Dalí y Pla ha desaparecido", explica Boadella en referencia al Empordá, "arrasado completamente por una inmensa secta que está perfectamente domada y votará lo que sea para que esto continúe", explica.
Para evitarlo, Boadella propone imponer la ley y recuperar un relato que contrarreste al independentismo, además de acabar con el modelo educativo actual, que según él lo que hace es generar independentistas. "A partir del parvulario empieza un adoctrinamiento que ya es directamente doma", lamenta. Para eso, "hubiera sido mejor traspasar los tanques que la educación", ironiza.
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