¿Y España? Los datos de julio fueron decepcionantes. No se crearon los puestos de trabajo esperados.

Hasta julio mis previsiones sobre el crecimiento del PIB español para 2024 siempre fueron superiores a las del Gobierno y organismos internacionales. En enero no esperaban más del 1,8%, mis cálculos eran del 2,5% o más. Ahora, cuando tienen previsiones de crecimiento 2,5% para el PIB español en 2024, soy más pesimista que ellos; en particular para 2025. El consumo interior está dando signos de agotamiento. Las compras en este verano son inferiores a las previstas; las estancias vacacionales se acortan; los restaurantes empiezan a tener mesas libres.

Julio ha sido la cresta de una ola del crecimiento. En agosto y septiembre se destruye trabajo. Aumentan la contratación en educación, pero se despide en servicios turísticos. Si industria y construcción se frenan (aún más) la economía se desacelerará.

Aunque el Gobierno español sigue gastando sin medida, con unos ingresos tributarios que castigan a las clases medias y trabajadoras y los fondos Next Generation, ambos motores ya están dando señales de agotamiento.

Además, un endeudamiento público muy alto (por encima del 115% del PIB), puede dificultar el acceso a financiación suplementaria. El déficit público se puede disparar y la UE puede llamar la atención a la hacienda española.

En agosto y septiembre se destruye trabajo. Aumentan la contratación en educación, pero se despide en servicios turísticos

En estas circunstancias, cualquier otra incertidumbre puede agravar la situación económica, aumentar el paro y el déficit.

Por eso: ¿Es el mejor momento para ensayar un cambio en la financiación singular catalana y sus derivas posteriores?

Lo ha dicho hasta Baldoví, el líder de Compromís en la Comunidad Valenciana y aliado de Sánchez. No votarán una financiación singular de la Generalitat catalana, sin un tratamiento similar para otras autonomías. Lo mismo los barones socialistas; en rebelión “con la boca pequeña”. Por eso Sánchez les prometerá a todos leyes especiales a sus requerimientos.

Entonces los barones autonómicos del PP, empujados por su opinión pública local, no querrán ser menos. Ya ocurrió en los años 80’ del siglo pasado, en la transición, con las transferencias de competencias.

Porque la ley de financiación singular de Cataluña, cómo sugerí en mi anterior artículo: es el camino a una confederación de haciendas autonómicas.

¿Es el mejor momento para ensayar un cambio en la financiación singular catalana y sus derivas posteriores?

Una segunda descentralización político-económica. La primera fue la de las transferencias de competencias. Si ésta fue una transformación de gran calado en la estructura del Estado español, la segunda es más profunda.

A ello se une la dificultad para aprobar el presupuesto, por la posible negativa de Junts, con Puigdemont desafiante; también las dudas de Más, socio en el Gobierno, con la financiación singular de Cataluña.

Consecuencia: la crisis política está servida.

Aviso: Verano24 puede ser el inicio de una combinación de crisis económica y política a la vez.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.