La ciudad perdida de los visigodos en Hispania: "Tiene que estar bajo Vitoria o muy cerca"
Leovigildo fundó Victoriaco en el año 581 tras una campaña contra los vascones. Estaba lanzando una seria advertencia a su hijo rebelde.
9 julio, 2024 08:22En el año 581, el poderoso rey Leovigildo abandonó su corte en Toledo y volvió a cabalgar a la cabeza de sus huestes hacia el siempre agitado limes del norte de Hispania. Ayudado por los guerreros de su aliado franco Chilperico de Neustria, persiguió a los vascones hasta sus guaridas. En una penosa guerra de escaramuzas, golpes de mano y emboscadas, los godos incendiaron sus hogares y diezmaron a sus guerreros.
Cuando el sol apenas podía despuntar entre el humo de los caseríos en llamas, el furioso rey de Toledo envainó su espada y, según narraron las crónicas de Juan de Biclaro, ordenó levantar la ciudad de Victoriaco en honor a su victoria. "Su fundación escondía un propósito práctico destinado a crear un punto logístico militar, una línea defensiva y frenar la expansión de los vascones que amenazaban la actual depresión vasca", explica a este periódico José Soto Chica, profesor de la Universidad de Granada e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas. Pero también esconde un objetivo propagandístico: demostraba el poder de sus guerreros y su alianza con Chilperico.
Además, el monarca godo se pretendía presentar como legítimo señor de Hispania. Por ello usurpó todos los símbolos de poder del Imperio romano, entre ellos el de fundar ciudades. "Leovigildo se muestra así como césar en Hispania y como Roma en Occidente. Su hijo se acababa de rebelar contra él en Sevilla con ayuda bizantina y se había convertido al catolicismo. El rey, por tanto, se tiene que reafirmar ante su pueblo y ante el mundo y lanza su mensaje: 'Yo soy el que rige Hispania y frena a los bárbaros. Yo soy el que funda ciudades. Hijo, sométete o la siguiente campaña será contra tus tierras'", explica el historiador, autor de Leovigildo. Rey de los hispanos (Desperta Ferro).
Tras castigar el norte y fundar la ciudad, el rey marchó contra su hijo en una feroz guerra civil que duró varios años. Hermenegildo terminó ejecutado y elevado a la categoría de mártir por morir a manos de su padre: un arriano, un hereje. En el norte, los inquietos vascones se tuvieron que acostumbrar a la ciudad de Victoriaco que, además de frenarles, daba una nueva bofetada ideológica a los "insolentes" bizantinos asentados en la costa levantina, legítimos sucesores del Imperio romano de Occidente.
Tal como explica Soto Chica, en los textos contemporáneos a la fundación de Victoriaco no hay ninguna pista geográfica que indique dónde se puede ubicar el asentamiento, más allá de encontrarse en algún lugar de Vasconia.
Guiados por la toponimia se debe encontrar en algún lugar cerca de la actual ciudad de Vitoria-Gasteiz, fundada en el año 1181 por el rey de Navarra Sancho VI "el Sabio" y a la que llamó Nova Vitoria para enlazarla con el asentamiento visigodo y legitimar su reinado.
Sobre viejas cohortes
Entre esta y la localidad de Marañón, el arzobispo castellano Rodrigo Jiménez de Rada mencionó a finales del siglo XII la existencia de un lugar llamado Vitoria Vetus. ¿Las ruinas de la ciudad goda? Durante años se pensó que podía ser Vitoriano, a 16 kilómetros de la capital alavesa. Sin embargo, mucho más cerca se encuentran las ruinas de Iruña-Veleia, la civitas de los caristios y la urbe romana más importante de País Vasco.
"El emplazamiento de Victoriaco sobre la antigua ciudad romana le permitiría [a Leovigildo] además aprovechar las infraestructuras de la misma, y de manera especial, sus formidables murallas", explica Rafael Barroso Cabrera, historiador y principal autor del estudio ¿Váscones o Wáscones? Acerca del Ducado de Cantabria y la fundación de ciudades en el norte peninsular en época visigoda, publicado en e-Spania.
Situada a 9 kilómetros de la capital, en el municipio de Iruña de Oca, la ciudad romana se asentó sobre un cerro flanqueado por el río Zadorra. Su posición estratégica, económica y política aún era clave en los turbulentos siglos IV y V d.C.
Decenas de ciudades en Hispania yacían abandonadas, pero tras los imponentes muros de Veleia los legionarios de la cohorte I Gallica protegieron la calzada que unía la Península Ibérica con la Galia occidental, cerraron el paso desde el norte hasta el desfiladero de Pancorbo y controlaban el acceso al mar Cantábrico.
Además de las razones estratégicas y políticas, para cualquier rey siempre sería más fácil, rápido y barato aprovechar y reformar unas construcciones abandonadas antes que erigirlas de nuevo. Todas las piezas parecen encajar, pero hasta el momento las excavaciones arqueológicas en Veleia no han desvelado ningún rastro de asentamiento tras el colapso del Imperio romano en el siglo V d.C.
"Algún día aparecerá"
A lo largo de su agitado y violento reinado, Leovigildo fundó dos ciudades completamente opuestas. La primera, Recópolis, en la actual Guadalajara, era una urbe ostentosa y rica, una pequeña Constantinopla que contaba con un suntuoso complejo palatino. Por su lado, Victoriaco nació con la idea de ser una base militar donde abastecerse de pertrechos, reagrupar guerreros y poder vigilar el complicado limes del norte.
Leovigildo no acabó con el problema vascón. Estos, apoyados por merovingios y aquitanos, acostumbraban a bajar al llano, saquear aldeas y, poco a poco, asentarse en el territorio de los autrigones, várdulos y caristios, viejos pueblos indígenas romanizados integrados en el mundo godo. Sobre el año 711, cuando el caudillo Tariq ibn Ziyad y su hueste islámica desembarcó en la Península Ibérica, sorprendió al mismo rey Rodrigo guerreando en las nevadas cumbres de Vasconia contra una nueva rebelión.
Sin embargo, Victoriaco, la ciudad perdida de los visigodos en Hispania, sigue sin aparecer. ¿Por qué? "La arqueología es una ciencia que depende de la fortuna", responde Soto Chica. "La toponimia es muy fuerte, por lo que tiene que estar bajo la actual Vitoria o muy cerca de esta para que este nombre haya prosperado. A pesar de que aún no se han encontrado pruebas materiales, podemos saber sin ninguna duda que existió. Solo tenemos que esperar a que algún día, más pronto que tarde, la arqueología termine de descubrir sus restos".