“Every time I think of you I feel shot right through with a bolt of blue”. Bernard Sumner.
¿Qué puede hacer un banco central ante la evidencia de que sus políticas no generan el crecimiento esperado y alimentan burbujas? Por supuesto, gritar “más madera”.
El consenso de analistas recopilado por Bloomberg estima que el Banco Central Europeo bajará el tipo de depósito al -0,5% en septiembre, y probablemente volverá a lanzar un programa de expansión cuantitativa, aunque mantiene uno de liquidez “localizada” (TLTRO), recompra todos los vencimientos de deuda soberana (que es lo mismo que seguir inyectando) y mantiene los tipos de depósito en negativo.
Empecemos por recordar que el balance del Banco Central europeo supera el 40% del PIB de la eurozona y la liquidez excesiva es más de 1,8 billones de euros y que los tipos ultra-bajos y las inyecciones de liquidez han llevado a que la mayoría de los Estados europeos se financien a tipos negativos a cinco años.
Ni las primas de riesgo –artificialmente bajadas–, ni la concesión de crédito ni las condiciones de financiación justifican ese movimiento. Si la eurozona crece menos de lo esperado y las expectativas de inflación bajan no es por falta de liquidez y tipos bajos, sino por exceso de los mismos.
Bajar los tipos de depósito a -0,5% no va a hacer que la banca preste más que a -0,4% y, si lo hace, lo que el banco central está incentivando es otra burbuja mayor que generará peores consecuencias a medio plazo.
Usted dirá que es una gran idea tener tipos negativos, ignorando los daños colaterales. Los estados se financian barato, pero aumentan sus desequilibrios, acaparan el crédito y se lanzan a aumentar gasto sin considerar el riesgo.
Los tipos negativos disfrazan la percepción de riesgo y facilitan las burbujas. “Pero las hipotecas son más baratas”… Y los precios de las casas suben mucho más al incentivarse el endeudamiento y la toma de riesgo, expulsando del mercado al consumidor medio.
La idea de que la ralentización de la eurozona se soluciona con tipos negativos se desmonta fácilmente. Tenemos ralentización generalizada precisamente en medio de esa política. No tiene nada que ver con falta de liquidez o de incentivos al gasto. Tiene que ver con factores demográficos (la longevidad supone en general menor propensión al consumo), pérdida de la batalla tecnológica, y la obsesión constante de aumentar desequilibrios cueste lo que cueste y subvencionar sectores de baja productividad para penalizar a los de alta productividad.
Los efectos más peligrosos de los tipos negativos son:
- La refinanciación constante de deuda de Estados deficitarios y creciente número de empresas zombi.
- Asalto a los ahorradores, que perciben cada vez menos por sus pequeños ahorros .
- Aumento de burbujas. Se disparan los activos de riesgo y los múltiplos de operaciones apalancadas.
- Desplazamiento del crédito del sector privado y la inversión para financiar desequilibrios en gasto corriente (https://www.esm.europa.eu/publications/does-public-debt-produce-crowding-out-effect-public-investment-eu).
- Fuerza a fondos de pensiones de bajo riesgo a tomar cada vez más riesgo por menor rentabilidad.
La demostración de que los tipos negativos no incentivan la inversión, sino que propician las burbujas es evidente en todos los casos en que se han aplicado. Disfrazar el coste real del capital y el riesgo no lo elimina. Perpetúa la sobrecapacidad y zombifica economías poco dinámicas hasta estancarlas.
El último efecto colateral de esta locura de tipos de interés negativos es… que le cobren a usted por sus depósitos. Usted dirá que ya le cobran comisiones, y que no percibe ningún interés por esos depósitos, y tiene toda la razón.
Lo que es aberrante es que, ante la evidencia de la pérdida de rentabilidad de los bancos por la locura monetaria, lo que sugieren los defensores de la represión financiera es que nos cobren a usted y a mí por tener un depósito a un interés negativo (además de comisiones y la pérdida de poder adquisitivo por la inflación). Es decir, en vez de arreglar el incentivo perverso de la locura monetaria actual, se penaliza todavía más al ahorrador prudente y al ciudadano medio.
El problema de esta ridícula idea de cobrar por los depósitos es que acelera todavía más la falta de confianza en el sector financiero, no soluciona su pérdida de márgenes de intermediación o ROTE (rentabilidad por activos tangibles), ralentiza todavía más las decisiones de inversión y consumo y acelera la huida de depósitos a cualquier otra alternativa. No es una casualidad que se disparen alternativas ante el creciente riesgo de que empeoremos la represión financiera.
Los bancos deben rechazar drásticamente la idea de cobrar (más) por los depósitos. ¿Por qué?
No solucionará su problema de rentabilidad y puede generar fuga de depósitos. El margen neto de intermediación se ha desplomado un 29% en media (datos Bloomberg) desde el lanzamiento de la mal llamada política expansiva. No hay manera de cubrir una bajada mayor del tipo de depósito del BCE sin causar una estampida de clientes. Todavía peor, las empresas más solventes, que son las que mantienen su excedente de caja en depósitos y equivalentes monetarios, irían a otras entidades o alternativas, incluso en otros países.
El Banco Central Europeo y los gobiernos parten de un error de diagnóstico: pensar que se invierte menos de lo que a ellos les gustaría y que la inflación es supuestamente baja por falta de estímulos. El que piense que se va a estimular un crecimiento sano e inversión productiva bajando aún más unos tipos que ya son negativos, simplemente delira.
Los bancos deben trasladar de manera inequívoca al Banco Central Europeo los riesgos que se están creando y no pasarles a sus clientes el agujero que crea la política monetaria. Su mayor activo es la confianza. Y recuerden que ustedes lo pidieron. Así que, la próxima vez que exijan “estímulos” al banco central, recuerden. Cuidado con lo que pides, que te dan doble ración.