El dato de inflación de mayo adelantado por el Instituto Nacional de Estadística es muy grave. No solo vuelve a subir la inflación medida por el IPC (índice de precios al consumo) al 8,7% sino que la medida adelantada de inflación subyacente -la que excluye energía y alimentos- se ha disparado al 4,9%.
Esto último es especialmente grave porque el Gobierno continúa con el mensaje de que la culpa de la inflación es la guerra de Putin. No sólo eso, es que es su nivel más alto desde 1995.
España tiene una inflación muy superior a la media de la eurozona, una de las más altas del G-20 y además la inflación subyacente es mucho mayor que en Portugal o la media de la Unión Europea.
La clase media está siendo devastada por la inflación, el impuesto de los pobres, y la fiscalidad confiscatoria, al no deflactar los impuestos a la subida de los precios. Los asalariados cobran 2.200 millones de euros menos que antes de la pandemia y pagan 7.700 millones más por IRPF mientras la inflación ha llevado a los asalariados a la mayor pérdida de poder adquisitivo en tres décadas, según datos del Banco de España.
La clase media está siendo devastada por la inflación, el impuesto de los pobres, y la fiscalidad confiscatoria
Es importante recordar que las empresas están sufriendo por la inflación. El aumento de los precios de productos importados ha sido del 31,7% en abril, y el aumento de los costes industriales ha sido de un 45%. Mientras tanto, en cifra de negocios, marzo ha registrado una caída desestacionalizada del 0,9%. La cifra de negocio empresarial sube un 22% en 2022 hasta marzo, pero los costes se disparan mucho más, casi el doble en algunos casos, destruyendo los márgenes brutos y netos de las empresas.
España tiene un problema grave de inflación y el Gobierno debe actuar de manera seria y responsable. No se reduce la inflación aumentando el gasto público financiado con deuda y, por lo tanto, con mayor consumo de reservas monetarias. Entre 2019 y 2022 España ha sido el país de la eurozona que más ha aumentado deuda financiada con impresión de moneda añadido a un déficit comercial importante.
Disparar el gasto público y poner trabas burocráticas y fiscales a la diversificación de suministro, a la competencia y a la atracción de capital son factores que elevan la inflación, empobrecen a los ciudadanos y empeoran la situación económica de España, que ya es la economía que peor se recupera de la crisis. Urge tomar medidas de oferta ante la espiral inflacionista y abandonar las fallidas políticas de demanda que solo han traído estancamiento, deuda y la peor recuperación de nuestro entorno.
Urge tomar medidas de oferta ante la espiral inflacionista y abandonar las fallidas políticas de demanda
El Gobierno se vanagloria de todo lo que recauda por la inflación y se niega a deflactar los impuestos.
Deflactar los impuestos no es bajarlos, pero no hacerlo sí es subirlos a todos de manera indirecta.
Lo triste es que, al negarse a reducir los desequilibrios creados por la política fiscal, el gobierno está poniendo en peligro las bases imponibles a medio plazo y, con ello, los ingresos de los que se vanagloria.
España tiene más inflación que Portugal, total y subyacente, más inflación que la media de los países de nuestro entorno y peor recuperación que nuestros comparables. Ya vale de echar la culpa a enemigos externos. Hay que reducir el gasto público innecesario, que es mucho, y parar la locura de espiral de destrucción del poder adquisitivo y márgenes de asalariados y empresas.