La vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, saluda al recién nombrado presidente, Pedro Sánchez, este jueves en el Congreso.

La vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, saluda al recién nombrado presidente, Pedro Sánchez, este jueves en el Congreso. Eduardo Parra Europa Press

Política NUEVA LEGISLATURA

Pedro Sánchez abre una nueva legislatura bajo la batuta de sus socios y una profunda fractura social

El líder socialista rentabiliza su arriesgada convocatoria electoral anticipada y se prepara para reforzar su comprobada autoridad en el PSOE.

17 noviembre, 2023 02:33

El 28 de mayo, el PSOE vivió una de sus noches electorales más amargas. El desgaste del Gobierno de Pedro Sánchez arrastró a su partido al desastre y le hizo perder casi todo el poder territorial.

A la mañana siguiente, el líder socialista anunció de manera sorprendente la convocatoria de elecciones generales anticipadas para el 23 de julio. Se vio como un movimiento defensivo a la desesperada y se interpretó como un intento por mitigar el fin de su vida política.

Se hablaba de una ola conservadora imparable, se especulaba con posibles sucesores de Sánchez al frente del PSOE y se publicaban quinielas de ministros de Alberto Núñez Feijóo.

[Pedro Sánchez, reelegido presidente con 179 votos en una investidura tensa y marcada por la amnistía]

Hoy Sánchez es presidente del Gobierno, designado por tercera vez en el Parlamento, a punto de abordar su segunda legislatura completa, y las quinielas que se publican son las de miembros de su futuro Consejo de Ministros.

“Lo ha vuelto a hacer”, repiten miembros de su equipo, echando mano de la expresión que ya han usado en otras etapas de la vida política de Sánchez. Explican que la siguiente etapa es materializar el acuerdo de legislatura con unos Presupuestos para 2024 que daría oxígeno al presidente del Gobierno hasta 2026, salvo imprevistos políticos y electorales.

Comienza una legislatura que promete ser muy complicada para Sánchez

Ha resucitado de nuevo. Ha logrado ser investido por mayoría absoluta y por más margen que el que logró en 2020. Mariano Rajoy, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias, Susana Díaz, Eduardo Madina, Alberto Núñez Feijóo (por el momento), entre otros, han caído a su paso.

Eso sí, en esta ocasión su investidura le ha llegado después de cerrar un entramado de pactos con partidos independentistas que le han desgastado en los últimos meses y que le obligan ahora a cumplir las exigentes condiciones. En ese sentido, estará bajo la batuta política de sus socios.

Además, el cumplimiento de esos compromisos será escrutado por dos verificadores: el de la mesa de negociación con ERC y el de la mesa de negociación con Junts. Este último, del que no se conoce la identidad, será extranjero, en una situación insólita en un acuerdo parlamentario y político entre partidos.

Cuando se disipe el confeti empezará el tira y afloja del cumplimiento de esos acuerdos que han estresado la vida política e institucional. En la legislatura tendrá un peso grande la política territorial, precisamente, cuando la inmensa mayoría del poder territorial y está en manos del PP.

También se llega con un clima de fractura social y de división política en bloques que se han puesto de manifiesto en la investidura. Dirigentes socialistas dicen estar preocupados por ese clima y lo atribuyen a la dificultad de la derecha para aceptar que se desvanecieron las expectativas que se crearon ellos mismos después de las municipales y autonómicas. La frustración de Feijóo, dicen.

Congreso extraordinario

Esos líderes socialistas admiten también que esa fractura ha afectado internamente al partido, aunque ninguno de los dirigentes en activo -salvo Emiliano García Page- haya levantado la voz. Ha habido ruptura con el pasado del PSOE y, en algunos casos, sólo la presión y movilización de la extrema derecha ha aglutinado a todos para aceptar los pactos.

Y dirigentes del PP hablan del rechazo social que ha provocado el pacto de Sánchez con los independentistas, especialmente por lo que se refiere a la amnistía y la perspectiva de ver en libertad a quienes encabezaron en 2017 el procés independentista, con Carles Puigdemont al frente. Es decir, el hecho de que se indulten delitos como la corrupción y el terrorismo.

Mencionan también las continuas rectificaciones de Sánchez que, esta vez, ha pasado de tachar la amnistía de “claramente” inconstitucional a presentarla como buena para la economía y la convivencia.

Pero Sánchez llega fortalecido por la leyenda de su inmortalidad política y crecido por haber constatado su infinito margen de maniobra para pactar con quien quiera y lo que quiera en el Parlamento, y por carecer de contestación importante en el seno del PSOE.

Fuentes del PSOE dan por hecho que ahora Sánchez abordará una renovación general del partido en las comunidades que ganó, pensando en disputar al PP ese poder territorial y también para reforzar su peso. Es probable un congreso extraordinario para 2024, cuando el calendario electoral lo permita.

Al tiempo, Sánchez llega debilitado por el lastre de los pactos que debe cumplir. El debate de investidura que concluyó ayer ha consistido básicamente en intervenciones de portavoces de sus socios parlamentarios leyendo la “lista de la compra” de los pactos.

Junts, ERC, PNV, Coalición Canaria y Bildu han expuesto el memorial de traspasos, inversiones, reformas legales y mesas de negociación. Incluso, los de Puigdemont le obligaron a modificar la terminología para no hablar de perdón, ni de reencuentro, ni de medida de gracia. Y Sánchez accedió.

En el debate de investidura ha quedado patente la división del Parlamento casi en dos mitades, con dos bloques imposibles de unir. Sobre todo, porque las dos partes han mostrado sentirse cómodos en esa polarización. El PP, porque tiene que rivalizar con Vox por la hegemonía de la oposición a Sánchez, y el presidente porque sabe que su éxito tiene mucho que ver con la actuación de la extrema derecha para cimentar el pacto de investidura y legislatura. De la misma forma que el rechazo a Vox permitió un resultado electoral el 23 de julio que impidió una mayoría alternativa a socialistas e independentistas.

La legislatura arranca también con el PP pendiente de un proceso de renovación interna y con la intención de llevar a cabo una dura oposición. "Es un error lo que acabas de hacer", le dijo ayer Feijóo a Sánchez en el momento teóricamente protocolario y deportivo de darle la mano para felicitarle al término de la votación de investidura, anticipando un clima revuelto entre ambos.