'El último día de Numancia' (1881), de Alejo Vera.

'El último día de Numancia' (1881), de Alejo Vera. Diputación Provincial de Soria

Historia

El enigma de las guerras cántabras: el castro que se suicidó en masa para no ser esclavizado por Roma

Las propuestas para identificar Monte Medulio, un oppidum cántabro asediado en el año 22 a.C., han sido numerosas, pero ninguna confirmada por medios arqueológicos.

16 julio, 2024 02:14

Enfermo y agotado, el princeps Augusto abandonó Hispania en el año 25 a.C. Tras dos brutales campañas, la resistencia de los pueblos del norte parecía haberse aplacado mediante una contienda de gran intensidad. Los generales Cayo Antisio Veto y Publio Carisio habían logrado derrotar a cántabros y astures en batallas campales y asedios a sus ciudades fortificadas (oppida) distribuidas por una montañosa orografía. El emperador, que había estado a punto de morir durante una marcha nocturna cuando un rayó fulminó a uno de sus esclavos que portaban su litera, proclamó la pacificación del Imperio cerrando las puertas del templo de Juno, el dios de la guerra.

Pero el noroeste peninsular no sería apaciguado definitivamente hasta casi una década después debido a las continuas y peligrosas sublevaciones indígenas. Una de las más importantes ocurrió en el año 22 a.C. En el sector occidental, los astures, como último desafío frente a la ocupación, se rebelaron por la corrupción y crueldad de Carisio. La sumisión de estas comunidades se logró por la fuerza y con duras consecuencias, como la esclavitud de gran parte de los prisioneros.

Los cántabros también se alzaron contra el dominio de su nuevo legado, Cayo Furnio, quien aplicó medidas igual de implacables. Por eso algunos lugares, como el oppidum de Monte Medulio, llevaron su resistencia a un grado extemo, prefiriendo incendiar sus hogares y quitarse la vida en masa antes que caer en manos del enemigo. En este asentamiento concreto, el asedio romano —los legionarios construyeron un foso a su alrededor de 23 kilómetros— se saldó con un suicidio colectivo de los indígenas por la espada, el fuego y al ingerir veneno de tejo tras la celebración de un banquete.

'Oppidum' cántabro de Monte Bernorio, uno de los principales núcleos de los cántabros que también fue tomado a la fuerza por los romanos.

'Oppidum' cántabro de Monte Bernorio, uno de los principales núcleos de los cántabros que también fue tomado a la fuerza por los romanos. Eduardo Peralta Labrador

La localización exacta de Mons Medullius es uno de los principales enigmas arqueológicos de las guerras cántabras todavía a resolver. Desde hace varios siglos se han armado y derrumbado hipótesis que han querido situar el oppidum desde los límites de Galicia hasta el País Vasco —el violento conflicto se desarrolló en una zona que se extiende desde la parte oriental de Lugo, toda Asturias, el norte de Castilla y León y la actual Cantabria, como confirman los hallazgos de numerosos campamentos romanos de campaña—. Pero los vestigios, las evidencias materiales, brillan por su ausencia. 

Tampoco ayuda la escasa información recogida en las fuentes clásicas. La historia de las guerras cántabras se conoce principalmente gracias a los lacónicos relatos de autores como Floro, Orosio y Dion Casio, a veces tachados por investigadores contemporáneos como traductores de los episodios militares en una ficción histórica. La obra más completa sobre estos hechos, la Historia de Roma de Tito Livio, historiador contemporáneo del emperador Augusto, se ha perdido.

Ninguna propuesta fiable

Orosio escribió que el Monte Medulio se encontraba en el interior de Gallaecia, cerca de un río llamado "Minio". Algunos estudiosos han querido identificarlo con el Miño, llamado "Minius" por los romanos. Pero Estrabón le atribuyó al también geógrafo griego Posidonio el nacimiento de este río en "el país de los cántabros", lo que encajaría más, aunque sin ser exacto, con el Sil. Las diferentes interpretaciones sobre este comentario han llevado a situar el oppidum en el castro galaico de Santa Trega, en el límite fronterizo más occidental con Portugal; en el monte Aloia (Tui), una propuesta realizada por Adolf Schulten, el descubridor de Numancia; en algún punto de la sierra de la Cabeza da Meda o en el monte Medelo, en Santa Cruz de Arrabalo, ambos en Ourense, entre otras teorías.

Por afinidad toponímica también se han relacionado Las Médulas, uno de los restos de minería romana mejor conservados de Europa, en el Bierzo (León), con el oppidum de los cántabros. Según esta hipótesis, el término "minius" se traduciría como "cinabrio", metal de color bermellón, y haría referencia al río Sil, cuyas aguas se tornan rojizas al discurrir por esta zona. A 11 kilómetros en línea recta, en las tierras bercianas y de Valdeorras, se encuentra la sierra de la Encina de la Lastra, donde otros investigadores han querido ver el inmenso foso descrito en las fuentes clásicas.

Vista aérea de Las Médulas.

Vista aérea de Las Médulas. CSIC

Otra teoría relacionada con los topónimos ha señalado que el mons Medullius podría corresponderse con el monte Cido, en la sierra de O Courel, en la provincia de Lugo. "Occido" en latín significa matar, dar muerte. Las excavaciones en el sitio han confirmado que entre los siglos I y III d.C. ahí se estableció un puesto militar romano probablemente relacionado con la explotación de las minas de oro.

El principal problema de estas propuestas es que los relatos romanos indican que quienes se suicidaron en masa fueron los cántabros —Orosio sitúa estos acontecimientos en las campañas de la conquista de la vertiente costera—, y no los galaicos o los astures, cuya rebelión desbordó a Publio Carisio, que necesitó la ayuda de Cayo Furnio. En Cantabria, su supuesta localización se ha fijado en una de las laderas la sierra de Peña Sagra, en la comarca del Liébana, donde también se han querido observar vestigios de un foso. Pero como ocurre con los otros posibles emplazamientos, no hay pruebas arqueológicas que apoyen de forma categórica este planteamiento.

"Lo único cierto sobre este asunto es que los investigadores del mundo académico han errado en todas las infundadas identificaciones que han propuesto para que les encajase en sus apriorísticas reconstrucciones, que no se basaron ni en lo que decían las fuentes clásicas ni mucho menos en evidencias arqueológicas de ningún tipo", explica a este periódico Eduardo Peralta, pionero del estudio arqueológico de las guerras cántabras. "El Monte Medulio tiene que estar en algún punto de la vertiente costera del antiguo territorio de los cántabros, y sólo por medios arqueológicos y foto satélite se descubrirá algún día en alguna zona de montaña todavía inexplorada".