El cine ha sido testigo de un cambio significativo en la forma en que se representa el mundo financiero. En décadas pasadas, las escenas de robos a bancos con ladrones cargando bolsas de dinero eran un estándar en la industria cinematográfica.
Sin embargo, en la era actual, estas imágenes han dado paso a escenas donde los hackers roban dinero directamente desde ordenadores, sin necesidad de ingresar a una entidad bancaria y, por supuesto, sin involucrar dinero físico.
Este cambio en la narrativa cinematográfica refleja una evolución real en el sistema financiero y bancario. En el pasado, las personas optaban por abrir cuentas bancarias para resguardar sus fondos, en lugar de guardarlos bajo el colchón por temor a la inseguridad.
Hoy en día, la mayoría de nosotros simplemente espera que nuestra nómina se deposite en una aplicación y controlamos nuestras finanzas digitalmente.
El sistema bancario se basa en la promesa de que cada individuo puede acceder a su dinero cuando lo necesite. Sin embargo, ante eventos como las recientes crisis en Sillicon Valley Bank y Credit Suisse, los depositantes temerosos de perder sus ahorros comienzan a retirar sus depósitos, lo que podría llevar al colapso de la entidad si no fuera por la intervención y protección del Estado.
Hasta ahora nos ha resultado conveniente este "pacto" porque nos ha aportado un beneficio dual: la banca necesita nuestro dinero y nosotros que nos lo protejan con todas las garantías de seguridad. Pero ¿qué sucedería si ya no necesitásemos de los bancos para almacenar y proteger nuestro dinero?
Con el fin de crear un sistema financiero más sólido y transparente, los bancos centrales de todo el mundo han comenzado a explorar el lanzamiento de sus propias monedas digitales centralizadas (CBDC). Europa, siguiendo esta tendencia, está desarrollando el Euro Digital, respaldado por el Banco Central Europeo.
A diferencia de las criptomonedas y las stablecoins, las CBDC son monedas digitales que mantienen un valor estable, análogo a los euros físicos, sin verse afectadas por la volatilidad del mercado.
Esta tecnología disruptiva ofrece la posibilidad de un mercado más competitivo y mejores servicios para los clientes al eliminar la necesidad de medidas costosas, como ayudas a la liquidez y garantías de depósitos.
El Euro Digital emitido por el BCE será un activo con valor completamente estable y seguro que ofrecerá una total trazabilidad y seguridad sin necesidad de intermediarios que hagan este trabajo.
De igual manera, la moneda digital permitirá eliminar las fricciones en los pagos transfronterizos facilitando, tanto a particulares como a empresas, enviar euros a cualquier parte del mundo en cuestión de segundos. Eliminando así la necesidad de cambio de divisas y las comisiones de intermediarios.
En esta revolución, los bancos serán los protagonistas de una transformación que los llevará a disrumpir el mercado y lanzar nuevas funcionalidades y beneficios que fidelicen a sus clientes, que ya no necesitarán al banco para guardar su dinero.
La introducción del euro digital impulsará al sector a desarrollar y ofrecer una amplia gama de servicios digitales innovadores para adaptarse a la creciente demanda de servicios financieros digitales, como pagos móviles, transferencias instantáneas y acceso a cuentas por internet. Asimismo, la llegada de esta moneda fomentará un entorno bancario más competitivo.
Los bancos tradicionales deberán competir con nuevos players que aprovechen las oportunidades que brinda esta moneda. Este ecosistema de competencia e innovación llevará al sector a buscar alianzas estratégicas para ofrecer soluciones conjuntas que combinen la seguridad y la infraestructura bancaria con la innovación digital.
En resumen, el euro digital abrirá la puerta al desarrollo de un sistema bancario mucho más justo y competitivo. Un sistema en el que los bancos no podrán vivir solo de los créditos, los fideicomisos, garantías o hipotecas lo que obligará al sector a transformarse, innovar y, en consecuencia, ofrecer un mejor servicio a la sociedad.
***Alex Saiz Verdaguer es fundador y CEO de MONEI.