Expectativas de inversión para un año errático
Cuando me preguntan por la visión que tengo de los mercados y qué pueden esperar los ahorradores, lo prioritario es entender el tipo de perfil al que va dirigida la pregunta. Partamos de la base más corriente, es decir, del inversor conservador que no es otro que aquel con un objetivo razonable de rentabilidad y una tolerancia media-baja al riesgo.
Sabemos que 2022 se despidió como el tercer peor retorno nunca registrado para una cartera diversificada al estilo más convencional, que no es otra que la que toma como pesos un 60% de inversión en acciones y el resto en deuda.
Pues bien, la rentabilidad obtenida por una cartera 60/40, fue del -19,3%. Es la sexta vez desde 1928 que se supera el doble dígito de pérdida y la tercera mayor caída solo superada por los registros obtenidos en los turbulentos 1931 y 1937.
Para dar respuesta se podría mirar la botella medio llena o medio vacía, un término nada académico pero ilustrativo para entender las opciones del inversor medio.
El precedente más cercano en el que se repitió rendimiento negativo se produce tras el pinchazo de la burbuja.com, siendo la rentabilidad acumulada de esos dos años claramente inferior a la generada en 2022. Tendríamos que remontarnos a los años posteriores al primer gran crash bursátil, en medio de una profunda depresión económica, para pensar que lo vivido entre 1929 y 1932 podría tener su réplica contemporánea.
El grado de inversión actual da una señal cuando menos preocupante.
Sabemos que, tras cuatro décadas ininterrumpidas de subidas del precio de los bonos, la purga ya se ha producido en estos años precedentes cuando las rentabilidades de la deuda americana se situaron cercanas a cero.
También que la inflación ha dado un giro radical a la política monetaria y que la Fed tiene un compromiso firme para llevar los tipos a un nivel compatible con el crecimiento y el empleo (esto lo dice la Fed, no yo). Y no olvidemos que la economía americana vive prácticamente instalada en el pleno empleo.
Todo lo anterior sería una botella para optimistas, pensar que no hay precedentes cercanos en los que se repitan retornos negativos y que el único que se puede encontrar responde a un patrón con notables diferencias socioeconómicas y culturales como para que se pueda repetir, sumado a la interpretación mainstream de que la inflación será abatida y los tipos no subirán mucho más.
Pero el hombre es el único animal que sabemos tropieza de forma reiterara en la misma piedra. Que las referencias sean lejanas no es un buen síntoma. En 7 décadas es un hecho que se encuentra hasta cuatro veces lo que amplía las probabilidades de que se pueda repetir este año.
¿Cómo son esas probabilidades? La sabiduría común usa predicciones convencionales. La inversión de la curva no es una herramienta infalible pero sí bastante predictiva y el grado de inversión actual da una señal cuando menos preocupante. Lo que sí alcanza un porcentaje notable de acierto es el momento en el que la Fed pivota en su política.
Las bolsas han vivido un mal año pero no se puede hablar de una profunda corrección. Ni siquiera de una gran corrección. Es cierto que el Nasdaq cayó un 28,9%, su peor año desde 2008, pero si tomamos la referencia anual hasta noviembre las caídas no habrían llegado el 20%, habiendo cerrado 2022 lejos de lo que es un mercado bajista.
Las bolsas han vivido un mal año pero no se puede hablar de una profunda corrección.
Tampoco están extraordinariamente baratas. Con unos beneficios ajustados por encima de los 200 dólares/acción, cotizan en línea con su promedio histórico. Y el riesgo de que el mercado esté sobrevalorando los beneficios esperados es tan alto como que el ciclo económico pueda torcerse desde la perspectiva actual.
No olvidemos que, si la Fed cumple con su cometido, ni los niveles de empleo ni las ganancias por hora actuales son compatibles con su objetivo. Esto significa que la política monetaria puede buscar una recesión de forma intencionada y calibrar ese punto hasta que los tipos sean neutrales, es un ejercicio extremadamente difícil que solo tiene una catalogación: éxito o fracaso.
[Estamos viviendo la calma previa a la tormenta]
No hay una respuesta clara. Honestamente, creo que es un año para salvaguardar el patrimonio y no apostar decididamente por el optimismo. Aunque la renta fija y los depósitos vuelven a dar opcionalidad, en términos reales, el inversor sigue perdiendo dinero.
La bolsa es impredecible, no hay un patrón claro como no hay una apuesta de corto plazo ganadora con una certeza del 100%. Si su cartera responde al patrón clásico, siento decirle que la probabilidad de que repita pérdidas es tan pareja como la de revertir un mal año.
En cualquier caso, no espere recuperar malas decisiones en base a lo que podemos esperar en 2023, y sobre todo, no corra por recuperar pérdidas. Creo que es más sensato prescindir de su asesor que perseguir al mercado con recomendaciones enlatadas.