Tomás Serrano

Tomás Serrano

Política ELECCIONES EUROPEAS

La 'campaña del fango' cierra un ciclo electoral de 4 meses pero augura otro próximo: las claves del 9-J

Una victoria clara de Feijóo acentuaría la debilidad parlamentaria del PSOE y podría  precipitar las elecciones, pero también una victoria de Sánchez, porque le animaría a dejar de depender de Puigdemont.

8 junio, 2024 02:22

Se llega a las elecciones europeas tras una campaña marcada por el fango: el del PP procurando centrarla en casos como el de Koldo García y el de Begoña Gómez, y el del PSOE intentando presentarse como víctima de los bulos alimentados por la ultraderecha y víctima de los jueces.

Para Pedro Sánchez se trata de mostrar al PSOE como el único garante de la democracia frente a la extrema derecha, y para Alberto Núñez Feijóo mostrar al PP como el único en disposición de acabar con el sanchismo.

El relato de Sánchez arrancó con sus cinco días de retiro, en enfrentamiento con el argentino Javier Milei y el proceso contra su esposa, además de su política sobre Palestina, que busca agrupar todo el voto de la izquierda a costa de Sumar y los independentistas.

Las elecciones europeas cierran un ciclo electoral que arrancó hace un año con las municipales y autonómicas, y siguió con las generales. Si nos centramos en este año, han sido cuatro meses de vértigo: gallegas, vascas, catalanas, y ahora europeas.

Y no hay garantía de que el ciclo termine, porque teóricamente sería posible ir a nuevas elecciones en Cataluña en otoño y, poco después, a unas generales.

En el primer caso, porque no hay garantías de que Salvador Illa logre articular una mayoría frente al bloque independentista. En Cataluña todo empezará a verse el lunes, cuando se compruebe si ERC y Junts logran hacerse con la Mesa del Parlament, como avance de un acuerdo frente a Illa.

Y en el segundo, porque una victoria clara del PP en las europeas o un gran resultado del PSOE podría llevar a convocar unas generales antes de final de año. Un triunfo amplio de Feijóo acentuaría la debilidad parlamentaria de Sánchez. Una victoria de Sánchez le animaría a ir a las urnas para dejar de depender de Carles Puigdemont.

El PP parte como favorito según todas las encuestas, pero la campaña ha mostrado un debilitamiento del partido de Feijóo y un crecimiento del PSOE. Los últimos datos hablan de un empate técnico, con opciones de triunfo para ambas formaciones.

Sánchez ha conseguido marcar la agenda de campaña con la batalla "contra la ultraderecha" y con decisiones de política internacional como el reconocimiento de Palestina. La cruz ha sido el llamado "caso Begoña Gómez" sobre las actividades profesionales de la esposa del presidente del Gobierno

Y, como telón de fondo, la UE se juega su futuro este domingo en las elecciones al Parlamento Europeo. Del resultado dependerá la configuración de la Comisión y decisiones que afectan directamente a todos los ciudadanos, tras la progresiva cesión de soberanía de los Estados miembros a favor de Bruselas.

Estas son las diez claves con las que analizar los resultados cuando se hagan públicos la noche del domingo:

1. Refuerzo para las generales

Las elecciones europeas son unos comicios peculiares, porque no afectan directamente a la composición del Gobierno de España. Además, la atribución de escaños se hace con circunscripción única, en la que no se discrimina el origen territorial de cada voto, lo que reduce la influencia de los parlamentarios nacionalistas o independentistas.

Sin embargo, los comicios funcionan como una especie de enorme encuesta real que sirve para medir el desgaste de los gobiernos y las opciones de la oposición para llegar a la Moncloa.

Habitualmente, quien gana las europeas gana las siguientes generales y, además, al PP le suele ir mejor en estas elecciones que en las que renuevan el Congreso y el Senado. 

En dos ocasiones, en los comicios europeos de 1994 y los de 2009, el PSOE ganó las generales anteriores, pero acabó perdiendo en las europeas. Es decir, de las ocho elecciones europeas ha ganado en seis el partido que estaba en el Gobierno

En este caso, el PP ganó las generales de 2023, aunque su ventaja no le diera para gobernar. Ahora aspira a ganar este domingo y, por tanto, mide su capacidad para que Feijóo llegue a la Moncloa en un futuro próximo.  Por eso, para el PP sería un fracaso no ganar, según admitió recientemente el líder del PP en Onda Cero.

Todas las encuestas, salvo el CIS de Tezanos, dan por ganador al PP, pero el PSOE aspira a dar la vuelta a los pronósticos. Si lograra ganar, el presidente del Gobierno quedaría muy reforzado y reeditaría su leyenda de resilente capaz de dar la vuelta a las expectativas. Además, dejaría debilitado a su principal oponente.

2. La ventaja del ganador

En estas elecciones es importante el dato de la diferencia en porcentaje de voto entre los dos principales partidos, casi más que el número de escaños por el efecto de la circunscripción única.

