
Así entrenan 370 soldados españoles de Operaciones Especiales frente a las aguas de Rusia en el Mar Negro
El general Herrezuelo relata a EL ESPAÑOL cómo han sido los 11 días en los que han liderado unas maniobras sin precedentes en el Flanco Este junto a 10.000 soldados.
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Cinco soldados de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE) de la Armada preparan el asalto a bordo de una zódiac que surca las aguas del Mar Negro, frente a Burgas, en las costas de Bulgaria. Entre ellos hay buzos, preparados para sumergirse minutos después en las profundidades de estas aguas que separan los países de Europa del Este de los puertos de la Rusia más Occidental. Aguardan, pese a que el termómetro rara vez supera los 5 grados en esta época del año.
Silenciosos, sigilosos y preparados, los boinas verdes de la Armada española perfeccionan sus técnicas de infiltración junto a las fuerzas especiales navales de Bulgaria. Los soldados españoles despliegan en cuatro puntos diferentes, con todo un amplio elenco de capacidades, como una navaja multiusos de máxima calidad.
A unos cientos de kilómetros, aunque al otro lado del mar, el enemigo del que toda Europa trata de protegerse libra su propia guerra, la invasión de Ucrania. A este lado de la costa, la élite de las Fuerzas Armadas se prepara durante 11 días al más alto nivel junto a miles de soldados de otros países de la OTAN.
En las profundidades del Mar Negro: así entrenan en la frontera con Rusia 370 soldados de Operaciones Especiales
Aunque nadie menciona su nombre, Rusia es el rival para el que nuestras tropas se están preparando. Todos se sumergen en un ejercicio ficticio, de alta intensidad y que les permitirá sintonizar con sus compañeros de otras potencias aliadas. El tiempo apremia. Todos saben que hay que consumar ese objetivo cuanto antes.
Se trata de las maniobras de mayor relevancia que afrontarán nuestras tropas a lo largo de todo el año 2025. El Steadfast Dart 2025 ha agrupado, durante unas dos semanas de febrero a 10.000 militares de nueve socios de la Alianza Atlántica para probar su capacidad de reacción y de despliegue ante una amenaza inminente.
En ellas, España ha contado con un papel más que significativo, ya que ha aportado 3.200 militares de los tres Ejércitos. Además, por primera vez en la historia, el Mando Conjunto de Operaciones Especiales (MCOE) ha liderado el Componente de Operaciones Especiales de la OTAN en unas maniobras.

Ángel Ramón Herrezuelo Pérez, general de división jefe del Mando Conjunto de Operaciones Especiales (MCOE).
El general de división Ángel Ramón Herrezuelo Pérez sonríe satisfecho y aliviado en una gélida mañana a las afueras de Madrid, en el Mando Conjunto de Operaciones Especiales (MCOE), situado en la base de Retamares (Pozuelo de Alarcón, Madrid). Hace pocos días que ha regresado del Este de Europa, y está elaborando sus conclusiones sobre un más que satisfactorio ejercicio conjunto.
El mando recibe a EL ESPAÑOL en su despacho. Ha sido el encargado de coordinar a todos los efectivos de operaciones especiales de países tan dispares como Bulgaria, Francia o Grecia. En total, España ha aportado 349 soldados de élite a esta operación. Son 235 del Ejército de Tierra, 59 de la Armada, 52 del Ejército del Aire y del Espacio y 3 de los Cuerpos Comunes /Sanidad. "Es la primera vez que participamos en un ejercicio de estas características", explica.
En un momento geopolítico como el actual, con la amenaza de Rusia cerniéndose sobre Europa y sin la protección de los Estados Unidos, la palabra que más se está utilizando entre los miembros de la Alianza Atlántica es "interoperabilidad". La idea de maniobras como esta, al máximo nivel, tienen como objetivo que todas las Fuerzas Armadas aliadas reduzcan sus diferencias, que funcionen como una sola para afinar cada uno su papel en la coreografía de la batalla.
De ahí la vital importancia que le otorga Herrezuelo a la estancia de sus hombres en los últimos días en Bulgaria, Grecia y Rumanía, donde la OTAN pretende ejercer un efecto disuasorio ante cualquier amenaza contra el territorio aliado: "Hemos tenido la oportunidad de participar en el ámbito terrestre, marítimo, intercambiando técnicas y procedimientos, y también en el ámbito aéreo. Ha sido muy enriquecedor", señala. "Tenemos que ser cada vez más interoperables. No cabe duda de que es extrapolable a todo, no solo al ámbito de Operaciones Especiales".
Simulacros
Han sido jornadas de un mínimo de 12 horas de trabajo para todos los involucrados en el despliegue. Desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, y a veces más. "Yo me siento muy orgulloso de haber podido participar en todo esto", señala el general.
En una de las jornadas de esos 11 días, las tropas españolas llevaron a cabo el simulacro del rescate de un rehén. El ejercicio táctico consistió en un equipo de asalto que coordinó, de forma simultánea, varias acciones conjuntas y combinadas de nivel avanzado. Intervinieron vehículos, las fuerzas de asalto por vía terrestre, las fuerzas de operaciones especiales desde el aire. El enemigo ocultaba al rehén en un edificio cercano.
La élite de las Fuerzas Armadas combinó la presencia de francotiradores, con la infiltración aérea, así como con el avance en un entorno urbano, aislando el edificio en el que estaba el rehén.

