Los nombramientos de Sánchez tras la salida de Calviño confirman lo que era un secreto a voces. El presidente fortalece el perfil ideológico, rebaja el perfil del Ministerio de Economía y encumbra a la ministra de Hacienda, Montero, que es licenciada en Medicina y ha demostrado en muchas ocasiones sus limitaciones en economía.
El Ministerio de Economía, Comercio y Empresa pasa a manos de Carlos Cuerpo, persona de confianza de Calviño y ex-secretario de Estado del Tesoro. Un perfil técnico y un economista valioso en un ministerio que, ya con Calviño, ha dejado de tener la relevancia histórica y ha pasado a ser una especie de oficina de relaciones con inversores del presidente.
Así, Sánchez se asegura un gobierno en el que Hacienda acapara el peso político y Economía pierde peso. Como ha ocurrido con el Ministerio de Seguridad Social, Sánchez se asegura de no contar con perfiles que le hagan sombra, a menos que haya que culpar a alguien de algún desaguisado, y entonces tendremos chivos expiatorios con nombre y apellido.
Es triste, en cualquier caso, ver que el Ministerio de Economía alcanza el perfil más bajo de la democracia. Calviño llegó con una promesa de moderación y enormes expectativas por su aparente ortodoxia y deja un gobierno que ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia para poner a España como la tercera peor recuperación de la Unión Europea desde 2019… Y eso tras más de 325.000 millones de euros de aumento de deuda que el próximo ministro colocó con profesionalidad y rigor.
Nadie puede negar que el Tesoro ha hecho una buena labor de emisión de deuda, aprovechando la época de tipos negativos para ampliar los plazos de vencimiento y garantizar el menor coste de deuda posible. El nuevo ministro, en el Tesoro, ha tenido un as en la manga, ya que el Banco Central Europeo recompraba más del 100% de las emisiones de deuda neta de España y facilitó esa labor de dilución del coste de endeudamiento en un periodo en el que el Gobierno aprovechaba que las reglas fiscales estaban suspendidas para aumentar la deuda pública más que ningún socio europeo.
Sánchez se asegura un gobierno en el que Hacienda acapara el peso político y Economía pierde peso
Ahora, el nuevo ministro se enfrenta a unos vencimientos de deuda muy relevantes, más de 200.000 millones de euros en los próximos meses, el final de la barra libre de Europa con el déficit y una economía que lleva en estancamiento varios meses, pasando de un crecimiento interanual en el primer trimestre del 3,8% a un mísero 1,8% en el tercero.
El perfil del Ministerio de Economía baja a un nivel no visto en democracia y con poca capacidad de frenar la avaricia fiscal de Montero y Díaz.
Sánchez utilizó a Díaz para hundir a Podemos y ahora pone a Montero para acabar con Sumar, que es mucho más débil de lo que nunca fue Podemos, con menos escaños y menos votos que el peor resultado en unas generales de la formación morada. Sánchez, con ello, contará con más partidos minúsculos que no le hagan sombra y con los que pactar cosas que a él no le importan pero le sirvan para mantenerse en el poder. Para ello es esencial tener un Ministerio de Economía técnico, de bajo perfil, que busque cómo vender los datos para beneficiar al Gobierno y no entorpezca la batalla entre Díaz y Montero, que van a disputar el premio a quién nos expolia más.
Si el Partido Popular no utiliza esta oportunidad para dar la batalla real e inequívoca en economía, abandonando el insípido, desalentador y fracasado gradualismo socialdemócrata plañidero para ofrecer una verdadera alternativa económica que defienda a los contribuyentes, estará en la oposición muchos años. Es la oportunidad de dar la batalla cultural y económica.