En las últimas elecciones generales, el PP ganó por sólo 1,4 puntos de ventaja sobre el PSOE y eso se tradujo en 16 escaños más para la lista de Feijóo.

Hace dos meses, las encuestas arrojaban ventajas de hasta 10 puntos en favor del PP, pero esa diferencia se ha ido reduciendo a medida que avanzaba la campaña electoral.

Si la diferencia en favor del PP fuera de nuevo similar a la de las generales, el PSOE podría pensar que en unas próximas elecciones quedarán de nuevo a las puertas de la Moncloa.

Si el que ganara fuera el PSOE y con una diferencia superior a un punto, Sánchez podría tener la tentación de concluir que, convocando inmediatamente generales, mejoraría su posición en el Congreso para gobernar con menos ataduras.

Fuentes del PP aseguran que su meta sería acercarse a una ventaja de cuatro puntos sobre el PSOE, es decir, que esa sería la línea del éxito rotundo. Ganar por menos sería una victoria matizada y perder por cualquier porcentaje sería un desastre para Feijóo y un éxito para Sánchez.

3. La suma de los bloques

El dato de la diferencia entre PSOE y PP es importante porque puede ser políticamente muy relevante para el corto plazo, pero puede ser ligeramente engañoso para el futuro, por la circunscripción única y porque estas elecciones no determinan directamente el signo del Gobierno español.

Por ejemplo, si el PSOE ganara es muy probable que fuera a costa del voto a formaciones como Sumar, Podemos y los independentistas que le apoyan en el Congreso y antes le facilitaron la investidura. Es decir, Sánchez habría agrupado el voto útil de esos partidos, pero en unas elecciones generales no parece probable que se pueda mantener ese trasvase en tales niveles.

Es decir, una vez terminada la etapa en la que era normal la existencia de mayorías absolutas, los resultados no deben verse de forma aislada, sino sumando los partidos de izquierda e independentistas por un lado, y los de derecha y extrema derecha, es decir, PP y Vox.

No obstante, entre los dos bloques hay alguna diferencia, porque el PP entiende que si capta electores de Vox, tiene opciones que se queden y no vuelvan al partido de Santiago Abascal. Feijóo ya comprobó en las generales de 2023 que tendrá muy difícil gobernar si no debilita antes a Vox.

4. La tendencia de Vox

Según todas las encuestas, Vox puede romper la tendencia descendiente de todas las elecciones recientes y puede mantener su porcentaje de voto, que en las generales bajó al 12,3%.

Con ese dato reforzaría su condición de tercer partido, lo que le otorga una notable ventaja para lograr escaños en circunscripciones pequeñas y medias en unas elecciones generales. 

Mostraría que el PP ha logrado captar prácticamente todo el voto de Ciudadanos, pero mucho menos el de Vox, que se le resiste, y que la presencia en los gobiernos autonómicos en coalición con el PP no les ha debilitado como Feijóo hubiera querido.

Le favorece que en estas elecciones no hay percepción de que un voto extremo pueda traducirse en un gobierno extremo. Suelen funcionar en europeas las opciones antisistema y, de hecho, es posible que entre en el Parlamento Europeo otra candidatura ultra y antisistema.

Además, han conseguido protagonizar la primera parte de la campaña con el acto en Madrid en el que participaron líderes internacionales ultras como Javier Milei. La polarización provocada por el presidente argentino le permitió a Vox marcar agenda.

Las elecciones europeas se celebran en un clima de ascenso notable de partidos de la ultraderecha, socios de Vox, con opciones de ser los más votados en Francia e Italia, entre otros países.

5. El futuro de Sumar

Yolanda Díaz se la vuelve a jugar. Sumar compareció por primera vez a unas elecciones en las generales de 2023 y logró el 12,3% de los votos. Ahora las encuestas le sitúan en la mitad de ese porcentaje, consolidando su condición de cuarta fuerza, lo que le alejaría de escaños en muchas circunscripciones.

Entonces Podemos estaba dentro de Sumar y ahora ambas formaciones se enfrentan en las urnas, midiendo sus posibilidades.

Díaz optó por situar como cabeza de lista a Estrella Galán, completamente ajena a la política y con un nivel de conocimiento inexistente. Su arriesgada apuesta se mide el domingo.

Sumar lleva meses intentando diferenciarse del PSOE precisamente para tener perfil propio para las elecciones europeas, pero se ha encontrado con la maquinaria socialista que ha cogido banderas como la de Palestina, que funcionan para polarizar y reunir el voto útil de la izquierda.

Si el resultado de Sumar fuera muy malo, es decir, próximo a Podemos y por debajo del 5% de los votos, en este espacio político habría nervios sobre el futuro y se cuestionaría el proyecto y el liderazgo.

Y, además, provocaría preocupación en la Moncloa, porque sin la muleta de Sumar les sería muy difícil reeditar el Gobierno de coalición, aunque ahora captar sus votos les permitirá superar o acercarse al PP.

