Si no has aprendido de la tristeza, no puedes apreciar la felicidad” (Nana Mouskouri).

La Universidad de Washington publicó recientemente proyecciones de longevidad por países para 2050. Entre los 20 países con mayor esperanza de vida, se encuentran países ricos como Suiza y Singapur. Asia oriental también está representada por Corea del Sur y Japón, destacados en longevidad desde hace mucho tiempo.

Pero un grupo geográfico de países relativamente más pobres también tienen una vida muy larga: España, Italia, Francia y Portugal (tres microestados cercanos, San Marino, Malta y Andorra, también se encuentran entre los 20 primeros). De hecho, la persona viva de mayor edad es española, María Branyas Morera (117 años).

Antes de continuar, repasemos la esperanza de vida actual al nacer: España se sitúa ya como el segundo gran país con el nivel más alto (84 años, empatando con Japón) estando a muy poca distancia de Suiza, según Datosmacro.com:

Dentro de nuestro país, destaca la Comunidad de Madrid, la cual es una de las regiones del mundo con más esperanza de vida:

La esperanza de vida en buena salud se define como el número promedio de años esperados que vive una persona disfrutando de buena salud (en ausencia de limitaciones funcionales). Se conoce también como esperanza de vida libre de discapacidad.

En este ámbito, si nos fijamos en 2019 e ignoramos el bajón lógico debido a la pandemia, un español de 65 años aspira de media a vivir saludablemente hasta los 77-78 años.

Singapur es el líder mundial en esta medida, superando los 80 años.

Como era de esperar, la salud y la larga vida se correlacionan con el PIB per cápita. Pero ¿por qué el sur de Europa supera el vínculo habitual entre riqueza y salud, haciendo que la esperanza de vida media en España (85,5 años en 2050) sea más larga que la del danés medio (83,5)?

Según The Economist, muchos señalan la dieta mediterránea: pescado, cereales integrales, fruta fresca, verduras y aceite de oliva. Sin embargo, los críticos opinan que las dietas difieren mucho de Portugal a Grecia. Además, los investigadores han descubierto que los mediterráneos actuales no seguimos tanto la dieta a la que damos nombre. Las plazas de España están llenas de gente comiendo pescado frito y bebiendo cerveza a horas que algunos podrían considerar indecorosas. Los españoles beben más alcohol y fuman un poco más que la media europea, y se encuentran entre los mayores consumidores de cocaína de Europa.

No obstante, los españoles somos los líderes de Europa occidental en pasos por día con 5.936, según un estudio de 2017 (Italia, Francia y Portugal no destacan tanto). Evidentemente, eso reduce la mortalidad por enfermedades relacionadas con la obesidad.

¿Por qué los españoles nos desplazamos tanto? Las ciudades españolas están densamente pobladas. Ni la cultura ni la regulación favorecen los barrios en expansión. París y otros lugares que aspiran a crear “ciudades de 15 minutos”, donde la mayoría de las necesidades se encuentran a un radio de un paseo, podrían aprender mucho de España.

Pero, al hacer hincapié en la dieta y el ejercicio, se pierde una pieza del rompecabezas. La caminabilidad en España también es buena para la vida social. Las ciudades se construyen alrededor de plazas donde amigos, familiares y compañeros de trabajo se sientan, comen, beben y conversan. Gran cantidad de investigaciones muestran que el contacto social es fundamental para el bienestar físico y psicológico.

Según una encuesta reciente de Gallup y Meta, el 76% de los españoles dicen sentirse “muy” o “bastante” apoyados socialmente. Gallup dice que los españoles se sienten bastante infelices y desconectados en el trabajo. Bromea con un titular de El País que tenía más o menos razón: España es “el mejor país para vivir y el peor para trabajar”.

Pero el trabajo no lo es todo. Los españoles ocupan el cuarto lugar en el mundo cuando se les pregunta si han visto a amigos o familiares que viven cerca de ellos o con ellos durante la última semana. Ésta puede ser la ventaja inesperada del hecho de que muchos jóvenes no pueden conseguir trabajos buenos para permitirse el lujo de mudarse de la casa de sus padres. Los vínculos familiares siguen siendo estrechos, incluso en tiempos difíciles como la crisis financiera y la pandemia.

Los países del sur de Europa no obtienen las puntuaciones más altas en felicidad, ese título lo han ostentado durante mucho tiempo Dinamarca y Finlandia. Pero, según el semanario británico, “las evaluaciones de felicidad dan más peso a la satisfacción con la vida a largo plazo que a las risas a corto plazo”.

Los iberoamericanos reportan con mayor frecuencia ese tipo de emociones. Metafórica y físicamente, una línea trazada desde Escandinavia hasta Hispanoamérica pasaría por España. Nuestro país tiene niveles europeos de riqueza (el mejor predictor de la felicidad) y atención médica (que mantiene viva a la gente), al tiempo que compartimos rasgos culturales con los latinoamericanos: vivir el momento y atesorar amistades y amor familiar. Éstos no son sólo buenos en sí mismos, también nos mantienen activos.

En mi opinión, las claves de la infelicidad son tres: vivir en el pasado, preocuparse por el futuro y compararse con los demás. Y es que la felicidad no va de lograr lo que quieres en cada momento, sino de valorar lo que tienes y de ser agradecido por ello. Además, debemos elevarnos y esforzarnos en ser felices, ya que, según los expertos, el 50% de la felicidad es genético, un 10% depende de las circunstancias, pero el otro 40% se debe a la voluntad de tu mente.