Los hallazgos de la ciudad romana de La Alcarria: tesoros, acueductos y misteriosas necrópolis
La ciudad de Caraca gozó de su esplendor entre los siglos I y II a.C. Antes fue una ciudad carpetana que se enfrentó a Aníbal Barca.
9 agosto, 2024 10:16En el año 77 a.C., las legiones de un general proscrito por Roma acamparon frente al oppidum carpetano de Caraca, situado en el actual Cerro de la Virgen de la Muela en el municipio de Driebes, Guadalajara. Según el historiador clásico Plutarco, el rebelde y genio militar Quinto Sertorio creó nubes de polvo para asfixiar la ciudad hasta que se rindió al tercer día. Más de 2.000 años después del asedio, los arqueólogos descubrieron bajo el foro de la ciudad romanizada una capa de destrucción que cuenta otra historia. Una de muerte, violencia y saqueo.
Situada sobre un cerro amesetado de 610 metros de altura abrazado por el río Tajo, las ruinas de la Caraca romana, de 8 hectáreas, se esconden bajo los campos de cebada. Una gran parte del yacimiento declarado Bien de Interés Cultural este mismo año, está sin excavar. El resto se conoce gracias a prospecciones realizadas con georradar. Abandonada en el siglo III d.C. por motivos desconocidos, estuvo comunicada mediante calzadas con Complutum y Segóbriga. En tiempos de los visigodos se convirtió en un gran cementerio.
"Lo primero que nos llamó la atención fue la gran riqueza y prolongación en el tiempo de todo el yacimiento, que cuenta con una gran singularidad científica. Es un espacio de explotación desde el paleolítico, junto a la ribera del Tajo, que llega hasta una necrópolis altomedieval de más de 500 tumbas, pasando por una ciudad carpetana y luego romana. Es un espacio muy interesante para estudiar", explica a este periódico Javier Fernández Ortea, codirector de las excavaciones de Caraca.
Tumbas y tesoros
Monedas púnicas, lingotes, alhajas y joyas deslumbraron a un humilde pastor que trabaja en el cerro en 1597, en tiempos de Felipe II. Siglos más tarde, en 1945, la excavación del canal de Estremera desveló la segunda parte del tesoro de 340 piezas datados en el siglo III a.C. y que alcanzan cerca de 18 kilogramos.
"No sabemos muy bien su función, quizá fue un ocultamiento para evitar que lo robaran en la segunda guerra púnica. Quizá fue una ofrenda a las fuerzas de la naturaleza, a los dioses", detalla Fernández Ortea. Apenas se conoce nada sobre la Caraca carpetana aunque quizás se pueda localizar alguna vivienda a las afueras del centro urbano, junto a la necrópolis altomedieval que se comenzará a excavar en la campaña de este año, que arranca el próximo lunes 12 de agosto.
"Hasta el momento los ajuares de la necrópolis están siendo bastante esquivos por lo que necesitaremos realizar un análisis de termoluniscencia para saber cuando vio por última vez el sol una parte de la tierra allí enterrada. Cerrar su cronología es uno de nuestros actuales objetivos, aunque pensamos que podría estar fechada entre los siglos VI y VII d.C.", explica el codirector.
Uno de los misterios de la necrópolis radica en por qué decidieron enterrarse allí cuando la ciudad llevaba más de un siglo abandonada. "Deberían tener alguna razón de peso, eso seguro. Muchos esqueletos están bocarriba orientados este-oeste, lo que podría estar relacionado con el renacer del Sol. Quizás estar cerca del vado del Tajo esconda otra relación simbólica: cruzar un río hacia el más allá", apunta el codirector. En la pasada campaña contaron con la ayuda de la Guardia Civil y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática en la investigación de sus riberas para descubrir su paleocauce.
En los alrededores de Caraca se cree que sobre el año 220 a.C., el cartaginés Aníbal Barca aplastó a un gran ejército indígena que las fuentes exageran hasta los 100.000 guerreros olcades, vacceos y carpetanos. Entre ellos había refugiados de Helmántica (Salamanca) que esperaban venganza por la destrucción de su ciudad a manos del púnico ese mismo año.
Con astucia fenicia, el joven militar logró doblegarlos tras una espantosa carnicería al forzarles a cruzar el río. "Algunos, arrastrados en dirección al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes", narró el historiador clásico Tito Livio. Después, cargado de botín, regresó a Quart Hadast (Cartagena), la capital de la Hispania dominada por Cartago.
Una rica ciudad romana
"Nosotros trabajamos haciendo preguntas e intentamos resolverlas. Hasta que no las respondamos no damos un paso más allá", declara el codirector. "Primero vamos a cerrar nuestras dudas con la necrópolis medieval pero en el futuro nos gustaría volver a su pasado imperial romano, a lo que sería el corazón de la civitas".
Entre los siglos I y II d.C., su momento de máximo esplendor, llegó a estar habitado por más de 1.800 personas gobernadas por togados decuriones. Hasta el momento han arañado su superficie aunque en campañas anteriores desvelaron una pequeña parte del foro, restos de una tabernae, las piscinas y la palestra de sus termas (que alcanzó los 900 metros cuadrados) y un acueducto.
Este, que estuvo construido con opus caementicum y alcanzó los 3 kilómetros, contó con diferentes decantadores para filtrar y limpiar su agua que nacía en la fuente de Lucos, un posible bosque sagrado.
En el camino que llegaba desde el norte se localiza uno de los últimos hallazgos. Un monumento funerario de 6x10 metros a los pies de la calzada acaparaba la atención de los viajeros que se dirigían a Caraca, a menos de 200 metros de distancia. Se trata de un ustrinum, un espacio donde al menos dos personas fueron incineradas junto a animales sacrificados que quizá formaron parte de un banquete ritual.
Probablemente se tratase de miembros de la élite local, ricos evergetas que dirigieron los designios de la civitas y financiaron sus edificios públicos hasta que la ciudad tembló. Un incendio echó a perder parte de las termas a finales del siglo II d.C. y unas décadas después, la gran mayoría de sus habitantes se marcharon.
"¿Por qué se abandonó y su población se dispersó en las zonas rurales? No lo sabemos en realidad. Podrían ser factores económicos, el fin de los factores estratégicos de la ciudad y su control de la vega del río, un incendio, una epidemia. Quizá hasta un seísmo ya que ahí esta la falla del Tajo", detalla Fernández Ortea que recalca que muchas ciudades del Imperio entraron en crisis en la misma época, el siglo III d.C.
Desde entonces, solo unas pocas personas continuaron viviendo como fantasmas rodeados de decadentes ruinas. Al menos hasta que la ciudad romana de La Alcarria se transformó en una enigmática necrópolis que llena de preguntas a los investigadores.
Quizá las campañas de excavación de este año, financiadas por la Diputación de Guadalajara y codirigidas por Fernández Ortea y su compañero Emilio Gamo Pazos, logren arrojar algo de luz sobre las diferentes culturas que poblaron el entorno de Caraca.