Tropas de élite del Ejército del Aire durante el ejercicio. Estado Mayor de la Defensa
Todas las actividades se coordinaron en el mismo supuesto escenario, un campo de batalla de cientos de kilómetros, el simulador real de una guerra no muy lejana que se libra a pocos cientos de kilómetros de estos hombres. En este sentido, el mando español destacó la importancia de estos entrenamientos entre aliados para lograr la excelencia operativa mediante la preparación constante y un adiestramiento exigente y realista.
En el transcurso de la simulación, los militares de operaciones especiales españoles y búlgaros emplearon diversas técnicas. Primero, el descenso en fast rope para infiltrarse, mediante helicópteros NH 90, del Ala 48 del Ejército del Aire y del Espacio. Posteriormente, aseguraron el perímetro del edificio objetivo, donde estaba el rehén, con el fin de garantizar el control del entorno antes de proceder a la fase de asalto.
Han sido prácticamente dos semanas en el Este de Europa, pero todo ello ha requerido de una infraestructura y una logística de gran proporción. El equipo del Mando Conjunto de Operaciones Especiales y del Estado Mayor de la Defensa acudieron semanas antes para preparar el terreno.
Por supuesto, este despliegue ha servido para sacar músculo militar. Más de 1.500 vehículos trasladados por tierra, mar y aire, una veintena de aviones, helicópteros, 17 buques de guerra. Todo ello en unas pocas semanas.
Operaciones Especiales
"Este ejercicio estaba muy enfocado al despliegue de la Fuerza de Reacción de la Alianza (ARF). La capacidad de actuación es siempre alta, y lo que se buscaba aquí era llevar a cabo el despliegue rápido en un teatro de operaciones", continúa el general.
Ejercicios como este resultan fundamentales para los aliados: "Es importante ensayar y tener la oportunidad de que todos los elementos que intervienen se sincronicen y actúen de la forma más eficaz posible", continúa el mando.

Tropas de élite del Ejército del Aire durante el ejercicio.
Sus hombres están cansados después de estos días, pero se recuperan con rapidez. Han aprendido, han conseguido sincronizar sus capacidades con las de los socios de esos países y regresan a casa con mucho que reflexionar: "Ahora conviene pararse un momento, analizar las lecciones que hemos sacado, todo lo que tenemos en la cabeza, que lo tenemos bastante fresco, para seguir trabajando con ello. Los países con los que hemos ido se ven seguros, con la confianza de pertenecer a la OTAN".
El Steadfast Dart 2025 ha servido para que nuestras tropas más preparadas simulen un despliegue estratégico, así como el posterior proceso de distribución de fuerzas y capacidades, en respuesta a una crisis internacional. La valoración del Estado Mayor de la Defensa es que se han conseguido reforzar las capacidades de defensa de las naciones anfitrionas; y, de esta forma, se ha contribuido a la desescalada de tensión en el escenario diseñado para el ejercicio.