6. Supervivencia de Podemos

Irene Montero lidera la lista de Podemos con la intención de que no sea su última oportunidad. En unas elecciones europeas dio el salto institucional el partido encabezado por Pablo Iglesias con cinco escaños y ahora intenta mantenerse vivos.

Las encuestas les otorgan al menos dos escaños, con opciones de acercarse a Sumar en la competición que ambos tienen por el mismo espacio político.

Su salida de Sumar y del Gobierno en noviembre dejó a Podemos y a sus cuatro diputados toda la banda izquierda, con posibilidades de hacerlo sin las ataduras de estar presente en el Consejo de Ministros. De esa forma, ha condicionado a Sumar en asuntos como Palestina o Ucrania.

Un buen resultado, con dos o tres escaños, permitiría al partido que lidera Ione Belarra soñar con la supervivencia y, como mínimo, condicionar e inquietar a Yolanda Díaz.

7. Separatistas, en horas bajas

No son las elecciones de los partidos independentistas. Habitualmente sus electorados no se movilizan en elecciones europeas que no afectan a sus respectivos territorios, al menos, de forma directa.

ERC, BNG y Bildu forman la candidatura Ahora Repúblicas, con opciones de ser votados en toda España, pero con participación discreta en la agenda política de la campaña. Y PNV acude con Junts y Coalición Canaria.

Ya en las últimas generales, el PSOE logró captar voto útil de estas formaciones con la estrategia de “parar a la ultraderecha”. Por eso fue el partido más votado en Cataluña, con porcentajes que le permitieron compensar la caída en otros lugares, como Andalucía o Madrid.

8. La movilización, vital

Las elecciones europeas suelen ser las que menos participación tienen porque una parte importante de los ciudadanos no termina de percibir la importancia de lo que se dirime en las urnas.

En este caso, la campaña ha tenido un elevado nivel de polarización y de ruido, entre otras cosas, porque los partidos han intentado a toda costa movilizar a sus respectivos electorados.

El riesgo siempre es que por movilizar a los suyos, terminen por llevar a las urnas a los de los otros partidos. Por ejemplo, que agitar el caso de Begoña Gómez para movilizar a los votantes del PP puede hacer que se movilicen como reacción los votantes del PSOE, incluso los críticos con decisiones de Pedro Sánchez.

Los socialistas, en este caso, han buscado movilizar a los suyos con el miedo a la ultraderecha. Algo así como “voten al PSOE aunque no estén de acuerdo con algo que hacemos porque es peor que gane la ultraderecha”. A eso se encomienda Sánchez, como en las generales.

9. El resto de Europa

En toda Europa crece la ultraderecha, hasta el punto de desplazar en algunos países a la derecha tradicional. Hasta ahora había mayoría del Partido Popular Europeo y la Comisión Europea tenía también ese color como consecuencia de un pacto con liberales y, sobre todo, con los socialdemócratas. Ese eje de poder, similar a una gran coalición, ha sostenido la UE desde su fundación, y ahora puede romperse por la irrupción de los partidos ultras.

Ahora los socios del PSOE están en retroceso en el resto de Europa y es posible que la ultraderecha gane en varios países. Por eso, hay dudas sobre la forma en la que se conformará la Comisión Europea, el Gobierno de la UE, porque requiere de pactos complejos que afectan a instituciones como el Consejo Europeo o el Parlamento Europeo.

Por eso, la hasta ahora presidenta de la Comisión, Ursula von der Layen, acaba de abrirse a pactar con partidos ultras como el de Georgia Meloni, que gobierna ya en Italia. Se rompería así el cordón sanitario en Europa.

10. Presencia en la UE

El resultado de las europeas y la irrupción de la ultraderecha afectaría al reparto de la Comisión Europea, a la que aspira la candidata socialista Teresa Ribera. Ella no tomará posesión del escaño en el Europarlamento y seguirá como vicepresidenta tercera a la espera de que pueda ser elegida comisaria después del verano.

Ribera aspira a una comisaría potente que, por ejemplo, incluya lucha contra el cambio climático y hasta competencias sobre industria. Eso dependerá de la fuerza de los socialdemócratas para negociar y, también, de la fuerza de España en esa negociación. De ello depende el futuro de Ribera.

Es una negociación que mezcla la presencia ideológica en el Parlamento Europeo y también la fuerza de cada Estado. En la anterior, España no tuvo ningún comisario y se conformó con el alto comisionado de política exterior para Josep Borrell. Por cierto, que éste también encabezó la lista del PSOE al Parlamento Europeo y tampoco ocupó nunca su escaño. 

La anterior Comisión fue fruto de una negociación entre las familias ideológicas, salvo la extrema derecha, con el Partido Popular Europeo como mayoritario. Básicamente, los cargos son los de la Comisión, la presidencia del Consejo Europeo y la del Parlamento.